Thursday, May 26, 2016

Educar en el asombro

Expongo una breve síntesis personal de la lectura del libro "Educar en el asombro" L’Ecuyer Catherine. Plataforma Actual. 16 edición, 2015:
A un maniquí podemos moverlo en diversas direcciones, incluso frenéticamente, pero nunca tendrá movimiento propio. El asombro es el que nos mueve a conocer y aprender la realidad: esta es la idea central de este libro. El niño aprende, sobre todo, rodeado por el cariño de su madre, su padre, o su cuidador. El ambiente cordial, del que surge la confianza y la seguridad, son factores imprescindibles para cultivar el asombro, el interés por la realidad.
Descubrir la bondad de lo real, respetar los ritmos naturales de los chicos, enseñarles a conocer y disfrutar de la naturaleza; así como hacer un uso inteligente, sobrio y selectivo de las tecnologías, son otros de los aspectos importantes de esta obra.
Finalmente se recuerda una reflexión de la prestigiosa educadora Montessori (en The Child and The Church, 1965): “En ciertos ambientes de la sociedad, el niño se ha convertido en una mera posesión, que uno adquiere, o no, según sus propias inclinaciones...En este mundo degenerado, el niño existe para el adulto; y consecuentemente, el niño ha de vivir el tipo de vida del adulto...Dado que el niño juega un papel inferior en la vida adulta, la vida de este ha degenerado. Si el niño y sus ‘derechos´ no vuelven a entrar en la vida, la dignidad del adulto se perderá para siempre...Si cambiamos el centro de la civilización del adulto hacia el niño, una civilización más noble emergería”.



José Ignacio Moreno Iturralde

El aprendizaje basado en el pensamiento

Aprender un arte marcial es muy útil a la hora de la defensa personal. Algo parecido ocurre, según Robert J. Swartz, cuando aprendemos a pensar a través de hábitos y estrategias inteligentes. Algunos ejemplos pueden ser: analizar las partes en el contexto del todo, escuchar atentamente las opiniones de otros, buscar la documentación más adecuada y justificar porqué nos lo parece, ofrecer diversas respuestas e ir analizando los pros y contras de cada una, etc. Para este autor la enseñanza que se basa en este tipo de aprendizaje genera hábitos mentales muy útiles que además ayudan a entender mejor los contenidos propios de cada asignatura. Este tipo de enseñanza puede llevarla a cabo cada profesor en su aula y  cada claustro de profesores dentro de una comunidad escolar. Pensar, innovar, buscar la creatividad, seleccionando adecuados procesos mentales, es para estos autores una forma de potenciar enormemente el conocimiento de escolares y docentes. Estas ideas están desarrolladas en su libro "El aprendizaje basado en el pensamiento", editado por SM, en 2008.
 
José Ignacio Moreno Iturralde



Aprendizaje participativo

Montserrat del Pozo, en su libro Aprendizaje Inteligente ( tekman Books, 2014), nos muestra una teoría y una práctica educativas innovadoras, muy creativas, llevadas a cabo con éxito en el colegio Montserrat de Barcelona, desde los años 90 del pasado siglo. La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner ha movido a esta autora y a sus compañeros de trabajo a abrir la enseñanza hacia nuevas perspectivas.

No es suficiente que el profesor tenga unos contenidos que trasmite a los alumnos. Los alumnos han de hacerlos suyos, a través de una actitud activa en la que se ponga en juego su libertad. Las actividades y los trabajos en grupo son esenciales en esta enseñanza, en la que se pretende que el alumno sea el principal protagonista de su propio aprendizaje. El profesor cambia de rol y pasa a ser un guía, un orientador del proceso educador del alumno.

Las materias se orientarán a fomentar siete tipos de inteligencia: Lingüística, lógico-matemática, naturalista, visual-espacial, corporal-cinestesica, musical-rítmica, interpersonal ( relaciones con los demás), intrapersonal (conocimiento propio).  Estos tipos de inteligencia se impulsarán especialmente desde la etapa infantil, tal y como la autora desarrolla en otro de sus libros que titula " Inteligencias múltiples". De este modo se busca implementar todo el potencial de las personalidades de los alumnos.

Los mapas mentales o conceptuales, las discusiones participativas, los "portfolios" (ejercicios personales o de grupo sobre el propio proceso del aprendizaje), las estrategias de pensamiento ( cuestiones clave sobre la materia que se va a estudiar,y cómo estudiarla) son algunos de los métodos propuestos para adquirir competencias académicas.También se enriquecen los procesos de evaluación, ampliandose en varios parámetros, en esta enseñanza personalizada y participativa. Según la autora, los alumnos esperan los exámenes porque saben que se les conoce a fondo y que esas pruebas van a ser objetivas respecto a su grado de aprendizaje.

Los alumnos tienen asignados unos tutores que les ayudan personalmente respecto a sus estudios y problemas escolares. Además, existen grupos de alumnos donde cada miembro puede verse ayudado por el resto.

Montserrat del Pozo insiste también en una enseñanza que tenga muy en cuenta la inteligencia emocional, la visión positiva de la vida y la confianza como valor esencial. Se ofrecen, para quien lo desee y con el consentimiento  expreso de los padres, cursos de formación afectivo sexual desde la perspectiva explícitamente cristiana, que el colegio tiene como parte nuclear de sus señas de identidad.

