Sunday, February 26, 2006

Documentación para Profesorado de Religión y Catequesis

V Encuentro Mundial de las familias: 1-9 de julio 2006 Valencia

Ante la licencia legal para clonar seres humanos y la negación a la protección de la vida humana incipiente

(Esta nota es un poco anterior anterior a la aprobación de la Ley).

Madrid, 9 de febrero de 2006

El Congreso de los Diputados votará próximamente la llamada Ley de técnicas de reproducción humana asistida, que suscita una honda preocupación.
El Evangelio es una fuerza divina a favor de la vida humana; muy en particular, de la vida de los débiles y de aquellos que no pueden defender por sí mismos su derecho fundamental a vivir. El Evangelio de la vida, que proclama que todo ser humano, con independencia de su edad, de su salud o de cualquier otra circunstancia temporal, está dotado de una dignidad inviolable, nos obliga a llamar la atención sobre una Ley que niega la protección jurídica que un ordenamiento justo ha de dar a la vida humana incipiente.
Las técnicas que suplantan la relación personal de los padres en la procreación no son conformes con la dignidad de la persona y arrastran consigo serios males para las personas, incluídos graves atentados contra las vidas humanas incipientes, es decir, contra los hijos. Lo explicaba sucintamente el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal en su Nota del 25 de mayo de 2004, titulada Por una ciencia al servicio de la vida humana, en la que se expresaba también la postura de la Iglesia en favor de la ciencia que sirve realmente para curar sin dañar ni destruir la vida de ningún ser humano.
Enumeramos algunos de los aspectos más problemáticos de la Ley en cuestión.
1. Si no es modificada todavía en las Cortes, esta Ley pasará a la historia como una de las primeras del mundo que da licencia para clonar seres humanos, autorizando la llamada “clonación terapéutica”. Los adjetivos benévolos no deben inducir a engaño. Se trata de producir seres humanos clónicos a los que, además, no se les dejará nacer, sino que se les quitará la vida utilizándolos como material de ensayo científico a la búsqueda de posibles terapias futuras. La Ley permite estas gravísimas injusticias y, además, quiéralo o no, abre también la puerta a la futura producción de niños clónicos, es decir, a la llamada “clonación reproductiva”.
2. Se permite producir embriones humanos no ya para la reproducción, sino como mero material de investigación. Y se posibilita la comercialización, tráfico y uso industrial de los embriones humanos llamados “sobrantes” de las prácticas de reproducción, ya que no se establece restricción alguna para investigar con ellos, ni se pone límite alguno eficaz a la cantidad que de tales embriones se pueda generar.
3. Se posibilita asimismo la selección eugenésica en nuevos campos, como el de la producción de los llamados “bebés-medicamento”, es decir, niños que nacerán con determinados fines terapéuticos, después de que otros hermanos suyos, inapropiados para esos fines, hayan sido seleccionados para la muerte en los primeros días de su existencia.
4. La Ley en trámite de aprobación legaliza igualmente la fecundación de ovocitos animales con esperma humano, una práctica de consecuencias imprevisibles reprobada en diversos convenios internacionales.
Los intereses económicos y políticos en juego no están permitiendo un debate sereno de asuntos de tanta trascendencia como éstos. Somos conscientes de que nuestra firme denuncia de esta Ley y de las prácticas a las que se refiere, puede ser presentada falsamente como un prejuicio religioso de un grupo social contrario al avance de la ciencia. Estamos, sin embargo, seguros de que alzando nuestra voz contra la legalización de tan graves atentados contra el ser humano, cumplimos con el deber que tenemos de anunciar el Evangelio de la vida y prestamos un verdadero servicio a nuestra sociedad. Animamos a los católicos a prestar este mismo servicio en los ámbitos de sus respectivas responsabilidades, ya sean éstas políticas, científicas, educativas o de ciudadanos responsables. No será posible a los diputados católicos apoyar esta ley con su voto. Tenemos que decir “no”, porque no podemos omitir el “sí” consecuente a la dignidad humana y a la justicia.

http://www.conferenciaepiscopal.es/actividades/2006/febrero_09.htm

Por su "gravedad moral", el episcopado español abordará la Ley de Reproducción asistida

Confirma la nota final de la reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal MADRID, viernes, 24 febrero 2006 (ZENIT.org).- Ante la «gravedad moral» de la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida (LTRHA) –cuyo proyecto ya ha aprobado el Congreso de los Diputados--, los obispos de la Comisión Permanente de la
Así lo confirma la nota de prensa difundida el jueves al término de dos días de reunión de la citada Comisión, que integran 23 prelados de España. El texto informa en lugar destacado, bajo el título «Técnicas de reproducción asistida y protección de la vida humana incipiente», del «amplio» diálogo que han mantenido los prelados sobre la nueva LTRHA (Cf. Zenit, 22 febrero 2006), ya en tramitación en el Senado. El Comité Ejecutivo de la CEE ya se había pronunciado sobre la norma en su nota «Ante la licencia legal para clonar seres humanos y la negación de protección a la vida humana incipiente» (Cf. Zenit, 10 febrero 2006), un texto que, por el momento, la Comisión Permanente «juzga suficiente». «Sin embargo, ante las características de esta nueva regulación, cuya gravedad moral difícilmente admite parangón en el derecho comparado, se ha decidido remitir el asunto a la próxima Asamblea Plenaria que se ocupará, de nuevo, en profundidad del tema», anuncia el comunicado de prensa. El encuentro está programado del 27 al 31 de marzo. Entre otros puntos, la LXXXVI Asamblea Plenaria del episcopado español también analizará, entre los textos que le remite la Comisión Permanente con vistas a su aprobación, el Mensaje que la Conferencia Episcopal hará público con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias (www.emf2006.org). Se trata la gran cita internacional que acogerá la ciudad de Valencia del 1 al 9 de julio, que contará con la presencia del Papa Benedicto XVI.

Thursday, February 23, 2006

Viernes 24.II; 20,00: Autorizada la Convocatoria de AES frente al teatro Alfil por la obra vejatoria anticristiana "La Revelación"

El Arzobispo de Pamplona habla sobre la nueva Ley de embriones

Presentamos una carta Pastoral del Arzobispo de Pamplona que enjuicia con claridad cuientífica y moral la ley de manipulación de embriones humanos que quiere aprobar el gobierno.
Una ley cruel y engañosa
El Congreso acaba de aprobar un nuevo proyecto de Ley de Técnicas de reproducción Humana Asistida. Se trata de una ley cruel, discriminatoria, totalitaria. En ella la autoridad pretende poder decidir sobre la vida y la muerte de miles de seres humanos.
El fondo de la cuestión es la valoración del embrión como un verdadero ser humano, por débil e incipiente que sea. Los científicos, los comentaristas, tendrían que ser claros y dejarse de ambigüedades: ¿cuál es el estatuto ontológico de un embrión humano? ¿Es o no un verdadero ser humano? ¿Acaso no tiene dentro de sí el dinamismo necesario para llegar a ser un hombre adulto con tal de recibir las ayudas exteriores necesarias? No es un simple "grupo de células", como se dice en la ley. Ni sirve tampoco de nada inventar el concepto de "preembrión" para los primeros 14 días después de la fecundación. Se trata de un ser nuevo, que tiene en sí unidad, proyecto genético y dinamismo vital. Si no es un verdadero ser humano ¿qué otra cosa puede ser?

