Saturday, September 20, 2008

No juzgar antes de tiempo

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de diez años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa. La camarera puso un vaso de agua en frente de él. ¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con cacahuetes?, preguntó el niño. Cincuenta centavos, respondió la camarera. El niño sacó la mano de su bolsillo y examinó sus monedas. ¿Y cuánto cuesta un helado solo?, volvió a preguntar. Algunas personas estaban esperando por una mesa y la camarera ya estaba un poco impaciente. "Treinta y cinco centavos", dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar la monedas. "Quiero el helado solo", dijo el niño. La camarera le trajo el helado, puso la cuenta sobre la mesa y se fue. El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la camarera volvió, empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos. Su propina.

El Papa y la laicidad positiva

Homilía del Papa en la explanada de los Inválidos

El Papa con los jóvenes (Francia)

Encuentro del Papa con el mundo de la cultura (Francia)

Saturday, September 13, 2008

Viaje del Papa a Lourdes

Madre que ofrece su vida por su hija no nacida

En medio de gran conmoción, miles de polacos dieron al último adiós a Ágata Mroz, una joven estrella del voleibol, que murió el 4 de junio pasado después de retrarsar un transplante de médula ósea y permitir el nacimiento de su primera hija. A los 17 años de edad, a Ágata le diagnosticaron leucemia. Lejos de abatirse, superó la enfermedad y en poco tiempo ya era considerada la mejor deportista de Polonia y había sido dos veces campeona de Europa con
el equipo nacional de voleibol. En España integró el equipo profesional CAV Murcia con el que ganó el título de la Superliga. La enfermedad la obligó a tomar un año sabático, durante el cual se sometió incesantemente a transfusiones de sangre. La deportista movilizó a todo el país en una cadena de solidaridad. Miles de personas donaron sangre como gesto de apoyo. El 9 de
junio de 2007 se casó con Jacek Oíszewski, su débil salud le impidió emprender un viaje de bodas, pero muy pronto quedó embarazada. Pocas semanas después, los médicos encontraron que la enfermedad se había agravado. Ágata tomó entonces una decisión heroica; retrasó el transplante de médula aconsejado por los médicos hasta que dio a luz el 4 de abril pasado a
su hija Liliana. La deportista declaró en febrero pasado al diario Dziennik que nunca se arrepintió de haberse quedado embarazada. "La noticia de que iba a ser madre me hizo sentir afortunada.
Me alegró mucho porque sentiría lo que es ser una madre y le daría a mi esposo algo bueno de mí misma", declaró.

Ágata se sometió al transplante después del parto pero sufrió una infección mortal. Sus funerales se celebraron en la misma iglesia y el mismo día en que se casó hace un año. Fue recordada por su heroísmo en el deporte y su decisión para enfrentar la enfermedad. El Obispo Auxiliar de Kielce, Mons.Marian Florczyk, presidió los funerales y aseguró que Polonia recibió de
Ágata un testimonio de "amor, maternidad, deseo de dar vida y el amorheroico a un niño no nacido" (ACI, 16-VI-2008).

Sunday, September 07, 2008

Conversión y libertad

Una vida cristiana exigente conlleva mucha alegría junto a esfuerzos y sacrificios abundantes. Por esto me llamó gratamente la atención al leer a Chesterton, quien afirmaba que tras su conversión al cristianismo experimentó un poderoso aumento de su libertad. Ser cristiano es saberse más libre, si; de acuerdo, pero realmente...¿Lo vivimos así? Entonces me acordé del libro de los Proverbios cuando dice “Dame, hijo mío, tu corazón y extiende tu mirada sobre mis campos de paz”. Esta entrega del corazón implica una vida de servicio a los demás. Realmente si uno cambia de óptica y elige la de servir, con sentido común y defendiendo los propios derechos, echamos por la borda las pesadas exigencias del egoísmo y se abre todo un panorama de futuro, luz y fecundidad, no exento de empeño y lucha diaria.


José Ignacio Moreno Iturralde