Tuesday, March 31, 2020

Dependencia: la dura enseñanza de la pandemia



Nos gusta el éxito personal, la realización propia, el triunfo, el hacer lo que a cada uno le guste. La noción de autonomía, que significa ponerse uno a sí mismo sus normas de vida, se valora mucho en nuestro mundo. Todas estas aspiraciones son humanas y legítimas siempre que no rompan otra realidad, profundamente enraizada en nuestro modo de ser: la dependencia. Dependemos de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestros compañeros de trabajo, y de tantos agentes sociales. La actual pandemia lo está poniendo de manifiesto de un modo muy duro. El número de fallecidos e infectados, las repercusiones económicas en el sueldo de los ciudadanos y en las arcas del estado, entre otras consecuencias, son un huracán que está tirando por los suelos metas e ilusiones.

Sin embargo, quizás toda esta dificultad esconda algo que hay que volver a aprender: somos seres dependientes y nos necesitamos unos a otros, especialmente en la familia. Esos nudos interpersonales tejen el vestido de nuestras biografías, que pueden estar desgarradas por los tirones de una abusiva autonomía. La enfermedad nos está enseñando que la alegría más profunda radica en servir a los demás, en ayudarles. Una de las manifestaciones más claras de la dependencia está en la atención y cuidado de nuestros mayores. Dada la emergencia y el actual colapso sanitario, donde muchos profesionales se están comportando heroicamente, es comprensible que existan unas prioridades a la hora de atender a los enfermos. Pero otra cosa muy distinta es negar de entrada y sin una grave razón, aunque la situación sea compleja, la atención médica a los ancianos más vulnerables. Esto sería volver a caer en el viejo e infame error de considerar que "es necesario que muera un hombre por el pueblo". Los más necesitados, en la medida de lo posible, han de ser los más cuidados. Ya que la epidemia azota nuestra autonomía, no olvidemos revitalizar los lazos de la atención a los más dependientes.



José Ignacio Moreno Iturralde

Wednesday, March 25, 2020

Agradecimiento a nuestros mayores fallecidos



Con motivo de la actual epidemia, están falleciendo un elevado número de personas mayores. Quisiera agradecerles de corazón su ejemplo de vida, su sencillez, su esfuerzo. Ellos nos sacaron adelante y pensaron más en nosotros que en sí mismos. Puede haber excepciones, pero pienso que la generación que nos está dejando ha tenido un cimiento fuerte sobre el que apoyarse: la familia. Con su fidelidad matrimonial y su trabajo cotidiano han sabido asimilar innumerables sinsabores, sin aspavientos, de modo realista. Por esto, su compañía nos producía tanta alegría y bienestar. Curtidos en guerras y hambres, nos han dado ejemplo de cómo disfrutar de las cosas sencillas de la existencia, con gratitud. Su madurez, su fe cristiana en muchos casos, su bendita pesadez y su profundo cariño humano nos dejan unas referencias que son toda una guía para la vida. Confinados durante unas semanas, pero protagonistas de un futuro abierto, redescubramos ahora en nuestras casas los motivos profundos y positivos, por los que merece la pena vivir. Pienso que puede ser un precioso homenaje a nuestros queridísimos mayores.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, March 20, 2020

El virus peligroso y su paradójica enseñanza



        Un enemigo, casi tan insólito como un ejército de alienígenas, ha cambiado drásticamente nuestro modo de vivir. Un virus peligroso ha frenado nuestra vida de un modo nunca visto. Los medios de comunicación   hablan incesantemente de los fallecidos y de los infectados, de las repercusiones bruscas en la economía; así como del origen incierto de toda esta incertidumbre. El teletrabajo se ha disparado como un una necesidad, y estamos aprendiendo muchas cosas útiles. Sin embargo, espero que no caigamos en un activismo tecnológico; porque podríamos eludir la búsqueda del sentido de todo lo que pasa. 

La vírica bofetada nos ha sentado en el suelo; pero no en un suelo cualquiera, sino en el de nuestro hogar. Una vez más, se comprueba que la familia es el decisivo baluarte contra los peores males. La familia es la primera educadora, la primordial sanitaria, el salvavidas contra el paro y un gran   remedio contra el virus. No lo es porque las relaciones familiares sean idílicas y aterciopeladas; sino precisamente porque la familia exige lo más fuerte, significativo y humano de nosotros mismos: dar la propia vida por los seres que más queremos. Esta donación personal genera un sistema inmune vigoroso, blanco y optimista, que sabe poner al mal tiempo buena cara.

La pandemia actual está siendo heroicamente combatida desde muchos frentes; pero el más decisivo es el familiar. Esta dolorosa infección   puede ayudarnos a volver a descubrir una gran medicina para la persona: cuidar a los hijos, renovar el amor al cónyuge, no abandonar a los abuelos. Soy consciente del actual y elevado número de rupturas familiares; pero no podemos olvidar que el ser humano es profundamente familiar. El coronavirus va a ser derrotado, pero además puede inmunizarnos de una enfermedad mucho peor: olvidar que en cualquier tiempo -y este es muy propicio- se puede descubrir o revitalizar, con profunda alegría y ayuda de Dios, la providencial y libre vocación personal.


José Ignacio Moreno Iturralde

Wednesday, March 04, 2020

Manual Filosofía 1º Bachillerato "Un futuro con esperanza" (nueva edición más económica)




Quería presentaros la nueva edición, más económica, de mi manual de Filosofía de 1º de Bachillerato “Un futuro con esperanza”. Por si veis de interés darlo a conocer. Muchas gracias por vuestra atención.




José Ignacio Moreno Iturralde