Reconocer la identidad humana del embrión haría prácticamente imposible la legitimación de la manipulación de esos seres humanos, su utilización con fines prácticos o su destrucción simple y directa. Con la nueva ley estas prácticas quedan admitidas prácticamente sin limitaciones. Se reconoce la capacidad de decisión a los donantes por un tiempo, pasado el cual los embriones quedan a merced del centro que los conserva. Los llamados "embriones sobrantes" podrán ser utilizados como material de investigación o para fines terapéuticos o destruidos directamente. En realidad quedan reducidos a la condición de cobayas humanas. Las comisiones, los registros, las aparentes limitaciones no resuelven este problema de fondo.
Conducidos por una mentalidad profundamente amoral, nuestros legisladores han autorizado también la producción de embriones humanos por clonación con el fin de poder obtener células madre o incluso niños compatibles que luego puedan dar órganos para sus hermanos o familiares enfermos. El procedimiento supone también la producción de un número indeterminado de embriones clonados entre los cuales se escoge uno y se destruyen los demás.La malicia radical de estas prácticas consiste en atribuirse la capacidad de producir seres humanos artificialmente con un fin utilitario y condenar a la muerte a los que no sirvan para los fines deseados. ¿Puede haber un abuso mayor en el ejercicio de la autoridad? Los legisladores tienen poder y obligación de legislar para favorecer la convivencia, para promover el bien de todos, pero nunca para disponer de la vida o de la muerte de ningún ser humano. La vida humana es un bien sagrado que está por encima de nuestras instituciones, competencias y decisiones. No hay autoridad política que pueda legitimar lo que va contra la naturaleza humana y contra la dignidad del hombre. Nadie en la tierra tiene autoridad para dar la vida ni para quitarla a un ser humano en función de unas determinadas utilidades Si fuera legítimo clonar seres humanos para curar ¿por qué no iba a serlo también para otros fines igualmente apetecibles?
Además no está comprobada la eficacia de todo esto; sí las mentirasNo cambian las cosas por el hecho de querer dar una utilidad terapéutica a estos embriones clonados. No es justo, no es lícito, producir artificialmente un ser humano para poder utilizarlo en provecho de otro. No es lícito producir seres humanos para escoger uno y destruir los demás. Y menos cuando la naturaleza nos está ofreciendo otras posibilidades más razonables, enteramente respetuosas con los derechos básicos del ser humano y hasta técnicamente más favorables.
Pero el problema no está aquí. El problema está en la pretensión de arrogarse una libertad omnímoda en el ejercicio de la autoridad sin ninguna limitación de la plena autonomía por razones éticas y morales, con el ánimo de ampliar las libertades civiles sin referencia a ninguna ley moral objetiva, como si fuéramos los dueños absolutos de la vida. Es decir, el problema está en la voluntad manifiesta de legislar y de vivir en el marco de una visión de la vida radicalmente atea. Los legisladores dicen que quieren ampliar las libertades de los ciudadanos, pero quedan muchas cuestiones pendientes. ¿Quiénes son los que van a poder utilizar estos sistemas? ¿Quién se va a beneficiar económicamente de estas actuaciones? ¿Qué libertad se amplía a los embriones que son traídos a la vida para ser luego suprimidos? Cuando no se reconoce la soberanía de Dios, el poder político tiende a ocupar su lugar ampliando desmesuradamente sus competencias y alzándose como dueño de la vida y de la muerte. Esta es la raíz del totalitarismo más radical y temible.
Los católicos no estamos en contra de la investigación, del progreso de la ciencia, del desarrollo de la medicina y de la atención a los que sufren deficiencias actualmente incurables. La fe en un Dios Creador nos capacita para buscar y utilizar todas las posibilidades que Dios ha puesto en el mundo para nuestro bien. Pero sabemos que la investigación, la ciencia y todos los recursos a nuestro alcance los tenemos que utilizar en favor de la vida, en favor del hombre y no atropellando los derechos ni la dignidad de ningún ser humano, por débil que sea. Dios ha puesto el mundo en nuestras manos, pero para el bien de todos, no para que lo disfruten los fuertes a costa de los débiles. Aquí no hay aspectos sociales que defender.
Cualquier persona que estudie la cuestión de manera objetiva, verá que estas prácticas son una auténtica barbarie de bata blanca al servicio de fuertes intereses económicos. Quien defienda de verdad la dignidad del ser humano tiene que oponerse a ellas.
+ Fernando Sebastián AguilarArzobispo de Pamplona y Obispo de TudelaPamplona, 20 de Febrero del 2006.

Wednesday, February 22, 2006

Una curación extraordinaria

Entrega

A la hora de ver la vida real de personas que se han volcado con Dios y con sus semejantes dan ganas de cambiar de inmediato. Sin embargo, en breve, se tropieza uno con los defectos y egoísmos de siempre. Cabe entonces preguntarse: ¿Qué han tenido y tienen estas personas ejemplares para actuar así? Las respuestas pueden ser múltiples: voluntad, buen humor, generosidad, capacidad de sacrificio. Todas estas cosas son ciertas y muchas otras que podrían enumerarse. Si añadiéramos sencillez me parece que estaríamos aportando un dato importante, porque la persona sencilla está más capacitada para estar a bien con los demás y consigo misma. Pero pienso que hay algo más, sin ánimo de descubrir las américas. Quisiera explicarlo con un ejemplo: Imaginemos una primorosa y abundante comida con estupendos alimentos de lo más variopinto. Tal comida está cercada por un precinto que impide llegar a ella. Gentes, más o menos hambrientas e incluso indigentes, observan con perplejidad que aquellos alimentos tan buenos son absolutamente inaccesibles. Al día siguiente, todo aquella estupenda comida que hubiera servido para calmar el hambre de muchos está ya inservible. Algo, que estaba hecho para darse, se convierte en estéril y absurdo. Pienso que, aunque cada uno de nosotros no seamos una tortilla o un asado, sólo nos damos -nos entregamos- cuando nos sabemos queridos, cuando alguien distinto a nosotros nos dice:”tú eres bueno”. Quizás el gran don de las personas que han llevado una vida de entrega, de exigencia, de don de sí mismas, es que se han sabido inmensamente queridas por Dios y muy valoradas por los demás: han vivido enamoradas. Una vez más estamos hablando de un don, de un regalo del cielo que conviene pedir para tener una vida lograda: Darnos cuenta de que a pesar de las cosas duras de la vida –sobre todo de la propia dureza interior- somos verdadera y misteriosamente queridos más allá de lo que podemos imaginar.
José Ignacio Moreno Iturralde

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma de 2006

El Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2006, lleva por título un versículo del Evangelio de San Mateo: "Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas". Sigue el documento íntegro:

"La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza, sosteniéndonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua".

"Incluso en el "valle oscuro" del que habla el salmista mientras el tentador nos mueve a desesperarnos o a confiar de manera ilusoria en nuestras propias fuerzas, Dios nos guarda y nos sostiene. Efectivamente, hoy el Señor escucha también el grito de las multitudes hambrientas de alegría, de paz y de amor. Como en todas las épocas, se sienten abandonadas. Sin embargo, en la desolación de la miseria, de la soledad, de la violencia y del hambre, que afectan sin distinción a ancianos, adultos y niños, Dios no permite que predomine la oscuridad del horror".

