Sunday, February 17, 2019

La familia es la raíz de la educación


La formación escolar, académica, se basa en la formación de la afectividad; y la familia es el ámbito principal y privilegiado para educar los afectos. Esta idea del pensador Leonardo Polo, y de muchas otras personas, me parece de palpitante actualidad. El amor que un niño o una niña recibe de sus padres, y de sus hermanos si los tiene, es hasta tal punto necesario, que sobre él descansa gran parte de la identidad del hijo.

Soy profesor de Eso y Bachillerato desde hace 33 años. Hoy pueden observarse, entre las familias españolas, una proporción significativa de separaciones o divorcios. Esto no es indiferente a la enseñanza de un colegio o instituto. Con excepciones, los chicos de padres separados no tienen ni la motivación, ni la atención, ni la capacidad de esfuerzo para afrontar con eficacia sus obligaciones escolares. No me extraña. Lejos de mí el juzgar situaciones familiares que no me competen. Pero como profesor, puedo decir una cosa: cuando un chico tiene una familia unida y estable, su rendimiento escolar es notablemente superior. Se trata simplemente de sentido común, del testimonio de la experiencia, y de múltiples estudios y estadísticas serias al respecto.

El mundo de la enseñanza se debate con frecuencia en polémicas políticas, y en métodos pedagógicos -ciertamente muy interesantes-, pero echo en falta una seria reflexión sobre lo siguiente: sin una sólida educación familiar, el colegio o el instituto hará una labor precaria y poco eficaz; algo así como intentar hacer una carretera sin asfalto. La inseguridad afectiva y familiar de los alumnos hace que los profesores tengan que aumentar la dedicación en cuestiones disciplinares previas, hasta tal punto que el proceso educativo se ve notablemente perjudicado para todos.

No está todo perdido, ni mucho menos, en las familias que no mantienen su unidad; y los profesores estamos para servir a todo tipo de personas. Sin embargo, les invito a que sean conscientes de lo que expongo para satisfacer, en la medida de lo posible, algo que es propio de la ecología humana y de la raíz de la educación de los hijos: la necesidad de un padre y una madre que los quieran, y a ser posible que se quieran entre sí, dedicando a los chicos y chicas cariño, tiempo, dedicación y exigencia.




José Ignacio Moreno Iturralde