Friday, July 07, 2017

La sabiduría de Nelson

  Horatio Nelson fue un conocido almirante inglés que vivió entre los años 1758 y 1805. Tuvo mala salud y llegó a perder un brazo en un combate. Sin embargo, era un genio militar. Cuentan de él que, en medio del fragor de las batallas, bajaba a su camarote y abría un misterioso cofre. Rápidamente volvía a subir y, renovado en su ánimo, continuaba dando órdenes muy eficaces. Tras su muerte unos compañeros suyos se decidieron a abrir el misterioso cofre. Contenía un papel en el que estaban escritas estas palabras: izquierda, babor; derecha, estribor .

            Tantas veces la sabiduría está en no olvidar las cosas más sencillas, incluso las perogrulladas. Es difícil que alguien diga que esto son letras y que no lo son al mismo tiempo y en el mismo sentido. Pero... aquella jugada de fútbol decisiva... ¿fue penalty?; lo que le he dicho a esta persona... ¿está bien?..., o: ¿puedo encontrar una razón verdadera para romper este compromiso?... No siempre las respuestas son fáciles aunque quizás en muchas ocasiones las dificultades provienen de que nuestros intereses o nuestra voluntad no coincide con la realidad de las cosas. No es una cuestión únicamente de inteligencia sino también de voluntad.

Las personas humanas a veces buscamos el término medio en lo que ya es un extremo, pero por mucho que nos afanemos eso no será nunca una virtud. Con tesón equivocado buscamos en ciertos momentos la cuadratura del círculo, pero si somos más sencillos caemos en la cuenta de que esto es imposible o absurdo.

            Así las cosas, puede parecer que las reglas de la realidad son un poco o bastante  aguafiestas frente a los sueños de nuestra imaginación. A veces tal vez sí; pero otras no. Quisiera destacar una muy importante. Recuerdo la penetrante pregunta de un antiguo alumno mío: ¿por qué la vida no puede ser absurda? ... Es cierto que ocurren cosas a las  que no siempre sabemos encontrarles una respuesta: millones de personas sumidas en la pobreza, jóvenes o niños que encuentran la muerte de súbito, graves injusticias o, algo más cotidiano, la propia fealdad interior o exterior. Todo esto puede parecernos más o menos absurdo pero la vida no puede ser totalmente absurda por la misma razón que un círculo no puede ser cuadrado. Este argumento nos libera de la inquietud del absurdo y nos da una base andadera sobre la que avanzar con un sentido.

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