También la propia arquitectura del colegio se ha diseñado para facilitar el aprendizaje. Hay espacios amplios, luminosos y zonas de jardín que hacen de la escuela un sitio donde da gusto estar. Las salas amplias facilitan los trabajos en grupo, las exposiciones de lo que se va aprendiendo y el intercambio de ideas. El colegio expone en sus paredes un gran números e trabajos de los alumnos y se convierte así en una especie de museo didáctico. Incluso las instalaciones eléctricas, las tuberías y otros elementos funcionales del edificio se dejan ver, a propósito, para suscitar el afán de aprender de los alumnos. Los medios informáticos se consideran indispensables en una sociedad como la actual y cada alumno dispone de un ordenador portátil.

Las actividades del colegio se abren a la ciudad, donde se realizan diversas tareas de aprendizaje: desde cálculos matemáticos de las dimensiones de las calles hasta observación de cuestiones artísticas o ecológicas.

Al terminar de leer esta obra, repleta de prácticas docentes llevadas a cabo y evaluadas, uno siente admiración y una sana envidia al ver una enseñanza tan audaz y exitosa. Sin embargo, como docente en ejercicio desde casi treinta años, quisiera expresar modestamente algunas consideraciones en las que disiento, en algunos aspectos, de este fantástico modelo educativo. En primer lugar, pienso que el objeto principal de la enseñanza es el mundo, la realidad, no el alumno. El hombre sólo se conoce a sí mismo, y parcialmente, si antes conoce la realidad: desde una galaxia a una planta. Ser un apasionado de la geografía, de la matemática o de la electricidad, por poner algunos ejemplos, hace una vida más intensa y más satisfactoria. No comparto, por tanto, la idea de que el centro de la enseñanza sea el propio alumno y sus ritmos de aprendizaje. Lógicamente hay que tener en cuenta el modo de ser de todos y cada uno de sus alumnos, sus puntos fuertes y sus carencias, a la hora de ayudarles a aprender. Mucha de la metodología  pedagógica y de las actividades propuestas son muy positivas pero las estimo más eficaces si se antepone la enseñanza objetiva de lo real, más que la evaluación de la apreciación subjetiva del alumno en lo estudiado o trabajado.

Todo el cúmulo de trabajos e interactividad de los diversos protagonistas de la enseñanza del Montserrat es ejemplar. Subyace una filosofía del trabajo educativo llena de un sano constructivismo. Se hace que los alumnos aprendan experimentando. Sin embargo, considero que en bastantes ocasiones una buena explicación teórica - que evidentemente también se utiliza en la enseñanza de este colegio- puede ser más útil que muchas actividades.

Por ultimo quisiera mostrar un claro desacuerdo respecto a la función del profesor. El docente, si es ejemplar, sintetiza personalmente una serie de conocimientos. Los conocimientos explicados por una persona con experiencia son sumamente valiosos para niños, adolescentes, jóvenes e incluso adultos. La denostada clase magistral merece serlo cuando realmente no es magistral. Educación significa efectivamente guiar y sacar lo mejor de lo que los alumnos llevan dentro de sí mismos. Esto ya lo descubrió Sócrates, llevándolo a la práctica con inigualable maestría. Pero educar significa también ir por delante, allanar el camino, explicar con sencillez al alumno lo que al maestro le ha llevado años de reflexión.

José María Barrió, en su libro "La innovación educativa pendiente: formar personas" cita la definición que Lain Entralgo hacía de la tarea educativa como una "dual y conjunta posesión de la verdad y de sí mismo: enseñando el maestro y aprendiendo el discípulo uno y otro aprenden a convivir en la verdad y en una personal, uno y otro aprenden a convivir en la verdad y en una personal, compartida y mutuamente donadora posesión de sí". Para esto, según Barrio, es preciso " recuperar el prestigio de la razón como facultad capaz de una conversación sería sobre la verdad y el bien". La educación no sólo tiende a los conocimientos sino al bien puesto en práctica. Este autor reafirma el valor pedagógico del esfuerzo por adquirir hábitos intelectuales y morales que posibiliten el desarrollo personal. Hay que, prosigue Barrió, " saber acompañar a las personas en su propio camino hacia dentro y, al mismo tiempo, respetando ese proceso interior, alumbrar el camino hacia la verdad que también ha de ser reconocida, no simplemente construida en el interior de cada quien". Esta tarea requiere de un esmerado respeto a la libertad, afirma este autor, ya que " sí un educador no estuviera dispuesto a respetar la libertad del educando en sus opciones morales debería cambiar de trabajo". Para Barrio la médula del trabajo educativo supone el "desarrollo de la racionalidad teórica, práctica, y también instrumental, por este orden". Enseñanza de conocimientos, construcción de hábitos y destreza en metodologías van tejiendo la muy humana tarea de la enseñanza.

Estoy seguro de que estas matizaciones que he sugerido, apoyando e en la obra de Barrio, no son incompatibles con el modelo propuesto por Montserrat del Pozo. Quizás tan sólo sea cuestión de fijarse más en unos aspectos que en otros, pudiendo hacerse una sinergia entre la función del profesor y el fomento de la creatividad del alumno. Lo que, en cualquier caso, queda claro es el tremendo esfuerzo, creatividad y avance que puede suponer la enseñanza que práctica el colegio Montserrat, al menos en muchos de sus aspectos.


