Tuesday, July 11, 2017

El bien

A veces puede parecer ventajoso considerar algo falso como un bien. ¿Puede ser así?...

Lo que la inteligencia ha entendido como verdadero, la voluntad puede quererlo como bueno. Las cosas tienen una verdad, y toda verdad se presenta como un bien. Ciertamente habrá bienes superiores a otros. En ocasiones habrá que renunciar a bienes inferiores por obtener otros superiores. Mucho saben de esto los padres que hacen sacrificios para sacar adelante a sus hijos.

En la película “Gente maravillosa”, un fabuloso documental sobre la naturaleza del desierto del  Kalahari africano, se ve una escena que paso a relatar. En un talud, un hombre hace un agujero de cierta profundidad. Al fondo del hueco pone una bola de pepitas de melón. A los papiones –un tipo de monos- les encantan estas pepitas. Uno de estos animales se acerca a la zona del agujero y mete la mano, apresando el preciado botín. Sin embargo, cuando quiere sacar la mano, el papión no puede y empieza a gritar desaforadamente. Al atrapar el “manjar”, la mano del mono se abulta y no la puede sacar. La solución sería sencilla: soltar las pepitas y sacar la mano. Pero el mono es incapaz de hacerlo y es atrapado por el cazador. Pierde su libertad por un alimento que ni siquiera logrará tomar. Relatamos esto porque, con frecuencia, también los seres humanos podemos aferrarnos a bienes que nos hacen perder otros bienes más valiosos.

Relacionado con lo explicado antes, está la entidad del mal respecto del bien. La idea de fondo es de Tomás de Aquino; aunque el Aquinate (clásico apodo de Santo Tomás de Aquino) se basa en reflexiones anteriores de Agustín de Hipona. La argumentación es más o menos la siguiente: todo lo que tiene un orden tiene un sentido. Todo lo que tiene un sentido tiene una verdad. Toda verdad es un bien, y contiene una armonía o belleza. Por tanto, el mal es una falta de bien y no al revés. El mal es como un agujero en el queso. El agujero es en el queso, no el queso en el agujero. El mal es similar a la herida que es en el cuerpo. No es el cuerpo en la herida. Otro ejemplo: las sombras son por las luces; no las luces por las sombras. Estos razonamientos suponen un apoyo consistente para un optimismo realista. El bien tiene consistencia en sí mismo, el mal y la falsedad no.


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