Tuesday, December 31, 2019

Los Reyes y los padres



Hay quien dice que los Reyes Magos son los padres. Es una afirmación comprometida, porque la noche de Reyes es una de las cosas más ilusionantes de la infancia. Sin embargo, sospecho que mucha gente no se ha enterado todavía de que los padres son los Reyes. Ser madre y ser padre supone una realeza, tanto más grande cuánto que está al servicio de lo que más se quiere: los propios hijos. El cristianismo, a través de esta fiesta, refuerza el valor de la familia y su profundo significado humano. Los Reyes Magos, al mismo tiempo que enaltecen a los padres, muestran que la categoría humana más entrañable está en el cuidado y el compromiso, especialmente con quienes más lo necesitan.



José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, December 28, 2019

La paradoja de la Navidad




Cuando uno se va haciendo mayor, se da más cuenta de lo rápido que pasa una vida. También es frecuente observar como hay bastante gente buena, a la que no le sonríe la fortuna. Incluso resulta hiriente comprobar la cantidad de personas que sufren serios males, sin tener culpa alguna. La tentación del sin sentido permanece agazapada y, a veces, intenta saltar sobre nuestra conciencia. Pero todo esto puede obedecer a un error de apreciación.

La Navidad muestra que muchas cosas no son como parecen, que la vida “está al revés”: todo un Dios que se manifiesta en un recién nacido, una maternidad que se produce en una Virgen, unos sabios y ricos que hacen un largo viaje para postrarse de rodillas ante una familia humilde.

El núcleo del cristianismo no tiene nada que ver con lo absurdo, sino con una paradoja llena de significado: esta vida no es la definitiva. Se trata de una lógica que no es exclusivamente religiosa, sino también profundamente humana. Cada ser humano, especialmente el niño indefenso -incluido el que vive confiado en el seno materno- tiene una inmensa dignidad. Los dolores y las contradicciones, “dados la vuelta”, son fuente de sabiduría. Además, así se valoran mejor las frecuentes cosas gratas y estupendas que suceden en la vida, y uno se esfuerza con esperanza por mejorar el mundo todo lo que sea posible. Y si llega alguna noche oscura, es la ocasión de estar serenos y atentos para ver una estrella que luce con sentido y alegría.



José Ignacio Moreno Iturralde


Tuesday, December 24, 2019

Libertad, deber y alegría




La libertad y el deber son complementarios. La libertad hace que el deber sea humano, y el deber hace que la libertad llegue a buen puerto. El ejercicio de las virtudes, en función del deber, nos desarrolla como personas. Por su parte, la bondad moral se nos presenta a la conciencia como garantía de la exigencia del deber. Se trata de una bondad moral con validez universal, aunque se acomode en parte a circunstancias personales.

El origen de un imperativo moral dado a una persona ha de proceder de otra persona; pero el orden moral tiene que provenir de una persona absoluta quien, por medio de la bondad moral, nos ofrece los mandatos morales[1], como caminos verdaderos de realización con su lógica dosis de esfuerzo.

Nuestra época valora mucho el sentimiento, que sin duda es importante. Sin embargo, el sentimiento por sí mismo no genera conocimiento. Una ética puramente sentimental va dando bandazos y tiene un corto alcance. Por otra parte, si el origen del deber se desvincula de Dios y se vuelve autorreferencial, cada vez más subjetivo, es lógico que se acabe preso de deberes que, por no estar afiliados a la realidad, nos hacen ser menos libres y nos angustian. Recuperar el auténtico origen del deber potencia la libertad y el desarrollo de la personalidad.

“Dios requiere efectivamente al ser humano porque realmente le quiere, y los mandatos morales son todos ellos manifestaciones de ese exigente amor”[2]. El hecho histórico de la noche de Belén nos muestra la asombrosa paradoja de que el origen del orden moral es alguien entrañable y cercano: un niño recién nacido, dependiente completamente de nosotros. Por este motivo, en el cristianismo, la libertad y el deber se transforman en un prodigioso designio de alegría, mucho más fuerte que todos los problemas del mundo.


José Ignacio Moreno Iturralde



[1] Cfr. La libre afirmación de nuestro ser. Millán Puelles, A. Rialp, 1994, p. 404
[2] Idem, p. 421.