Tuesday, July 11, 2017

El estilo propio de cada ser

El 1 de febrero de 2003 el trasbordador espacial Columbia se desintegró al entrar en la atmósfera de la tierra. El desastre, que costó la vida a sus siete tripulantes, se debió al desprendimiento de varias losetas de protección térmica. Aquellas losetas no eran los elementos más valiosos del cohete, pero tenían una papel clave. Sin embargo,  funcionaron mal y se produjo la tragedia. Su misión era fundamental para el buen término de la expedición.

Cada cosa tiene su peculiar modo de ser o esencia. Además, dentro de la respectiva naturaleza hay muchos individuos que participan singularmente de ella; ya sean vegetales, animales u hombres. Una vez unos excursionistas bajaban de una gran caminata por la montaña. Ya cerca de los coches había un grupo de pinos. Uno de ellos era muy singular: su tronco crecía normalmente, después giraba de modo brusco y se ponía paralelo al suelo, durante una longitud de un metro, para después volver de nuevo a subir hacia arriba. Era un árbol algo deforme, en forma de L, pero era en el único en que uno podía sentarse para descansar. Las características peculiares de un individuo de una especie pueden resultar mucho más valiosas de lo que parece a simple vista.

Los vegetales y animales, de distinto modo, se deben completamente a su especie. El ser humano, ya lo estudiaremos, tiene además fines exclusivamente personales. Por este motivo el trascendental “algo” –en latín “aliquid”- tiene en la persona una especial relevancia. Tanto es así que cada persona no es algo, sino alguien.

Dentro de un cuadro, un detalle bien pintado puede no tener mucha importancia; pero si en su lugar hubiera una mancha, el valor de esa obra de arte podría venirse abajo. Las personas, libre y responsablemente, podemos contribuir a hacer un mundo más armónico, humano y feliz, seguramente a través de cosas sencillas, pero realizadas con el empeño de llevarlas a cabo bien.

Es lógico que cada uno busque tener su estilo propio en la vida, pero esa personalidad ha de contribuir a la armonía del mundo, especialmente la de nuestros semejantes. Esta personalidad es tanto más profunda, cuanto más valora y potencia las personalidades de los demás.

Los medios de comunicación destacan cosas que llaman la atención, en ocasiones porque son desórdenes que suponen sufrimiento. Conviene tener en cuenta, en  nuestra sociedad de la información, que una gran mayoría de cosas armónicas no suelen ser noticia.


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