José Ignacio Moreno Iturralde


Capital intelectual

Si hablamos de la princesa del Nilo, es útil saber qué es el Nilo. Esta es la idea fundamental que E.D. Hirsch desarrolla en su libro "La escuela que necesitamos". Este autor, profesor de escuela durante treinta años, es el fundador del movimiento " Core Knowledge", cuyos principios están orientando con éxito a 770 escuelas norteamericanas en 2010. Hirsch destaca el concepto de "capital intelectual", o cultura basada en los conocimientos, como el factor clave de la educación. La capacidad de aprender algo nuevo depende de incorporar lo nuevo a lo ya conocido. Para este autor, las teorías pedagógicas basadas exclusivamente en metodologías y estrategias de aprendizaje han llevado al fracaso de la enseñanza primaria y media norteamericana.

Hirsch destaca la experiencia de las Ecoles maternelles  francesas, para niños de 2 a 6 años. En ellas, los niños que asistieron a una edad más temprana demostraron una mayor eficacia académica. Frente la idea naturalista de retardar la entrada a la enseñanza en las primeras edades, lo que se ve es que una enseñanza preescolar adecuada y orientada a lo académico prepara bien a los alumnos para estudios posteriores.

Pasmo Rakic, neurobiologo de La universidad de Yale, afirma que " los estadounidenses piensan que no se debe pedir a los niños que usen su cerebro para realizar tareas difíciles mientras son pequeños: 'déjenlos jugar, ya estudiarán en la universidad'. El problema es que sí no se les entrena en una época temprana, el estudio se vuelve más difícil". Para Hirsch "la meta de la educación no es seguir la naturaleza humana sino corregirla, situarla en un camino de virtud que suele ser contrario a su desarrollo natural". Según este autor, pensar que se pueden adquirir destrezas intelectuales genéricas para saber seleccionar la información adecuada en múltiples casos "es un espejismo"; porque "el pensamiento superior no funciona aplicando técnicas formales o los datos consultados, sino más bien usando con eficacia diversas pistas, estimaciones y análisis provenientes de conocimientos previos".

El estudio requiere de la  aplicación de la inteligencia. El verbo latino " intelligere" viene de "intus legere", leer dentro de las cosas. La inteligencia requiere de concentración para comprender los contenidos que se le proponen. La capacidad de concentración es un don maravilloso que algunos tienen más que otros, por diversos motivos.  Esta capacidad es la puerta de entrada a la comprensión de lo que se va a estudiar. Por tanto, antes que una mente destacada, lo que hace falta para estudiar es una mente equilibrada, gracias a la ayuda de la voluntad.

Estudiar supone entrar en los contenidos de una materia: leerlos, comprenderlos, memorizarlos en sus partes más relevantes, y ser capaz de expresarlos de acuerdo a su naturaleza lingüística, matemática, etc. Todo esto requiere el ejercicio de virtudes humanas como la templanza y la fortaleza, entre otras. José Ramón Ayllon ha destacado en su libro "Diez Claves para la educación" el papel de los buenos hábitos como elementos imprescindibles del proceso educativo.

Voy a decir ahora cosas que, en mi opinión, no son estudiar: leer, pasar a limpio los apuntes, buscar información en internet. Todo esto puede ayudar al estudio, pero no lo sustituye. Lógicamente no será igual el estudio de un chico de doce años que el de uno de dieciséis, pero estudiar no se reduce a hacer tareas. Es importante hacer trabajos, ver películas educativas, debatir temas y hacer prácticas. Pero hay dos cosas que no pueden eliminarse en la educación escolar: un profesor que explica lo que sabe y un alumno que estudia lo que le han enseñado. Estudiar es un ejercicio personal y esforzado de reflexión y comprensión de los contenidos previamente entendidos. Es aquí donde se templa el espíritu del estudiante, adquiriendo hábitos y madurez. Además, contra lo que muchos piensan, el estudio puede ser algo tremendamente atractivo. Cuando se domina una asignatura se puede disfrutar con ella.

Quisiera insistir en otro aspecto: el silencio. Calma, serenidad, paz. La tranquilidad del hogar es el primer requisito para tener una cierta serenidad en la cabeza, algo imprescindible para poder estudiar, trabajar y aprender. No es una batalla perdida; se trata de ir recuperando cotas de paz. Desenchufarse de tanto aparato nos pone delante de nosotros mismos; es decir: nos ayuda a tomar la vida en nuestras propias manos para vivirla con un rumbo diario. El silencio es como una noche en la que, con frecuencia, se ve alguna estrella. Al trabajar en silencio el espíritu se cultiva, madura como el buen vino. La sabiduría, aunque sea discreta, necesita fraguarse con tiempos de silencio creador.

La televisión puede ayudar a la convivencia familiar, pero pienso que no es positivo tenerla puesta de modo indiscriminado. ¿Daría uno de comer a su familia lo primero que se encontrara en la calle?... No es menos importante la digestión del cerebro; y si esto no se valora se echan a perder capacidades especialmente importantes en la infancia y en la juventud. Conviene meter en cintura, aunque sea un poco, los hábitos de la familia respecto de los medios de comunicación. Dejar a un niño o a un adolescente con una conexión libre a internet, día y noche en su cuarto, es permitir que pueda empeorar su carácter y su salud. Algunos se acuestan tarde y pasan las dos o tres primeras horas de colegio del día siguiente literalmente dormidos, en posturas francamente incómodas.

