Monday, April 16, 2012

El papa celebra su cumpleaños trabajando

Juan Pablo II en su séptimo aniversario

Se cumplieron siete años de la entrada en el Cielo de Juan Pablo II. Fue el 2 de abril, la vigilia, entonces, del segundo Domingo de Pascua o de la Fiesta de la Misericordia. Él mismo instituyó esta Fiesta que pidió Jesús a Santa Faustina Kowalska, monja polaca con grandes dones místicos. El aniversario del paso del Papa a la Eternidad, en Polonia se celebró con vigilias y con un laberinto en el que se pusieron sus frases más conocidas
( “el respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho", "esforzaos en abrirvuestras mentes y corazones a la verdad y al bien, educándoos en la auténtica justiciay en la paz" …). Al el sur del país, recordaron al Papa deportista con 9.665 metros de natación, el número de días de su Pontificado, turnándose decenas de nadadores en una piscina municipal. En Valladolid y en otras ciudades de España se le recordará en la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia , el segundo Domingo de Pascua, fiesta elegida por Benedicto XVI para su beatificación el año pasado. El Papa decía que “ el mensaje dela Divina Misericordia es mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado”.El Papa Wojtyla, autor de la Encíclica “Dives in Misericordia”, sigue siendo, desde elCielo, un gran Apóstol de la Divina Misericordia.

Josefa Romo Garlito

Saturday, April 14, 2012

Domingo de la Divina Misericordia: 15 de abril


El único día con doble indulgencia:

1.- Indulgencia establecida por Jesús
(Del Diario de Santa Faustina) “Quiero que esta imagen sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua” (49) “Ese día los sacerdotes han de hablar sobre Mi misericordia infinita” (570). “Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramaré un océano de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. Que ningún alma tema acercarse a Mí” (699).

2.- Indulgencia establecida por Juan Pablo II Para que los fieles, una vez obtenido el perdón de sus pecados, recibieran el don de la consolación del Espíritu Santo y cultivaran una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, Juan Pablo II determinó en el 2000 que el segundo domingo de Pascua se denominara "Domingo de la Divina Misericordia " y, dos años más tarde, animado por sus abundantísimos frutos espirituales, otorgó indulgencia plenaria al fiel:

a) Que en el día de la Divina Misericordia, en un espíritu totalmente alejado del pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Divina Misericordia, o al menos rece el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti"), en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía (expuesto o en el Sagrario)

b) Que cumpla las condiciones normales de toda indulgencia plenaria

• Confesión. Si no se está en pecado mortal, vale la confesión hecha:
a) el mismo día en que se quiere ganar la indulgencia;
b) en cualquiera de los ocho días que preceden a ese día; c) a los que acostumbran confesarse por lo menos dos veces al mes, estas confesiones les bastan; d) aunque no se confiesen dos veces al mes, si son personas de comunión diaria –aunque de hecho no comulguen una o dos veces por
semana– no necesitan confesarse especialmente, si no están en pecado mortal.

• Comunión. Puede hacerse:
a) en el día en que se quiere ganar la indulgencia;
b) el día anterior al día en que se quiere ganar la indulgencia;
c) en cualquiera de los siete días inmediatos siguientes al día indicado;
d) los que acostumbran comulgar todos los días –aunque de hecho no comulguen una o dos veces por semana- no están obligados a comulgar especialmente para ganar la indulgencia.

• Orar por las intenciones del Papa. No basta la oración mental, debe ser vocal (cualquiera).

• No tener afecto a pecado alguno. Estar sin culpa alguna para que se perdone toda la pena; de donde la necesidad de estar totalmente arrepentidos y decididos a no pecar más, no
conservando afecto a ningún pecado.

Los párrocos deben informar a los fieles en la forma más adecuada, estar dispuestos a escuchar sus confesiones y alentar a los fieles a realizar actos de misericordia tan a menudo como puedan.