"En efecto, como escribió mi amado predecesor Juan Pablo II, hay un "límite impuesto al mal por el bien divino", y es la misericordia. En este sentido he querido poner al inicio de este Mensaje la cita evangélica según la cual "Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas".

"A este respecto deseo reflexionar sobre una cuestión muy debatida en la actualidad: el problema del desarrollo. La "mirada" conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos, puesto que por el "proyecto" divino todos están llamados a la salvación. Jesús, ante las insidias que se oponen a este proyecto, se compadece de las multitudes: las defiende de los lobos, aun a costa de su vida. Con su mirada, Jesús abraza a las multitudes y a cada uno, y los entrega al Padre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio de expiación".

"La Iglesia, iluminada por esta verdad pascual, es consciente de que, para promover un desarrollo integral, es necesario que nuestra "mirada" sobre el hombre se asemeje a la de Cristo. En efecto, de ningún modo es posible dar respuesta a las necesidades materiales y sociales de los hombres sin colmar, sobre todo, las profundas necesidades de su corazón. Esto debe subrayarse con mayor fuerza en nuestra época de grandes transformaciones, en la que percibimos de manera cada vez más viva y urgente nuestra responsabilidad ante los pobres del mundo. Ya mi venerado predecesor, el Papa Pablo VI, identificaba los efectos del subdesarrollo como un deterioro de humanidad. En este sentido, en la encíclica "Populorum progressio" denunciaba "las carencias materiales de los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo... las estructuras opresoras que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de las explotaciones de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones".

"Como antídoto contra estos males, Pablo VI no sólo sugería "el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación en el bien común, la voluntad de la paz", sino también "el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin".

"En esta línea, el Papa no dudaba en proponer "especialmente, la fe, don de Dios, acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo". Por tanto, la "mirada" de Cristo sobre la muchedumbre nos mueve a afirmar los verdaderos contenidos de ese "humanismo pleno" que, según el mismo Pablo VI, consiste en el "desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres". Por eso, la primera contribución que la Iglesia ofrece al desarrollo del hombre y de los pueblos no se basa en medios materiales ni en soluciones técnicas, sino en el anuncio de la verdad de Cristo, que forma las conciencias y muestra la auténtica dignidad de la persona y del trabajo, promoviendo la creación de una cultura que responda verdaderamente a todos los interrogantes del hombre".

"Ante los terribles desafíos de la pobreza de gran parte de la humanidad, la indiferencia y el encerrarse en el propio egoísmo aparecen como un contraste intolerable frente a la "mirada" de Cristo. El ayuno y la limosna, que, junto con la oración, la Iglesia propone de modo especial en el período de Cuaresma, son una ocasión propicia para conformarnos con esa "mirada". Los ejemplos de los santos y las numerosas experiencias misioneras que caracterizan la historia de la Iglesia son indicaciones valiosas para sostener del mejor modo posible el desarrollo".

"Hoy, en el contexto de la interdependencia global, se puede constatar que ningún proyecto económico, social o político puede sustituir el don de uno mismo a los demás en el que se expresa la caridad. Quien actúa según esta lógica evangélica vive la fe como amistad con el Dios encarnado y, como Él, se preocupa por las necesidades materiales y espirituales del prójimo. Lo mira como un misterio inconmensurable, digno de infinito cuidado y atención. Sabe que quien no da a Dios, da demasiado poco; como decía a menudo la beata Teresa de Calcuta: "la primera pobreza de los pueblos es no conocer a Cristo". Por eso es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro misericordioso de Cristo: sin esta perspectiva, no se construye una civilización sobre bases sólidas".

"Gracias a hombres y mujeres obedientes al Espíritu Santo, han surgido en la Iglesia muchas obras de caridad, dedicadas a promover el desarrollo: hospitales, universidades, escuelas de formación profesional, pequeñas empresas. Son iniciativas que han demostrado, mucho antes que otras actuaciones de la sociedad civil, la sincera preocupación hacia el hombre por parte de personas movidas por el mensaje evangélico. Estas obras indican un camino para guiar aún hoy el mundo hacia una globalización que ponga en el centro el verdadero bien del hombre y, así, lleve a la paz auténtica".

"Con la misma compasión de Jesús por las muchedumbres, la Iglesia siente también hoy que su tarea propia consiste en pedir a quien tiene responsabilidades políticas y ejerce el poder económico y financiero que promueva un desarrollo basado en el respeto de la dignidad de todo hombre. Una prueba importante de este esfuerzo será la efectiva libertad religiosa, entendida no sólo como posibilidad de anunciar y celebrar a Cristo, sino también de contribuir a la edificación de un mundo animado por la caridad. En este esfuerzo se inscribe también la consideración efectiva del papel central que los auténticos valores religiosos desempeñan en la vida del hombre, como respuesta a sus interrogantes más profundos y como motivación ética respecto a sus responsabilidades personales y sociales. Basándose en estos criterios, los cristianos deben aprender a valorar también con sabiduría los programas de sus gobernantes".

"No podemos ocultar que muchos que profesaban ser discípulos de Jesús han cometido errores a lo largo de la historia. Con frecuencia, ante problemas graves, han pensado que primero se debía mejorar la tierra y después pensar en el cielo. La tentación ha sido considerar que, ante necesidades urgentes, en primer lugar se debía actuar cambiando las estructuras externas. Para algunos, la consecuencia de esto ha sido la transformación del cristianismo en moralismo, la sustitución del creer por el hacer. Por eso, mi predecesor de venerada memoria, Juan Pablo II, observó con razón: "La tentación actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado una "gradual secularización de la salvación", debido a lo cual se lucha ciertamente en favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio, nosotros sabemos que Jesús vino a traer la salvación integral".

"Teniendo en cuenta la victoria de Cristo sobre todo mal que oprime al hombre, la Cuaresma nos quiere guiar precisamente a esta salvación integral. Al dirigirnos al divino Maestro, al convertirnos a Él, al experimentar su misericordia gracias al sacramento de la Reconciliación, descubriremos una "mirada" que nos escruta en lo más hondo y puede reanimar a las multitudes y a cada uno de nosotros. Devuelve la confianza a cuantos no se cierran en el escepticismo, abriendo ante ellos la perspectiva de la salvación eterna. Por tanto, aunque parezca que domine el odio, el Señor no permite que falte nunca el testimonio luminoso de su amor. A María, "fuente viva de esperanza", le encomiendo nuestro camino cuaresmal, para que nos lleve a su Hijo. A ella le encomiendo, en particular, las muchedumbres que aún hoy, probadas por la pobreza, invocan su ayuda, apoyo y comprensión. Con estos sentimientos, imparto a todos de corazón una especial Bendición Apostólica".
(Fuente: www.vatican.va)

Entrevista a S. E. Mons. Juan Antonio Reig Pla

Obispo de Cartagena en España, Presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida,
Vicepresidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, Miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia (Sección Española), dependiente de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, Gran Canciller de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) y miembro de la Comisión para la preparación del V Encuentro Mundial del Santo Padre con las Familias, a celebrar, Dios mediante los días 8 y 9 de julio de 2006 en Valencia (España)

El gobierno de España, que preside don José Luís Rodríguez Zapatero, ha presentado en el Congreso de los Diputados un Proyecto de Ley, que finalmente ha sido aprobado, sobre “Técnicas de reproducción humana asistida”. Aunque todavía faltan pasos para su aprobación definitiva, a la vista de su contenido, ¿qué valoración le merece dicho Proyecto de Ley?

