Saturday, October 22, 2016

Cientos de jóvenes de toda España protagonizan un asombroso debate intelectual

No me podía creer lo que estaba viendo. Unos trescientos chicas y chicos de diversos colegios de España asistían, el pasado 20 de octubre, a un Debate sobre la prioridad de la familia o de los amigos en la adolescencia. Este evento estaba protagonizado por dos equipos de compañeros de los alumnos asistentes. Después de un día con diversas sesiones de calado intelectual, tenía lugar el citado debate a las seis de la tarde en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Dentro del programa Excellence, que esta universidad organiza para alumnos de Bachillerato, he vuelto a descubrir que la juventud se preocupa por temas humanos profundos, si las cosas se organizan con ilusión e ingenio. Como profesor con muchos años de experiencia he vuelto a darme cuenta del enorme potencial de la gente joven para pensar y hacer un mundo mucho mejor.



José Ignacio Moreno
 

Sunday, October 16, 2016

Un mensaje extraordinario


Julio era un escritor de cierto prestigio nacional, aunque nunca había conseguido ningún premio literario de primer orden. Una mañana llegó un mensaje a su ordenador notificándole que había recibido un gran galardón. El remitente no era conocido para él, y no dio al asunto más importancia. Al poco tiempo le llegó un correo certificado para que acudiera lo antes posible al Ministerio de Cultura por haberle sido otorgada una gran distinción. Su rostro se iluminó. Esa misma mañana una funcionaria del ministerio le dio la dirección donde tendría que recoger un requisito para conocer su premio. Al llegar al lugar de referencia le extrañó ver una Iglesia… Entró y preguntó extrañado al párroco sobre su situación. Con gran ilusión el sacerdote le dio un papel en el que se le notificaba que a “Julio Benavides se le concedía el máximo galardón de ser hijo de Dios”. Sólo había una condición: ponerse en condiciones de recibirlo; es decir: confesarse. Julio sonrió con escepticismo y se fue cabizbajo hacia su casa. Al poco de llegar, era domingo, su hijo Antoñito de nueve años, Antoñito, le dijo con una cara radiante: “Papá qué contento estoy, soy hijo de Dios”. En ese momento se dio cuenta del inmenso don que estaba despreciando y, también entonces, se despertó de tan curioso sueño. Era domingo y, con la cara radiante de ánimo, se dijo a sí mismo: hoy sí que voy a conseguir el mayor galardón que Dios me concede.
José Ignacio Moreno Iturralde