Wednesday, July 26, 2017

La grandeza de la sencillez


Hace pocos años se puso de moda la expresión "antes muerta que sencilla". Pese a ser un slogan bastante simplón, podía resultar divertido. Pero el fondo del asunto no es tan gracioso: la sencillez es rechazada, con frecuencia, porque suena a monotonía y aburrimiento. Sin embargo, lo que ocurre puede que resulte ser algo muy distinto. La sencillez tiene una fuerza y un magnetismo fantásticos, que para los seres humanos no es fácil de conquistar. La serenidad imponente de una montaña o de un lago, muestran una espléndida sencillez que viene dada. Ahora bien, tener la moral tan alta como un pico nevado y vivir de un modo establemente sereno, como un remanso de aguas limpias y profundas, es algo que hay que ganarse a base de bastante esfuerzo.

Sencillez y admiración

Una semilla determinada, con nutrientes y agua, puede dar lugar a un haya. Cuando se ve este prodigioso árbol desarrollado, es fácil pensar en un cuento fantástico. El surgimiento de ese coloso con ramas podría considerarse como una especie de fantasía hecha realidad. Mediante asombrosos códigos biológicos, la materia inerte pase a ser un espléndido ser vivo; y esto es algo digno de admiración. La mirada agradecida ante la naturaleza brota, en buena parte, de la sencillez de espíritu. Pero  si en vez de admirar el árbol, mi mente está enredada en múltiples complicaciones personales... me puedo estar yendo por las ramas. Pierdo, con estos líos mentales, el núcleo de la vida, que tiene mucho que ver con el agradecimiento.

Ciertamente no es fácil irse asombrando constantemente de lo que vemos, como si estuviéramos con Alicia en el país de las maravillas. Esto sólo se le tolera a los niños, con comprensiva indulgencia. Aunque, pensándolo mejor, quizás es que a los adultos nos falte, muchas veces, alguna Alicia que nos explique porque este mundo puede ser maravilloso.

Las catástrofes diarias narradas en los telediarios, las enfermedades y los contratiempos, parecen encapotar la sencilla y humanísima dicha de vivir. Ver a un discapacitado, o a un joven con una grave enfermedad, no nos mueve precisamente a ver la vida con un optimismo infantil. Pero ante la reiterada presencia del dolor, cabe una lectura más original, verdadera y positiva de lo que sucede a nuestro alrededor. Al ver la entrañable escena de un chico y una chica síndromes de Down, cogidos de la mano, puede que se nos quiten muchas tonterías de la cabeza. Sí alguien observa a un amigo moribundo esbozar una sonrisa llena de sentido, recibe una inyección de salud mental que ningún medicamento puede dar.

Realmente los momentos difíciles pueden ser altamente significativos, si uno sabe darlos la vuelta y encontrar una perla donde sólo parecía existir una cáscara de ostra, dura y desagradable. Donde a veces se pone quizás más complicada lavisión entusiasta de la existencia, es en las mil precariedades cotidianas que jalonan el calendario anual: catarros, prisas, enfados con un insoportable profesor -o alumno-, pequeños enfados conyugales, un dolor de muelas, una avería en el coche o, en el colmo del paroxismo, el bombardeo en el traje de una cándida paloma. Se trata de cosas que si fueran grabadas en vídeo, podrían poder hacer pasar un rato divertido al espectador. A lo mejor sería interesante considerar la vida no tanto como una posesión sino como un alquiler: algo así como una película que me viene dada con un guión, y en la que puedo actuar hasta cierto punto. Puede que así aprendiéramos mejor a tomar la vida como viene. Respecto a este saber torear lavida, recuerdo un sencillo suceso. Una vez, un catedrático de Historia del arte salió de un servicio sangrando por una brecha en la cabeza. Alarmado, le pregunté que había sucedido.  Se había dado un golpe con el borde de una ventana. El caso es que este señor no perdía el buen humor, y mientras le curaron su venerable calva lamentaba no haber sido herido por un motivo más heroico. Además de catedrático de arte era un artista.

Si alguien puede ser un número uno en una disciplina noble y no hay inconveniente en intentarlo... ¡ánimo y a por ello! Lo contrario sería una pena. Pero ser un Miguel Ángel o un Leonardo da Vinci está al alcance de muy pocas fortunas. Curiosamente, al estudiar a estos genios, se ve que en algunos aspectos humanos importantes sus vidas eran muy mejorables. Por contraste, todo hombre puede hacer de su vida una obra de arte. Puede que baste con algo sencillo: una inspiración buena, un buen guía y tesón por mejorar.