Este Proyecto de Ley no es sólo inicuo, sino que puede constituirse en una verdadera arma de destrucción masiva de vidas humanas, así como de la integridad psicológica de los que sobrevivan a ella.
Estamos hablando de un Proyecto de Ley que introduce innumerables propuestas que vulneran el Derecho Natural; sin embargo, sin ser exhaustivos, podríamos destacar, al menos, diez atentados contra los más elementales Derechos Humanos.
Así este Proyecto de Ley: 1) permite la “producción” de seres humanos; 2) facilita las conductas homicidas; 3) determina arbitrariamente quien merece ser considerado persona y quien no; 4) manipula el lenguaje para manipular las conciencias y el derecho; 5) constituye a algunos en dueños de la vida y de la muerte; 6) introduce el peligroso precedente de que el fin justifica los medios; 7) no excluye toda clonación humana; 8) permite la injusticia de que a los hijos se les niegue deliberadamente la posibilidad de conocer a su madre y con más frecuencia a su padre, facilitando por esta razón, que se den relaciones sexuales incestuosas; 9) hace posible con toda naturalidad el “bioadulterio” y el “incesto genético”; y 10) este Proyecto de Ley, afectado por una especie de “Síndrome de Frankenstein”, autoriza la producción de “quimeras” medio-animal / medio-hombre.

¿Monseñor, podría explicar de un modo sencillo y breve cada uno de estos diez aspectos que ha enumerado?

Naturalmente, con mucho gusto.

1) Se permite la “producción” de seres humanos
«La Conferencia Episcopal Española ha denunciado en varias ocasiones la Ley de Reproducción Asistida de 1988 como una ley injusta. En aquella ley, como en el Proyecto que ahora se nos propone, se viola el derecho de los hijos a ser engendrados en el acto fecundo de donación interpersonal entre el padre y la madre, y se les trata como si fueran objetos de producción, lesionando así su dignidad de personas. Aunque es loable el deseo del hijo, no es lícito conseguirlo de cualquier manera». El hijo no es un derecho, es un don.

2) Se facilitan las conductas homicidas
Con estas legislaciones se permite la producción de miles de embriones llamados “sobrantes” que son congelados y condenados a un destino incierto. Se llevan a cabo prácticas eugenésicas y abortivas, como las llamadas, según los casos, “selección o reducción embrionarias”, que no consisten en otra cosa que en matar a un ser humano inocente en los primeros momentos de su desarrollo. Estos defectos permanecen en este Proyecto de Ley permitiendo la “producción” in vitro de personas y admitiendo la selección y eliminación de personas en fase embrionaria.

3) Se determina arbitrariamente quien merece ser considerado persona y quien no.
Es necesario recordar que «el embrión humano merece el respeto debido a la persona humana. No es una cosa ni un mero agregado de células vivas, sino el primer estadio de la existencia de un ser humano, desde el mismo momento de la fecundación. Todos hemos sido también embriones. Por tanto, no es lícito quitarles la vida ni hacer nada con ellos que no sea en su propio beneficio». Pero el Proyecto de Ley que se ha presentado no reconoce esta dignidad y respeto, sino que durante las dos primeras semanas los consideraría como mero material biológico.

4) Se manipula el lenguaje para manipular las conciencias y el derecho
Con el objeto de evitar la pregunta antropológica y ética fundamental sobre el embrión, algunas organizaciones internacionales vienen intentando relativizar el estatuto biológico del mismo, denominándolo en los primeros 14 días, con un término, hasta hace pocos años inexistente, llamado «preembrión». Este confuso término es utilizado también en este Proyecto de Ley. Se trata de una grave manipulación del lenguaje científico, un verdadero sofisma para manipular las conciencias y el Derecho, ya que dicha denominación no corresponde a una base biológica precisa.
Nada sucede del día 14 al 15, o antes o después de su implantación en el útero materno que cambie la esencia del embrión. Embrión o preembrión, día 14 o 15, implantado o no, nos encontramos en cualquier caso, y desde la fecundación, ante un ser humano que sigue su propio curso de desarrollo. Por tanto, desde el momento de la fecundación, pasando por las diversas fases del desarrollo embrionario hasta el nacimiento, existe la persona humana, que no puede ser producida, manipulada ni usada como “material biológico”.

5) Se otorga a algunos la capacidad de ser dueños de la vida y de la muerte
Este Proyecto de Ley otorga al equipo médico y a la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida el poder de decisión sobre la existencia de las personas: a ellos correspondería establecer cuantos ovocitos son fecundados, una vez producida la fecundación quiénes podrán seguir su desarrollo natural tras ser transferidos al útero materno o no (selección embrionaria tras realizar el mal llamado “diagnóstico” preimplantacional, que “curiosamente” no tiene como fin curar sino matar), a quiénes, una vez implantados, se les dará la posibilidad de nacer o no (reducción embrionaria), y quién será congelado o destinado a la investigación; es decir, a ellos correspondería decidir quien es producido y quien no, quien puede desarrollarse y quién no, quien vive y quien muere. A la luz de los datos estadísticos oficiales, hasta la fecha, estamos hablando ya de un verdadero “holocausto silencioso”.

6) Este Proyecto de Ley introduce el peligroso precedente de que el fin justifica los medios.
No deseo entrar en el debate sobre los fines que se plantean para justificar la producción de seres humanos (los llamados bebés-medicamento), con el objeto de poder curar a otros con parte de su material biológico o sencillamente investigar con ellos. La razón es simple: el fin no justifica los medios. Ningún fin, por loable que sea justifica producir seres humanos. Tampoco pueden justificarse los pasos posteriores a la producción, es decir, la selección del embrión más útil, lo que podría llamarse “producción a la carta de bebés-medicamento”, algo así como generar un hermano para tomar de él, si es necesario, “piezas de repuesto”, o la simple destrucción tras haber alcanzado los supuestos “fines científicos”. La dignidad de toda persona reclama ser tratada como un fin en sí mismo, no como una cosa.
7) Queda abierta la puerta a la clonación humana, en concreto a la denominada “clonación terapéutica”
“La clonación reproductiva y la clonación “terapéutica” o “de investigación” no son dos tipos diferentes de clonación: implican el mismo proceso técnico de clonación y difieren únicamente en los objetivos que persiguen”. Tanto en una como en la otra se producen seres humanos atentando gravemente contra la dignidad de la persona; como ya hemos dicho el fin no justifica los medios. Por otra parte, conviene indicar que la investigación con células madre procedentes de adultos es una alternativa real. Esta fructífera vía de investigación no implica problema ético alguno, y ha conseguido ya extraordinarios resultados terapéuticos que la Iglesia alienta y ve con esperanza.