 Para el aprendizaje humano es muy eficaz el consejo de Antonio Machado: ”Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”. Vivimos en una sociedad de tareas, de cosas hechas y tachadas; pero se precisa evaluar más la calidad del trabajo, no solo la cantidad. No se trata de perfeccionismos poco realistas sino de realizar las cosas bien, con espíritu de artesano; al menos de intentarlo. Éste es un ejemplo vital que los mayores hemos de dar a los más jóvenes porque resulta muy atractivo y eficaz.

Para cultivar la mente es bueno que los hijos se aficionen a leer libros adecuados a sus edades. Lo harán si ven que sus padres leen de vez en cuando, aunque sea un rato a la semana. Además, tener un familiar que cuenta cuentos a los chicos más pequeños o no tan pequeños es, sin duda, un lujo que conviene fomentar, si es posible.

Es cierto que hay muchos alumnos que están mejor dotados para estudios de carácter más práctico, como la formación profesional. Es importante entender que todos valemos para algo y se trata de ver qué es lo que nos va mejor. La Formación Profesional no es el refugio de los malos estudiantes, sino unos estudios más adecuados a chicas y chicos que requieren de una enseñanza orientada a oficios manuales o técnicos. Estos estudios, estructurados con sentido común, pueden abrirse a un mercado laboral satisfactorio o a la ampliación de estudios, incluidos los universitarios. Todos los alumnos tienen, evidentemente, una misma dignidad; pero tratarlos igualitariamente es un error, porque existen diferencias entre unos y otros. Atender a la diversidad es un requisito de sentido común, imprescindible para el éxito escolar. Un tipo de educación que fuerce la uniformidad en los planes académicos de la escuela termina por empobrecer seriamente el desarrollo de los alumnos, como se ha comprobado a lo largo de demasiados años.

Hay algo más importante que saber mucha economía o mucha matemática: saber vivir. Llevar una vida buena es la asignatura de la sabiduría. Hay personas de pocos estudios que tienen una grandísima categoría personal. El estudio académico es, sin lugar a dudas, un medio y no un fin. Sin embargo, todo este conjunto de personas poco letradas y encantadoras se verá más seguro y feliz en la medida en que los estudiosos punteros lo hagan con calidad científica y honradez intelectual, abriendo caminos de estabilidad cultural, laboral y social. No todos podemos ser Fleming, pero gracias a este señor se han salvado millones de vidas. No está al alcance de la mayoría ser un pensador como Tomás de Aquino, pero en la catedral intelectual que construyó se han sentido seguros y protegidos labriegos y cortesanos, reyes y amas de casa; cuya realeza, por cierto, es mayor a la de cualquier diadema.


José Ignacio Moreno Iturralde

Adolescencia, educación y juventud

Cuando se habla de adolescencia uno puede resoplar y pensar que se trata de un mal por el que hay que pasar. Respecto a la adolescencia y la juventud pensamos que ya sabemos mucho, puesto que nosotros mismos hemos pasado por ellas. Pero la verdad es que se nos pueden haber olvidado bastantes cosas y quizás sea necesario rejuvenecerse, al menos mentalmente, para entender mejor a nuestros hijos o alumnos. El libro de Bernabé Tierno titulado "La psicología de los jóvenes y adolescentes" ofrece un buen recorrido de las etapas psicológicas de las chicas y los chicos desde los 9 a los 20 años, ofreciendo consejos apoyados en datos científicos.  La adolescencia es tratada con especial profundidad abordando cuestiones importantes como la autoestima en estas edades, los cambios bruscos de comportamiento y las relaciones de los chicos en el colegio y en sus círculos sociales. Son abordados temas de problemática social como las drogas, el alcoholismo, la agresividad, o las fugas de casa.

Una de las cuestiones que pueden sernos de más provecho a los adultos es la necesidad de redoblar la calma y la serenidad a la hora de gestionar problemas de adolescentes y jóvenes. Ellos y ellas necesitan de nuestra exigencia e ideas claras, pero desde la comprensión, el respeto y, lo más costoso, desde una esmerada paciencia.

Algunos capítulos se dedican a los estudios, otros a la relación entre amor y sexualidad, así como a la educación en las virtudes humanas. Una de las ideas fuertes del libro es la importancia de educar a los jóvenes para que lleguen a ser personas equilibradas psicológica y afectivamente. También ofrece un capítulo titulado " Cómo lograr éxito en la vida" donde se nos ofrecen reflexiones muy realistas, como por ejemplo esta: "hay que contar con los fracasos y el miedo paralizante que los caracteriza. Lo correcto es aprender de la experiencia de cada fracaso para acercarnos antes al éxito y mantener siempre una firme actitud de confianza y esperanza".

Una vez, dando clase de Filosofía a alumnos de dieciséis años, hice una pregunta algo obtusa: " ¿Siempre hay una opción que es la mejor a la hora de elegir, o puede haber varias igualmente buenas? Me diréis que depende de lo que se trate...Me refiero a decisiones importantes, muy humanas, que hay que tomar alguna vez en la vida..." De repente, un chico que nunca tenía cara de muy buenos amigos me contestó lo siguiente: "Oiga profe, no habrá preguntas que es mejor dejar sin responder...". De lo que más aprende un profesor es de buenos libros y de sus alumnos. La educación en una aventura, bonita y dura, en la que se ayuda a formar a chicos y chicas para que elijan un buen papel en la vida. Cada chaval tiene un papel en esta vida que tiene que descubrir. Esta búsqueda de sentido es nuclear en la educación, sin ella la tarea educativa se convierte en un conjunto de disciplinas más o menos interesantes o aburridas, que no dan con el núcleo de la persona.