Sencillez y familia

Una vez vi un programa de televisión, donde se preguntaba a varios adolescentes si les gustaba ir a los museos. Su respuesta fue negativa. El más locuaz afirmaba que para obras de arte ya estaban las chicas guapas. Aquel joven tenía sólidas razones para sostener su afirmación, aunque no le vendría mal estudiar y cultivar la cultura. De todas las realidades armoniosas, una persona atractiva es destacable. Mirar humanamente a la posible pareja es apreciarla en toda su dignidad de persona; bajar el nivel al respecto es rebajarse.  En una mirada acertada está el comienzo de la familia, la institución más sencilla y fundamental de toda la historia. En el matrimonio, y la familia que de él surge, hay múltiples elementos: ayuda, economía, diversión, trabajos, enfados, risas, llantos... Todos ellos se desarrollan en un plano de predominante normalidad. Puede parecer a algunos que el panorama de una vida en familia es monótono ... Si al menos se tratara de una familia como la de la película "Los increíbles", donde cada uno tiene poderes prodigiosos,  la institución parecería más atractiva. Pero cocinar, lavar la ropa, trabajar diariamente, atender a un enfermo o aguantar mecha cuando alguno está insoportable,  no sugiere una vida demasiado estimulante. Este tedio por lo cotidiano surge por la anemia de la cordialidad, que puede convertirnos en almas desencantadas. La gran pasión y la gran aventura está en saber amar, especialmente a los seres más cercanos. Cualquier tipo algo maduro sabe que amar de verdad tiene menos de sentimiento y más de realismo. Un realismo, que llevado con amor bueno, conduce frecuentemente al buen sentido del humor. Un padrazo y una madre ejemplares es posible que no hayan ido de vacaciones a las cataratas del Niagra, que su coche no sea un último modelo y que sus ahorros sean tan escasos como sus horas de sueño. Pero están metidos en una aventura, romántica e incómoda, que es la más humana de las realidades; y de ella surge la mejor de las simpatías.

El amor verdadero, el que nos hace ser mejor personas y ayuda a los demás, es la única actividad que es un fin en sí mismo. Por este motivo, trabajar en la estación espacial MIR o dedicarse a la investigación minera hasta el centro de la tierra, son sólo medios. Estar con y cuidar de la familia es, sin embargo, un fin. Esto es así porque la familia, que es el mejor modo de liberarnos de nuestra egoísmo congénito, tiene la fuerza de poder sacar lo mejor de nosotros mismos.

Hay personas que por diversos motivos no se han casado y pueden vivir una enorme dimensión familiar en su vida, por su generosidad. También hay matrimonios que no pueden tener hijos. Chesterton, uno de los más inteligentes y divertidos escritores sobre la familia y los hijos, no pudo tenerlos con su mujer Frances. Sin embargo, la inteligencia literaria de este matrimonio, y su generosidad probada con familiares y amigos, les ha hecho ser unos de los más destacados defensores contemporáneos de la realidad familiar.

Actualmente se somete a la familia a múltiples retos, que parecen poner en jaque su misma identidad. Hay algo que consideró importante al respecto: las montañas, los árboles y los cielos no suelen querer salirse de su sitio, salvo en las catástrofes naturales. Sin embargo, los seres humanos tenemos a veces un extraño deseo de salirnos de nuestro lugar más propio. Ciertamente no es fácil saber del todo cual es el lugar más idóneo de uno, cuando hay posibilidad de elegir. Pero no es menos cierto que la insaciabilidad del espíritu humano tiende a dislocarnos y a querer sacarnos de nuestra mejor posición. Por ejemplo: si la persona humana se desarraiga de la familia, porque esto comporta exigencia, se deshumaniza. Ser familiar nos es tan necesario como el corazón y los pulmones. La sencillez ayuda mucho a aceptar esta realidad; es decir: a aceptarnos a nosotros mismos.

Sencillez y cristianismo

Al asomarse a las páginas del Evangelio, se respira el sabor genuino de la sencillez. En este libro tan singular, incluso los sucesos más portentosos son narrados con una sobriedad y una discreción conmovedoras. El hecho de que el Hijo de Dios haya nacido en una familia muy modesta, exalta al máximo el valor de lo corriente y lo normal. La encantadora costumbre navideña del Belén nos lo recuerda una y otra vez.

Los que se oponen frontalmente al cristianismo quizás lo hagan porque no admiten la asombrosa actitud humilde y sencilla del mismo Dios. Este modo de obrar, sin armar ruido, parece acorde con la esencia de Dios. La filosofía metafísica más profunda ha resaltado la simplicidad de Dios: un ser absoluto, que no depende de ningún otro, en el que no hay ninguna perfección que adquirir porque ya es plenamente perfecto: Él es plenamente sencillo porque su inteligencia y su voluntad se identifican con su propio ser.  La teología católica ha buscado modos de aproximarnos al misterio más grande de larevelación cristiana: la Trinidad de Dios. Dios es tres personas: El Padre es todo Paternidad; el Hijo es todo Filiación; y el Espíritu Santo es expiración amorosa del Padre y del Hijo. Dios es relaciones subsistentes. Los seres humanos nos relacionamos unos con otros y, por estar hechos a imagen y semejanza divina, la entrega a los demás es el único modo de realizarnos plenamente. Por otra parte, es muy esclarecedora la revelación de que
"Dios es amor"( Jn 4,1). Todo esto nos hace entender, a nuestro muy modesto nivel, algo realmente maravilloso: Dios es Familia.

Es claro que resulta necesario estudiar la fe cristiana en su veracidad histórica y en su coherencia racional. Conocidos los elementos fundamentales del cristianismo- sobre los que siempre se puede profundizar más- la única manera de asimilarlos es al estilo divino: humilde y sencillo. La fe no es una conquista de la razón, sino regalo divino a un corazón bien dispuesto.

En la Sagrada Familia, la Madre Virginal, el que hizo las veces de padre con fantástica eficacia y Dios hecho hombre, han compuesto la más bella y verdadera noticia de toda la historia de la humanidad. Cada uno supo estar en su sitio con una alegría y una felicidad inefables, aunque me atrevería a decir que no sin un serio esfuerzo en algunas ocasiones. Su condición modesta iba enlazada con la grandiosa. Por este motivo, la realidad humana y cristiana de la familia ensalza lasencillez no sólo por el gran valor realista y práctico que tiene, sino porque lo sencillo está unido al misterio de Dios y a su designio de salvación para la humanidad.

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