8) Todo ser humano tiene derecho a conocer a su padre y a su madre, cuando no es así, entre otras graves consecuencias de carácter psicológico y moral, se posibilitan las relaciones sexuales incestuosas. Este Proyecto de ley no sólo permite, como hemos dicho, la injusticia de producir, seleccionar y eliminar seres humanos, sino que contempla, así mismo, la posibilidad de producción de seres humanos con el fin deliberado de donarlos, como si de objetos se tratara, perpetrando otra gran injusticia: privarles deliberadamente del derecho a conocer y ser educados por su padre y por su madre.
Además, con esta y otras leyes anti-familia (ley del divorcio, ley de los así mal llamados matrimonios entre personas del mismo sexo, etc.) se están sentando las bases de una sociedad sin padres y en especial sin la figura paterna, lo que constituye un gravísimo atentado contra la integridad psicológica de los hijos, Todo esto provocará, entre otras consecuencias, diversos trastornos psicológicos, el aumento de personas con inclinación homosexual y los suicidios. De hecho, ya son varios los países en los que se han constituido asociaciones de personas “afectadas” por leyes análogas: las llamadas “asociaciones por el derecho a saber”. Los miembros de estas asociaciones exigen poder conocer quienes son sus verdaderos padres. Estas personas han sido arrancadas sin piedad de su propia genealogía, que es la que nos inserta como únicos e irrepetibles en el seno de una familia; por ello el desconocimiento de sus auténticos orígenes les produce un sufrimiento psicológico y moral enorme que puede afectar a las relaciones interpersonales e incluso a las siguientes generaciones.
Por último, el hecho de que deliberadamente se impida de modo absoluto conocer quien es el padre y la madre posibilita que una vez adultos, al no conocer estas personas los propios orígenes, se puedan dar relaciones sexuales incestuosas entre ascendientes y descendientes directos (padres e hijos, abuelos y nietos) o entre hermanos, todo ello de consecuencias biológicas y psicológicas impredecibles.

9. Se hace posible el “bioadulterio” y el “incesto genético”
Este mismo Proyecto, como la Ley de 1988, prevé la posibilidad legal de la donación de gametos, es decir, de óvulos y semen. El cuerpo es la visibilización de la persona y, en concreto, su patrimonio genético lo enraíza en su genealogía y lo define biológicamente como único e irrepetible. De ahí, que sólo en el contexto de las relaciones sexuales matrimoniales es lícito el intercambio de este patrimonio genético, por el que los esposos, junto con el acto sexual propiamente dicho, se expresan amorosamente el pleno don de sí. Además, de lo indicado en el número anterior, esta es la razón por la que, siendo lícita y meritoria la donación, en su caso, de otros órganos, resulta siempre inmoral la donación, no sólo de embriones, sino también de gametos, los cuales expresan la identidad y unicidad de la persona de la que proceden. Dicho de otra manera: conjugar un gameto de uno de los esposos con otro gameto que no sea de su cónyuge constituye lo que podríamos llamar un auténtico “bioadulterio”. Hay que añadir también aquí, que el anonimato en la donación de gametos hace posible que se produzcan fecundaciones de mujeres con el semen de su propio padre, de un abuelo o de un hermano, produciéndose un verdadero “incesto genético”, también, en este caso, de consecuencias biológicas y psicológicas impredecibles.

10) Este Proyecto de Ley, afectado por una especie de “Síndrome de Frankenstein”, autoriza la producción de “quimeras” medio-animal / medio-hombre.
En este Proyecto, como en la Ley de 1988, se autoriza, en el colmo de la manipulación arbitraria de la vida, la fecundación de óvulos de hembras de animales con semen de hombres, produciendo así embriones con patrimonio genético medio-animal / medio-humano. Ninguna razón, tampoco el hecho de que el Proyecto de Ley obligue a la destrucción de dicha “quimera” una vez alcanzados los “fines”, puede justificar la atrocidad antropológica de fecundar el óvulo de un animal con el semen de un hombre.

Don Juan Antonio, una vez explicado todo esto, ¿cuál debe ser la actitud de las personas de buena voluntad ante este Proyecto de Ley?

La iniquidad de este Proyecto, como la de la Ley de reproducción asistida que ahora está en vigor, puede ser conocida por la conciencia de cualquier persona de recta razón que no esté ideologizada. He hablado con categorías propias del Derecho Natural y si me apura propias del simple “sentido común”.
Cinco son, al menos, las “batallas” que hay que librar: 1) la batalla del matrimonio y la familia: sin matrimonios -esposo y esposa- y familias fuertemente unidas por el amor no es posible educar armónica e integralmente a los hijos. 2) la batalla de la vida: sin hijos, más aún, sin familias numerosas y sin el más escrupuloso respeto a la vida naciente, a los enfermos y a los mayores no hay futuro. 3) la batalla de las conciencias: es necesario, desde el respeto y promoción a la verdadera libertad, educar y movilizar las conciencias, formando la razón para que la inteligencia conozca y reconozca la verdad, la voluntad se oriente a hacer el bien, es decir, a amar, y la sensibilidad anhele la verdadera belleza. 4) la batalla de la memoria: se hace indispensable recordar nuestra procedencia, de dónde venimos, nuestra “tradición”, nuestras raíces cristianas. Sin estas raíces el árbol de nuestra civilización está destinado a morir. 4) la batalla de la presencia en la vida pública: es indispensable organizarse, estar presentes en los medios de comunicación y participar, en general, en la vida pública, movilizando la sociedad civil en orden a reclamar leyes justas; en todo caso, debemos estar prestos a ser testigos, es decir, a ser mártires. Y 5) el combate de la fe y de la evangelización: la plenitud de lo humano es lo cristiano -“ecce homo”-; la batalla contra Satanás es desigual, la victoria no es posible sin los dones gratuitos de la fe y de la gracia de Dios, las cuales hay que suplicar al Altísimo cada día, junto con todas las demás virtudes. Pero incluso esto no es posible sin el anuncio explícito de la Buena Noticia; es necesario, a pesar de las muchas dificultades, proponer con valentía el Evangelio de la vida: Cristo nuestro Salvador.

Monseñor, ¿qué nos diría para concluir esta entrevista?

Deseo dejar constancia de que este Proyecto de Ley se constituye, sin duda, en un instrumento para facilitar el suicidio silencioso e inexorable de nuestra civilización, que no es otra que la Civilización del Amor. Espero que nuestros representantes políticos sean conscientes a la hora de votar este Proyecto de Ley. Es la mismísima estabilidad del entramado familiar y social lo que está en juego; los políticos, y con mayor razón si son católicos, deben oponerse, con todos los medios lícitos, a la aprobación de esta Ley. Así mismo, los votantes no pueden legítimamente apoyar a los partidos políticos que defiendan estas legislaciones.
Para terminar, consciente de que nuestra civilización lo es del amor, de la fe y de la libertad, pero también de la esperanza, sólo me queda suplicar a la Santísima Trinidad, por intercesión de la Inmaculada Concepción y del Apóstol Santiago, que proteja a España y a sus hijos.