La educación debe ofrecer respuestas y plantar cuestiones, en múltiples disciplinas. Pero la pluralidad de materias no puede olvidar una idea del ser humano. Esto no es sembrar ideologías ni adoctrinar, en el sentido peyorativo que tienen estas palabras. La educación tiene que dar pistas para responder a las preguntas más existenciales del ser humano, para que cada uno luego haga lo que estime más oportuno. Por este motivo la enseñanza de materias humanísticas y morales, incluyendo la religión, tienen una especial relevancia educativa.

Cada persona, y muy especialmente los jóvenes, es un proyecto. Ser persona es atreverse a ser el que uno o una puede ser; un empeño donde los planteamientos más nobles han tenido siempre muy en cuenta el servicio a los demás.



José Ignacio Moreno Iturralde


El valioso reto de educar a los hijos

El ser humano es fundamentalmente hijo. La filiación es en él tan nuclear como sus pulmones y su corazón. Meg Meeker, en su obra "Cien por cien chicos" afirma que "el padre es el espejo donde el hijo se mira para desarrollar su masculinidad". Aunque en la adolescencia lo encubran, los chicos necesitan del afecto, comprensión y exigencia de sus padres. Si un padre es medianamente bueno será el primer héroe para su hijo.

Algunos autores americanos suelen decirnos que ser virtuoso es rentable. Quizás vemos esas bellas teorías como algo no del todo cierto. Sin embargo, la pediatra Meeker nos ofrece en su libro citado una clara apuesta al valor de la educación en las virtudes, por sí mismo y por su impacto muy positivo en la vida de los chicos.

Los adultos tenemos la impresión que salir a buscar ranas, trepar con cuidado a los árboles y hacer excursiones por la montaña es mucho más saludable que pasarse un montón de horas delante de los ordenadores y las consolas. Pero podemos pensar que el mundo de los chicos de hoy es distinto y hay que acomodarse a los nuevos tiempos. Meeker reafirma nuestras intuiciones camperas con datos científicos, afirmando que aquellas actividades "antiguas" eran mucho mejores y que nuestra responsabilidad es que los chicos y las chicas no caigan presos en las redes sociales y en internet. No se trata de anular estos avances tecnológicos, pero sí de saber que tienen un gran potencial para el bien y para el mal. A más técnica hace falta más ética. Los padres y los educadores no pueden desentenderse del impacto de la tecnología en sus hijos. No se trata de desconfiar sino de tener sentido común. Algunos de los consejos de esta experta son los siguientes: "Convenzase de que usted cambia el mundo de su hijo". "Eduquelo desde su interior", valorando sobre todo la mejora del carácter del chico. "Deje que su hijo desarrolle su masculinidad" en tareas de ayuda a los demás, especialmente de los más necesitados. "Ayúdelo a encontrar objetivos y pasión por la vida". " Enséñeles a ser útil". "Insistale en que respete a los demás para poder respetarse a sí mismo". Persevere en su educación y "convierta se en su héroe". " Vigile y vuelva a vigilar": no se trata de desconfiar sino de entender al chaval, y de establecerse unos límites a su actuación. " Déle lo mejor de usted mismo". Meeker cree que "no existe tarea más noble que hacer de un muchacho un auténtico hombre". El libro recoge muchas anécdotas de su tarea como pediatra y consultora de familia; por ejemplo recoge las palabras de un padre que acompaña a uno de sus muchachos a la puerta de la universidad: "Déjame que te diga algo, hijo. Ver el hombre en que te has convertido a tus dieciocho años es, bueno..., es lo mejor que la vida me ha podido dar en este mundo".

El papel de la mujer es también analizado con profundidad en el capítulo titulado "amor de madre" donde profundiza en el nexo emocional materno-filial. Aquí destaca el papel de la madre como "guardiana de la dignidad de su hijo". Por otra parte, Meeker valora muy positivamente el que los padres enseñen a conocer la religión a sus hijos y demuestra, con argumentos contrastados, como la existencia de Dios da seguridad y confianza en la vida de los hijos.

La autora no se olvida de las familias separadas o monoparentales ofreciendo algunas sugerencias para la educación de los hijos que se encuentran en esas situaciones. Otro libro de Meeker se titula "Padres fuertes, hijas felices", donde aborda los aspectos específicos de la educación de las hijas, análogamente como en "Cien por cien chicos" estudia la educación de los hijos varones.

La familia aparece como auténtico núcleo y motor de la educación, con el que debe colaborar subsidiariamente el colegio y el tipo de enseñanza que los padres hayan elegido para sus hijos. Por este motivo, este libro resulta también valioso para profesionales de la docencia.