Comunicado de prensa de la Oficina de Información del Opus Dei en Roma

Ofrecemos un comunicado de prensa de la Oficina de Información del Opus Dei en Roma, difundido el 14 de febrero, con motivo de la película 'El código da Vinci'.Oficina de Información del Opus Dei en Roma14 de febrero de 2006.
Durante los últimos días, nos llegan muchas preguntas acerca de la película sobre el Código Da Vinci. Deseamos reiterar lo que ya dijimos el pasado 12 de enero: no tenemos ningún deseo de polémica, no habrá ningún boicot ni nada parecido. Seguiremos manejando esta situación con una actitud de transparencia, serenidad y espíritu constructivo El Código Da Vinci ofrece una imagen deformada de la Iglesia Católica. La publicidad del libro y de la película representan una buena oportunidad de mostrar la auténtica realidad de la Iglesia. En la encíclica Deus Caritas est, Benedicto XVI ha señalado que la caridad es un rasgo esencial de la Iglesia: “El amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades, incluso materiales, de los hombres” (n. 19). En ese sentido, éste puede ser un momento adecuado para dar a conocer la labor de servicio que desarrollan en África los católicos, desde hace muchos siglos; y para sostener el empeño de numerosas instituciones de la Iglesia en ese continente, que sigue siendo una de las grandes emergencias del mundo. Muchas personas se sienten dolidas por la falta de respeto del Código Da Vinci a las creencias de los cristianos. Nos gustaría invitar a esas personas a manifestar su disconformidad de forma serena y constructiva: dando a conocer alguna iniciativa de educación o de cooperación promovida por los católicos en África; o contribuyendo a su sostenimiento con una pequeña aportación. Nos damos cuenta de que una ayuda de ese tipo es sólo un gesto simbólico, pero tiene también un significado concreto y positivo. Harambee 2006 presenta cuatro proyectos promovidos por católicos en África, dos de ellos por miembros del Opus Dei. Pero hay muchas otras iniciativas que merecen la colaboración de todos, y no es difícil escoger una. Informar sobre las actividades de solidaridad de los católicos en África es un modo de lograr que la discusión pública provocada por el Código Da Vinci no se quede en una polémica estéril. Es una forma de conseguir que el debate deje un fruto positivo: un mejor conocimiento de un aspecto esencial de la Iglesia Católica, y una ayuda concreta a personas necesitadas.
Al mismo tiempo, seguimos confiando en la sensibilidad de Sony-Columbia, en su capacidad de reacción constructiva. Es fácil comprender que no basta dar al ofendido la oportunidad de defenderse, mientras se mantiene la ofensa. Estar a la altura de las circunstancias significa evitar la ofensa, cuando aún posible. Quedan todavía tres meses para el estreno. Por tanto, mantenemos la esperanza de que no haya, en la edición final de la película, referencias que pueden herir a los católicos. Esa decisión sería un gesto conciliador muy apreciado, precisamente en estos momentos en que todos lamentamos las penosas consecuencias de la intolerancia. Sony - Columbia está a tiempo de hacer una contribución a la concordia, de gran importancia en el contexto actual: puede demostrar que son compatibles la libertad de expresión y el respeto a las creencias; puede confirmar que el respeto es un acto libre que nace de la sensibilidad, no una consecuencia de la censura ni de las amenazas. Al tomar una decisión conciliadora, Sony – Columbia haría un gran servicio a la causa del diálogo entre las culturas, y honraría la respetable tradición de esas empresas.

Sunday, February 19, 2006

Benedicto XVI: Sólo la apertura al amor a Dios puede sanar al hombre y a la humanidad

Sólo la apertura al amor de Dios puede sanar al hombre y a la humanidad, advierte el Papa. En su intervención antes de rezar el Ángelus CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 febrero 2006 (ZENIT.org).- El Papa recurrió este domingo a la intercesión mariana «para que todo hombre se abra al amor misericordioso de Dios, y así la familia humana pueda ser sanada en profundidad de los males que le afligen». Pronunció Benedicto XVI estas palabras antes de rezar el Ángelus ante más de 30 mil fieles y peregrinos que acudieron a la cita dominical --difundida internacionalmente por radio y televisión-- en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Santo Padre se centró en el deseo de Jesús de sanar el corazón del hombre y para ello explicó el pasaje del Evangelio de la liturgia eucarística de este domingo, relativo a la curación de un paralítico (Cf. Mc 2, 1-12). Jesús dijo «al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”», una forma de actuar que «muestra que quiere curar ante todo el espíritu», porque sólo después, «para demostrar la autoridad que se le ha conferido por Dios de perdonar los pecados, añade: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa” y le cura completamente», sintetizó. «El mensaje es claro –reconoció Benedicto XVI--: el hombre, paralizado por el pecado, tiene necesidad de la misericordia de Dios que Cristo ha venido a darle, para que, sanado en el corazón, toda su existencia pueda reflorecer».
El Papa señaló en el paralítico del relato evangélico «la imagen de todo ser humano a quien el pecado le impide moverse libremente, caminar en la vía del bien, dar lo mejor de sí». Y es que «el mal, anidando en el espíritu, ata al hombre con los lazos de la mentira, de la ira, de la envidia y de los demás pecados, y poco a poco le paraliza», constató. Pero también la «humanidad --añadió-- lleva los signos del pecado, que le impide progresar prontamente en esos valores de fraternidad, de justicia, de paz que igualmente se ha propuesto en solemnes declaraciones».

Vocación

Wednesday, February 15, 2006

Lo vital de la muerte

He tenido la inmensa suerte de ver a una persona muy querida con una entereza y una visión cristiana roqueña y alegre a la hora de morir. La muerte es sin duda un duro trago por el que todos hemos de pasar, pero quisiera reflejar algunas observaciones sobre ella que me parecen positivas. En el estado actual de nuestra naturaleza, si no hubiera muerte daría igual hacer una cosa bien hoy o mañana, o nunca. Por otra parte la muerte nos hermana e iguala: muere tanto el rey como el mendigo; el rico y el menesteroso. La muerte nos hace ver que estamos de paso y que esto no es lo definitivo; cuestión clave para enfocar la vida como lo que verdaderamente es.

Hay muertes muy duras: las de personas jóvenes, las producidas por accidentes inesperados, los asesinatos,...Para un cristiano, pienso que también para todo hombre de fe, está la posibilidad de decir: “Dios mío no lo entiendo pero Tú sabes más”. Esta postura, frente a la rebeldía y la desesperación, nos sitúa en una posición de esperanza y confianza, que es la propia de una criatura humana.

Las muertes de nuestros mayores, pese a ser más previsibles, es humano que se nos hagan duras y dolorosas. Desde una fe cristiana me ha parecido entender que la ancianidad es un proceso de purificación del espíritu, una fuente de méritos morales y una segunda infancia donde el anciano tiene la oportunidad de volver a hacerse como un niño delante de Dios. Al ver a tantos abuelillos que lo pasan física y psíquicamente tan mal hay quizás dos opciones de interpretación: el absurdo radical o un gran misterio de gloria que salta a la eternidad de Dios. Cada cuál es libre de optar por lo que quiera pero debemos considerar cuál que opción nos hace ser mejores personas. Por otra parte, en mi opinión, lo radicalmente absurdo es tan insostenible como un círculo cuadrado.

José Ignacio Moreno Iturralde

Thursday, February 09, 2006

Primer milagro de Dios-Amor a través del nuevo Papa


Lo ha publicado la revista María Mensajera en el núm 300 de Enero 2006:El pasado agosto, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el SantoPadre se desplazó hasta la localidad teutona de Colonia (Köln). Más deun millar de peregrinos tuvimos la oportunidad de poder reunirnos con nuestromuy querido papa Benedicto XVI. Ya hablamos en el número 296, correspondiente a la revista del mes de septiembre de 2005, de los frutosespirituales del encuentro, no obstante los materiales no se han hecho esperar: una curación de cáncer. Se trata del primer milagro público de Joseph Ratzinger. La emotiva imagen del Santo Padre acariciando el rostro de Victor, un niño de seis años enfermo de cáncer, conmovió a la opinión pública al ser retransmitida a nivel mundial. Esta tierna imagen, reflejo del amor de Cristo por los que sufren, vuelve a ser actualidad, pues la enfermedad, que se expandía por el cuerpo de este infante de forma irremediable, ha desaparecido. Todo ocurrió a las puertas de la iglesia de San Pantaleón, situada en el casco antiguo de Colonia. Entre la muchedumbre apiñada en torno a esta parroquia estaban Victor y sus familiares, oriundos de Düsseldorf. Fue a la salida de la iglesia cuando Benedicto XVI descubre la presencia de Cristo crucificado en esta alma víctima. Es entonces cuando, a pesar de la natural timidez a la que nos tiene acostumbrados, el Santo Padre se acerca al niño, que en esos momentos estaba en brazos de su madre Michaela, con el fin de acariciarlo, reconfortarlo y bendecirlo. Hoy en día, ante la perplejidad del equipo médico, los análisis de Victor han dado negativo, el cáncer se ha extinguido, Victor es un niño sano con la posibilidad de reanudar una vida normal. "Nosotros mismos casi no nos lo podíamos creer cuando nos lo comunicaron", relata Michaela, la madre. "Los propios médicos se quedaron estupefactos al llegar a sus manoslos resultados de las pruebas", continúa. "La bendición más fuerte del mundo", como así la describió el propio Victor tras su contacto con el Papa, ha surtido efecto.

Wednesday, February 08, 2006

Nueva entrada a este blog

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La sabiduría de la señora fea

Recuerdo que hace años tenía que ir con frecuencia a una delegación de un ministerio en Madrid. Una de las empleadas que atendía al público me pareció especialmente fea. Observé como iba despachando las cuestiones con. sequedad pero con una eficacia fantástica: no decía “le falta a usted un sello”; si no que, tras un reproche, te conseguía de inmediato lo que te hacía falta. Era fea, algo antipática, eficacísima y maravillosa. Al cabo del tiempo todo el mundo quería ponerse en su ventanilla...porque aquella mujer realmente pensaba en los demás.

Es posible que algunos dediquemos demasiado tiempo en buscar mentalmente soluciones a problemas humanitarios internacionales al tiempo que podemos vivir con escasa intensidad y algo de tedio, cuando no de repulsa, el contacto con la muestra de humanidad que de hecho se nos ofrece: las personas casuales con las que tenemos que toparnos todos los días en el trabajo: gentes atolondradas, algo egocéntricas y susceptibles. Personas con deseos de seguridad para dar seguridad, con afán de bienestar para compartirlo con su familia y amigos; individuos o individuas que, llegado el caso, darían su vida gustosos por salvar la de sus hijos.

Nuestro cibermundo audiovisual tiene cosas fantásticas y eficaces, pero quizás hemos perdido el sentido para lo fantástico en sí mismo: animar a un alumno que está de bajón, preparar de modo imprevisto el plato preferido del cónyuge, o escuchar con paciencia cuasioriental la biografía de una abuelita por teléfono. Éstas son las cosas realmente fantásticas y liberadoras que reducen enérgicamente nuestras contracturas espirituales y nos solazan en el regocijo de estar a bien con el mundo; es decir: estas son las cosas eternas donde está Dios.


José Ignacio Moreno Iturralde

Tuesday, February 07, 2006

Breve reflexión personal sobre la Encíclica "Deus caritas est"

Al terminar de leer la Encíclica del Benedicto XVI he recordado unas palabras que aprendí hace tiempo. No son de un doctor de la Iglesia ni de un sacerdote, si no de un padre de familia: “El amor nunca pasa y si pasa no es amor”. Me parece que es una buena frase para enfrentarse con ella, sea cual sea nuestra visión ética u opción política.

José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, February 06, 2006

Benedicto XVI: Defender la vida humana

Defender la vida humana es un acto de amor que exige amor, aclara el PapaUna cultura que se basa «en la atención a los demás, sin exclusiones o discriminaciones», asegura CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 5 febrero 2006 (ZENIT.org).
- Benedicto XVI explicó este domingo que la defensa de la vida humana, tanto naciente como en su fase terminal, constituye un auténtico acto de amor por toda persona. Así lo explicó al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos en el día en que la Iglesia celebraba en Italia y en otros países la Jornada para la Vida. Escuchaban al Papa varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, entre los que se encontraban miembros del Movimiento para la Vida de Italia, quienes estaban acompañados por el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario del Papa para la diócesis de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. «Incluso antes de emprender iniciativas operativas, es fundamental promover una adecuada actitud hacia el otro», afirmó el pontífice recogiendo el mensaje central de su primera carta encíclica «Deus caritas est» (Dios es amor). Según el obispo de Roma, «la cultura de la vida se basa, de hecho, en la atención a los demás, sin exclusiones o discriminaciones». «Toda vida humana, en cuanto tal, merece y exige ser defendida y promovida siempre», subrayó el Papa hablando desde la ventana de su estudio. El mismo Papa reconoció que «esta verdad corre el riesgo de ser contradicha con frecuencia por el difundido hedonismo en las así llamadas sociedades del bienestar: la vida es exaltada mientras es agradable, pero se tiende a dejar de respetarla cuando está enferma o experimenta algún tipo de discapacidad». Ahora bien, según él mismo propuso, «partiendo del amor profundo por toda persona es posible aplicar formas eficaces de servicio a la vida: tanto a la naciente como a la que está marcada por la marginación o el sufrimiento, especialmente en su fase terminal». El Santo Padre recordó que una de las contribuciones del pontificado de Juan Pablo II, particularmente con la encíclica «Evangelium vitae» (1995) fue la de «enmarcar los aspectos morales en un amplio contexto espiritual y cultural», confirmando «que la vida humana es un valor primario que hay que reconocer, y que el Evangelio invita a respetar siempre». El pontífice concluyó encomendando a María «a las mujeres que esperan a un niño, a las familias, a los agentes sanitarios y a los voluntarios que se comprometen de diferentes maneras en el servicio a la vida. Rezamos, en particular, por las personas que se encuentran en situaciones de mayor dificultad».
Benedicto XVI también habló de la Jornada para la Vida poco antes al realizar una visita pastoral en la mañana de ese mismo día a la parroquia del Vaticano, la iglesia de santa Ana. El Santo Padre constató que en estos momentos «dos mentalidades se oponen de manera inconciliable». «Expresándonos en términos simplificados, podríamos decir --aclaró--: una de las dos mentalidades considera que la vida humana está en las manos del hombre, la otra reconoce que está en manos de Dios». «La cultura moderna ha legítimamente subrayado la autonomía del hombre y de las realidades terrenas, desarrollando así un perspectiva apreciada por el cristianismo, la de la encarnación de Dios», reconoció. Pero, como afirmó claramente el Concilio Vaticano II, dijo el Papa, «si esta autonomía lleva a pensar que "la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador" entonces se crea un profundo desequilibrio, pues "la criatura sin el Creador desparece"».