En el libro de Meeker subyacen ideas de profundo calado antropológico.  La persona humana esta hecha para ser amada y para amar. También es cierto que puede enfadarse con facilidad e, incluso, odiar. La familia, a lo largo de toda la historia de la humanidad, ha sido y sigue siendo el lugar privilegiado para querer y saberse querido. Todos los defectos de los que los humanos andamos bien surtidos no han podido destruir a la familia, pese al notorio número de rupturas matrimoniales de nuestra época. Esto es así porque el ser humano es naturalmente familiar, pese a los problemas - en ocasiones graves- que puedan surgir en el seno del hogar.

Quien primeramente educa a los hijos es su madre y su padre. Esto se debe a que cualquier hijo o hija espera de sus padres un amor incondicionado. El matrimonio podrá ser mejor o peor, pero para sus hijos sus padres son los mejores, sencillamente porque nadie les quiere tanto en este mundo. La familia es la primera y más necesaria escuela de educación. Cuando el matrimonio se rompe o alguno de los cónyuges desatiende gravemente sus deberes familiares, la confianza de los hijos es traicionada. Un hijo que no confía en sus padres está negativamente condicionado para su desarrollo personal. El castizo dicho "que te aguanté tu padre" es el desahogo de alguien poco simpático que, al menos, considera que hay una tabla de salvación para un joven molesto. Lo grave es cuando no aparece el padre que aguanté a su chaval, por falta de hombría o exceso de egoísmo. De todos modos, la realidad es rica y puede ofrecer modelos de autoridad y ejemplo en personas que sean referencia para esos chicos, aunque difícilmente podrán sustituir los vínculos de la filiación natural, salvo que se establezca una auténtica filiación adoptiva.

En la infancia y en la adolescencia es importante la vuelta a casa desde el “cole”. El chico o la chica llama a la puerta y le abre su madre, su padre o algún hermano. Pero...¿y si ya no ocurre así? Si un muchacho o una chiquilla de catorce años llegara a su casa, se encuentra la comida puesta pero el primer familiar apareciera a las tres o cuatro horas... ¿Se sentirá con ánimos para estudiar o hacer la tarea? No vamos a dramatizar pero analicemos este asunto más despacio. Para que un chaval estudie bien primero tiene que saberse protegido, seguro, querido. La tómbola verbenera del infante, la introspección existencial del adolescente, o la seguridad crítica del universitario son etapas variopintas de la vida que se mueven en una trayectoria con dos coordenadas fundamentales: el padre y la madre.

      La educación es una búsqueda práctica de la verdad en el amor. Quien más nos puede educar es el que nos quiere bien. Los padres son los primeros protagonistas de la aventura de educar. Una familia en la que señorea la estabilidad, la generosidad y la incondicional ayuda es la almadraba de la tarea educativa. Profesoras y profesores hay muchos, algunos especialmente importantes. Pero solo hay un padre y una madre. No siempre se dan las condiciones descritas, pero todo lo que se pueda acercar lo más posible a lo dicho antes es el punto de arranque más sólido de la educación.

           Una chica o un chico joven quieren hacer de su vida algo grande. Los estudiantes, contra lo que pueda opinar una sociedad parcialmente desencantada, quieren saber. Estudiar es fuente de libertad, de perspectivas amplias, de panorámicas abiertas. Estudiar no es un mortecino y rutinario sacrificio. Estudiar supone poner en juego algunas de las capacidades más elevadas del espíritu humano para hacer avanzar el testigo del progreso y trabajar por algo posible: un mundo mejor, más humano. Ningún joven quiere desatenderse de esta tarea. Ayudémosles con comprensión y exigencia.

Pienso también que es buena cosa que los padres recuerden a sus hijos la máxima paulina de que ”el que no trabaje que no coma”. Puede parecer dura aplicada a los hijos, pero es eficaz. No se trata de que los chicos desfallezcan  sino de darse cuenta de que, con cariño y fortaleza, educar en una vida dura es algo muy saludable para el carácter de los hijos.

La tarea de educar no es fácil ni tiene resultados inmediatos. Si los padres se desaniman al ver los escasos resultados de sus consejos a los hijos, especialmente a los adolescentes, puede ser bueno recordar dos cosas. Esa consideración que el joven escucha con despego y sin entusiasmo puede llegar a ser un notorio punto de luz en su vida. Por otra parte, no conviene olvidar demasiado cómo éramos nosotros a la edad de los chicos.
 
 
 
José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, May 23, 2016

Matrimonio y natalidad en España

Recientemente diversos medios destacan la necesidad del incremento de la natalidad española, para que nuestro país salga de una situación de crecimiento demográfico negativo. Muchos factores confluyen en este problema. Quisiera fijarme en uno: la idea misma de matrimonio. Puede entenderse esta unión como un pacto de convivencia compartida, donde priman los intereses personales de cada uno de los miembros. También cabe entender esta institución como algo prioritario, a lo que se subordina la actividad laboral y los proyectos personales de los cónyuges, en beneficio de la mutua ayuda y del cuidado y la educación de los hijos. Esta segunda idea es mucho más exigente, pero también más audaz, solidaria y fecunda. Solo desde una profunda reflexión y compromiso personal de lo que es la familia, podrán superarse las dificultades para conseguir una de las mayores alegrías humanas: traer hijos al mundo y verles sonreír.



José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, May 22, 2016

España necesita tener 719 nacimientos más al día

Noticia

Comentario: Casi se alcanzaría la mitad de esa cifra si se suprimiera la  práctica del aborto quirúrjico.

Thursday, May 12, 2016

13 Mayo, Virgen de Fátima: 35 Aniversario del atentado a San Juan Pablo II



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Saturday, May 07, 2016

Personan que sufren y nos sanan


Me gustaba ir a verla a su casa. Allí estaba ella, serena, luminosa, envuelta en elegancia, con una sonrisa radiante. Rosa Mari era una chica especial. A los dos nos gustaba jugar juntos al ajedrez. Ella, con sus veinte años, y yo, con mis trece o catorce, disfrutábamos moviendo los caballos y los alfiles. Al llegar su turno, me decía qué ficha quería mover, y yo lo hacía por ella. No recuerdo quien ganaba más partidas, creo que jamás nos importó esto a ninguno de los dos. Aquellos días, llenos de la luz de la juventud, se hacían más alegres con Rosa Mari.

Un pulmón de acero

Rosa Mari contrajo de niña la poliomielitis. Quedo paralítica de piernas y de brazos. En su sencillo y limpio hogar, llamaba la atención la dura presencia de un pulmón de acero. Ella debía de dormir en aquella especie de caja acorazada, que le permitía respirar durante el descanso de la noche. Sus padres, Ulpiano y Paula, dedicaban sus mejores esfuerzos a su hija, con naturalidad y sin estridencias. Después de charlar con Rosa Mari, uno volvía a sus quehaceres: el colegio, el fútbol, los amigos, o hablar con alguna chavala guapa. Después de un mes, al ir a casa de mis primos, volvía a acercarme al piso de los vecinos, donde vivía Rosa Mari. De nuevo el encuentro con su serenidad, un rato de conversación, una merienda y, a lo mejor, otra partida de ajedrez. Siempre la vi sonriente, jamás la escuché una queja. Las tendría alguna vez, digo yo, pero nunca delante de mí, y fueron un buen puñado de horas las que estuve con ella, un tiempo que se hacía muy corto.

Todos los jóvenes a los que no nos faltaba nada, y especialmente una familia estupenda, nos movíamos por el mundo con la seguridad del águila por el aire, o la del perro pointer en un coto de caza. La buena vida se endurecía cuando nos topábamos con algo difícil, como el fallecimiento de un abuelo o la enfermedad de Rosa Mari. Pero tampoco uno estaba para demasiadas reflexiones. Al vivir aquellas cosas, que no se entendían muy bien, un chaval se entristece durante un tiempo no muy largo, y reza algo también no muy extenso. Pero la corriente de la vida seguía fluyendo impetuosa, con sus actividades y deberes.

Ha llovido mucho desde entonces, y también ha salido el sol múltiples veces con su faz pletórica y naranja. La visión del mundo es ahora algo distinta. Los adultos conocemos el número de víctimas de la Segunda Guerra Mundial, la huella espantosa del terrorismo, o el vergonzoso problema del hambre en el mundo, entre otras calamidades. Para algunos, la vida ha pasado de ser una tómbola de luz y de color -como decía una canción- a una lotería algo siniestra y absurda. Enjuiciamos el mundo, denunciamos falsas políticas, nos quejamos de las injusticias laborales y de la incomprensión de un familiar. Pero es aún más verdad que vivimos, respiramos, tenemos proyectos, y hay gente que nos quiere de veras. Lo que debía ser un cántico de gratitud, se nos viene abajo por un dolor de muelas, un enfado, o quizás por algo más serio. La vida se torna a veces algo gris y lluviosa...hasta qué uno recuerda aquel pulmón de acero y la sonrisa de Rosa Mari.

¿Qué es eso de realizarse?


Víctor Frankl plantea en su libro "El hombre en busca de sentido" que la realización personal es la consecuencia indirecta de asumir la realidad que nos toca vivir. Esto no supone un conformismo negativo, sino una forma positiva de afrontar los problemas de una realidad que nosotros no hemos elegido. Mucho se habla en los países de Occidente sobre el término  "vida lograda". Tener una buena familia y una satisfactoria situación laboral, son  bienes muy valiosos que casi todos deseamos. Pero… Qué podemos decir a los enfermos graves de cáncer, esquizofrenia o depresión. Qué respuestas podemos ofrecer a los que no pueden valerse por sí mismos, física o psíquicamente. Qué sentido tiene la muerte de una persona joven, o el asesinato de los inocentes. ¿Es que sólo triunfan los que se lo merecen? Sabemos que no es así. Incluso, con frecuencia, consiguen éxito personas de baja talla moral. Alguien escribió con acidez que "para triunfar en la vida no basta solamente con ser un necio, es preciso además tener buenos modales". Esta afirmación, desde luego, es sesgada e injusta; pero se cumple en algunos casos.

Lo que resulta patente es que el mundo no tiene un sentido completo en sí mismo: o algo superior cuadra las cuentas pendientes, o la vida tiene un sentido profundamente desgarrado, trágicamente absurdo. Sin embargo, el absurdo no tiene consistencia para generar la existencia. Pensar que las atrocidades que suceden en el mundo no tiene una respuesta trascendente es un grave error de cálculo.

El emperador Marcó Aurelio afirmaba que la vida tiene más de guerra que de danza. Cuando se pone el objetivo solo en la danza, no hablo de los profesionales de este arte, la vida da mucha guerra. Las cosas se complican: la mágica felicidad de la infancia se puede transformar con el paso del tiempo en una realidad difícil, con muchas puertas cerradas. Incluso hay quienes llegan a considerar que hay que pensarse mucho si trae cuenta traer un hijo a este mundo... Menos  mal que sus padres no tuvieron tantos reparos.