Reírse de Dios

ABC, 6.II.06
Por JUAN MANUEL DE PRADA
SIGO con fruición las evoluciones de la polvareda mediática provocada por la publicación de las caricaturas de Mahoma en un periódico danés. Será una ocasión formidable para comprobar -una vez más- la debilidad de Occidente, su incapacidad para defender los valores que pomposamente proclama, y también una oportunidad regocijante para desenmascarar la cobardía de ciertos valentones que no tienen rebozo en hacer escarnio de la religión... siempre que la religión escarnecida sea la cristiana, por supuesto. La primera reacción occidental ante la condena decretada por los fanáticos islamistas ha consistido en afirmar que la libertad de expresión es sagrada. Declaración grandilocuente e inexacta, pues la libertad de expresión debe estar sometida a otros derechos más elementales, cual es la propia dignidad del hombre. Del mismo modo que la libertad de prensa no puede amparar la descalificación gratuita y calumniosa de personas e instituciones, tampoco creo que deba proteger a quien agrede las creencias religiosas de una parte de la sociedad, pues dichas creencias forman parte del meollo mismo de la dignidad humana. Naturalmente, que la libertad de expresión no justifique el exabrupto pedestre o chabacano contra tal o cual religión no significa que no se pueda ironizar sobre la religión, o satirizar las imposturas de sus fieles y jerarquías.Estas declaraciones grandilocuentes sobre la libertad de expresión ya han empezado, sin embargo, a ser sustituidas por palinodias medrosas. Diversos mandatarios de organismos internacionales han reclamado «sensibilidad hacia otras comunidades religiosas» (pero la inclusión de ese «otras» quizá presuponga la existencia de «una» que no merece tal sensibilidad), o han recordado que «la libertad de expresión debe respetar las creencias religiosas». Sorprende que estos apóstoles del respeto y la sensibilidad no se preocupen de alzar su voz cuando la religión cristiana y sus símbolos son sistemáticamente vejados; quizá no les preocupe tanto el atropello de los sentimientos religiosos como la reacción que dicho atropello pueda originar entre los adeptos de la religión escarnecida. Y a esto se le llama, pura y simplemente, miedo. Si mañana surgiese un grupúsculo de fanáticos cristianos que amenazase con liquidar a quienes se atrevan a escarnecer sus creencias comprobaríamos que todos esos zascandiles que han convertido la religión cristiana en la diana de sus invectivas enmudecerían de inmediato. Como dichos zascandiles saben que tal cosa no ocurrirá, pueden entretenerse ofendiendo impunemente los pacíficos sentimientos religiosos de los cristianos, incluso pueden permitirse el lujo de posar ante la galería como gallardos transgresores. Así, por ejemplo, en España, durante los últimos meses, se han estrenado -con subvenciones públicas- obras de teatro blasfemas, se ha mostrado en televisión cómo «se cocina» un Cristo, se ha paseado en manifestaciones encabezadas por representantes del Gobierno una muñeca Nancy crucificada. También, por supuesto, se ha permitido la caracterización en diversas series y programas televisivos de los católicos como meapilas casposos, reprimidos sexuales y no sé cuántas lindezas más. Nuestro Código Penal tipifica los delitos contra los sentimientos religiosos; pero, por lo que se ve, la aplicación de la ley penal se suspende cuando la ofensa se infiere a determinada confesión religiosa y a quienes la profesan.

No les quepa ninguna duda: tras las exaltaciones de la libertad de expresión, tras las palinodias medrosas, se acabará pidiendo perdón -si hace falta, de rodillas- por haber zaherido los sentimientos de «otra» comunidad religiosa. A los valentones que posan de transgresores siempre les quedarán, como dianas de sus invectivas, el Dios de los cristianos y sus pacíficos adeptos.

Sunday, February 05, 2006

El Papa concede indulgencias con motivo de la Jornada Mundial del enfermo (11 de febrero)

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 3 febrero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha concedido la indulgencia plenaria o parcial con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el 11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes. Así lo establece un decreto de la Penitenciaría apostólica publicado este viernes por la Santa Sede en previsión de la celebración que tendrá por eje mundial en ese día la catedral de san Francisco Javier de Adelaida, en Australia. La Jornada Mundial del Enfermo está dedicada particularmente en este año a las personas que padecen dificultades mentales, según explicaba el mismo Papa en el «Mensaje» escrito para esta ocasión. El documento concede indulgencia plenaria a los bautizaos que, «según las acostumbradas condiciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre) y con espíritu desapegado de cualquier pecado, participen devotamente el 11 de febrero próximo en la catedral de Adelaida o en cualquier otro lugar establecido por la autoridad eclesiástica en una ceremonia sagrada celebrada para impetrar de Dios las finalidades de la Jornada Mundial del Enfermo». Las personas que no puedan participar en estas celebraciones por atender a los enfermos, «especialmente a los que a causa de algún trastorno mental exigen mayor paciencia, diligencia y atención», «si en ese día prestan generosamente al menos durante alguna hora su asistencia caritativa a los enfermos como si lo hicieran al mismo Cristo Señor (Cf. Mateo 25, 40), teniendo el espíritu desapegado de todo pecado y el propósito de cumplir, cuando puedan, las condiciones exigidas para alcanzar la Indulgencia plenaria». Por último, podrán ganar la indulgencia plenaria aquellos fieles que por enfermedad, por edad avanzada o por cualquier razón de este tipo no puedan participar en la ceremonia, en caso de que «uniéndose espiritualmente con el deseo en la citada celebración, recen devotamente por todos los enfermos y ofrezcan a Dios, a través de la Virgen María, "Salud de los enfermos", sus sufrimientos físicos y espirituales». El decreto concede además indulgencia parcial «a todos los fieles, del 9 al 11 de febrero, cada vez que, con corazón contrito, dirijan a Dios misericordioso devotas oraciones para implorar las citadas finalidades de ayuda a los enfermos». El decreto lleva la firma del cardenal estadounidense James Francis Stafford, penitenciario mayor. El «Código de derecho canónico» (c. 992) y el «Catecismo de la Iglesia católica» (n. 1471), definen así la indulgencia: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos». Benedicto XVI ha concedido ya indulgencia plenaria con motivo de otros dos grandes encuentros para la vida de la Iglesia, la Jornada Mundial de la Juventud (21 de agosto de 2005) y con motivo de los cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II (8 de diciembre de 2005). Con motivo de esa segunda ocasión, el cardenal Stafford declaró a Zenit que, según él cree, estos decretos indican el deseo del Papa de redescubrir el auténtico sentido de las indulgencias en la Iglesia. «Y esa enseñanza está profundamente arraigada en la enseñanza de los Padres de la Iglesia». El purpurado explicaba que el Papa «está muy preocupado por la necesidad que tenemos de recuperar la conciencia de la profunda gratitud que debemos a Cristo por el gran precio que pagó por nosotros a causa de nuestros pecados. Y una manera de hacerlo es rescatando el sentido original del ejercicio del poder de las llaves de Pedro». La Iglesia antigua daba mucho énfasis a esas palabras de Jesús al primer Papa: «Te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que atares en la tierra atado será en el cielo; y lo que desatares en la tierra, desatado será en el cielo» (Mateo 16, 19). Los primeros cristianos, recordó el cardenal, veían «como tarea primaria de estas llaves la de liberar a las personas del terrible peso de sus propios pecados a través del perdón, y de la culpa que es causada por sus pecados». [Puede leerse la constitución apostólica de Pablo VI sobre las indulgencias «Indulgentiarum Doctrina», en la sección de documentos de la página web de Zenit]