Algún sabio comentó que los males del mundo provienen de la falta de moralidad y del exceso de ambición. Cuando campea la voluntad de dominio o poder, la historia nos ha demostrado lo bajo a lo que se puede llegar. Pero otras veces, lo que preside la conducta es un jovial materialismo, que se quiere mover en los plácidos linderos del espíritu pagano. Desde luego, el descanso y la diversión son necesarios para toda persona. Pero entusiasmarse en serio con la vida es una tarea más profunda, que requiere afrontar la realidad con un conocimiento acertado. Cada uno tiene que ejercitar su inteligencia en una tarea que redunde en beneficio de los demás y de sí mismo. Ese conocimiento, que también influye en los senderos profesionales, se abre al conocimiento y perfección de la convivencia. De mi valoración de las personas dependerá el trato que las dispense, y de ese trato dependerá como me entiendo a ti mismo.


La gran alegría que puede tener el hombre no es una enajenación transitoria, sino que debería ser nuestra condición más íntima, como afirma Chesterton. Sin embargo, como la actitud inicial del conocimiento es la humildad y la de la fraternidad es la entrega, la soberbia y el odio son las dos serpientes que se empeñan en devorar el corazón de la felicidad. Conocer el sentido de la propia vida lleva a entender el mundo y a trabajar en él. Así descubrimos los nombres de las cosas, y especialmente los de las personas. Desde la paz y la seguridad interior, podemos decir palabras que ayuden a nuestros semejantes a sentirse con más ganas de vivir, sabiéndose protagonistas en la construcción de un mundo más humano, mejor. Este es el camino para afirmar la vida y para darla. Una vida a la altura del ser humano, una vida alegre, con significado y valor, aunque acompañen los dolores y las dificultades.

Los que nos dan sentido


Existir, a poco que se piense, es un gran regalo. Pero, en algunos momentos, hay situaciones que pueden desgastar seriamente nuestro gusto por la vida. Mantener la visión positiva de los acontecimientos siempre se plantea como una buena táctica digna de elogio... ¿Pero realmente tiene un fundamento que vaya más allá de una opción personal? Sin profundizar ahora en la superioridad real del bien sobre el mal, lo que está claro es que preferimos convivir con gente discretamente animante y positiva. El cenizo suele tener pocos amigos.

Cuando cunden los inconvenientes y el desánimo podemos mirar a las “vidas rotas”: enfermos, discapacitados, pobres… Ellos son la medicina que necesitamos, el esqueleto que nos endereza, los maestros de nuestras vidas, los principales artífices del sentido logrado de este mundo. Entonces nos percatamos de que el buen vino y las chuletas de cordero son realidades estimulantes; pero que hace falta algo más para aspirar a ser feliz. Un compromiso moral personal, que pretenda la mejora propia y la de los demás, necesita de un esfuerzo por mirar el ángulo positivo y bueno de las cosas. No quejarse con frecuencia es, al menos, una postura humanamente elegante. Pero, además, puede revelar una gran dosis de inteligencia. El filósofo Leonardo Polo dice que el hombre es un ser que resuelve problemas. Tal resolución requiere de buscar salidas, hilos de luz aún en medio de una notoria oscuridad.

La victoria personal siempre es una victoria moral, algo que no depende exclusivamente de las consecuencias prácticas de los actos, o de las circunstancias pasajeras que los acompañan. Los motivos para vivir configuran la luz de la vida, y se trata de que esos motivos tengan una base real y sólida. El progresivo paso de los años lleva a un lógico desmejoramiento físico. También la experiencia de los años, bien asimilada, puede llevar a un modo de vivir esperanzado y alegre, lo que es un legado muy valioso.

Hace falta una fuerza sobrehumana para que seamos más humanos. Por ejemplo: perdonar de corazón a alguien que nos ha hecho un gran mal, nos hace un gran bien. Dar liebre por gato, sin que eso suponga una dejación de derechos, puede traer consigo una inmensa paz. Estos actos exigentes de generosidad no empobrecen el yo, lo fortalecen al ponerlo en tensión respecto al tú de los demás. Hay un "mecanismo" de restitución enriquecedora de la propia persona, que se pone en marcha cuando ésta muere a sus propios y razonables intereses, por un motivo más noble. Esa fuerza divina entra como la luz en el modesto edificio interior, clareándolo y llenándolo de belleza.

Volvamos a la vida concreta y a la historia de nuestra inicial protagonista. Pasaron los años y me llegó la noticia del fallecimiento de Rosa Mari, a sus cuarenta y pocos años de edad. Hacía mucho tiempo que no la veía y, como es lógico, afloraron recuerdos que, en ocasiones, parecen tener más consistencia que la realidad inmediata que nos rodea. Fui a ver a sus padres, charlé con ellos y me contaron cosas de sus últimos días. Vi un recordatorio de su funeral: representaba un mar sereno, al atardecer, sobre el que estaban impresas unas pocas palabras: "Hágase tu Voluntad". La luz de aquel atardecer me recordó la calidez y el sentido de la sonrisa de Rosa Mari.




José Ignacio Moreno Iturralde