Sunday, September 25, 2005

Web con material escolar para la enseñanza de la religión

Difusión de la película Karol, el hombre que llegó a ser papa


INFORMAMOS QUE ESTAMOS DISTRIBUYENDO LA RECIENTE PELÍCULA EN DVD:

KAROL
EL HOMBRE QUE LLEGÓ A SER PAPA

de Pietro Valsecchi
Dirigida por Giacomo Battiato
PEDIDOS E INFORMACIÓN
CASABLANCA COMUNICACIÓN
arvo@casablan.org
http://www.casablan.org/

Tfno.: 923.26.13.03 - Fax.: 923.21.65.11




Narra el largo viaje de Karol Wojtyla desde su juventud hasta el día en que es proclamado Juan Pablo II.

La Conferencia Episcopal Española ha apoyado el lanzamiento en España
de esta película, que cuenta con la aprobación y beneplácito de
Benedicto XVI.

Duración: 187 minutos
P.V.P.: 20 euros

Agradeceríamos que se reenviara este mensaje a aquellas personas o entidades que puedan estar interesadas en esta información.

Saturday, September 17, 2005

´Nueva película: "Karol, el hombre que llegó a ser papa"


El 21 de septiembre estará en venta el DVD de la película en los kioskos .

Saturday, September 10, 2005

Wednesday, September 07, 2005

Los obispos apoyan la marcha por la familia


Los obispos de Bélgica apoyan los motivos de la «Marcha por la familia»El Parlamento quiere permitir la adopción de niños por parejas homosexuales BRUSELAS, martes, 6 septiembre 2005 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Bélgica ha apoyado una «Marcha por la familia» que se organizará el 10 de septiembre en esta capital, en el momento en el que el Parlamento del país discute la adopción de niños por parejas homosexuales. «Esta marcha es la iniciativa de un colectivo que no hace referencia a ninguna obediencia religiosa o política --aclara un comunicado publicado por el episcopado--. Su llamamiento es una reacción a la proposición de ley orientada a permitir la adopción a las parejas homosexuales».

El texto recuerda que el 31 de mayo, la conferencia episcopal, cuyo presidente es el cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malinas-Bruselas, ya había expresado su «profunda preocupación ante esta proposición de ley». «Subrayamos la importancia de mantener la diferencia sexual como punto de referencia fundamental del matrimonio y de la familia», afirma el texto de los obispos, publicado el pasado 2 de septiembre. «Los objetivos de la manifestación del 10 de septiembre se unen en este sentido a nuestra declaración. Damos las gracias y alentamos a todos los que se comprometen a favor de los valores familiares en el espíritu de nuestra declaración», afirma el comunicado. «Invitamos a los participantes en la marcha del 10 de septiembre a vivir esta iniciativa como un gesto sereno a favor de la familia, uno de los pilares de nuestra sociedad», dicen por último los prelados.

Saturday, September 03, 2005

Palabras de Juan Pablo II en defensa de la vida

Fuente: Cruzando el Umbral de la Esperanza Autor: SS Juan Pablo II

PREGUNTA Entre los derechos «incómodos» a los que se refiere, está, en primerísimo plano, el derecho a la vida; está el deber de su defensa desde la concepción. También éste es un tema siempre recurrente -y de tonos dramáticos- en Su magisterio. Esta continua denuncia de cualquier legalización del aborto ha sido definida incluso como «obsesiva» por ciertos sectores político-culturales. Son los mismos que sostienen que las «razones humanitarias» están de su parte; de la parte que ha llevado a los Parlamentos a dictar medidas permisivas sobre la interrupción del embarazo.

RESPUESTA El derecho a la vida es, para el hombre, el derecho fundamental. Y sin embargo, cierta cultura contemporánea ha querido negarlo, transformándolo en un derecho «incómodo» de defender. ¡No hay ningún otro derecho que afecte más de cerca a la existencia misma de la persona! Derecho a la vida significa derecho a venir a la luz y, luego, a perseverar en la existencia hasta su natural extinción: «Mientras vivo tengo derecho a vivir.» La cuestión del niño concebido y no nacido es un problema especialmente delicado, y sin embargo claro. La legalización de la interrupción del embarazo no es otra cosa que la autorización dada al hombre adulto -con el aval de una ley instituida- para privar de la vida al hombre no nacido y, por eso, incapaz de defenderse. Es difícil pensar en una situación más injusta, y es de verdad difícil poder hablar aquí de obsesión, desde el momento en que entra en juego un fundamental imperativo de toda conciencia recta: la defensa del derecho a la vida de un ser humano inocente e inerme.Con frecuencia la cuestión se presenta como derecho de la mujer a una libre eleeeión frente a la vida que ya existe en ella, que ella ya lleva en su seno: la mujer tendría que tener el derecho de elegir entre dar la vida y quitar la vida al niño concebido. Cualquiera puede ver que ésta es una alternativa sólo aparente. ¡No se puede hablar de derecho a elegir euando lo que está en euestión es un evidente mal moral, cuando se trata simplemente del mandamiento de No matar!¿Este mandamiento prevé acaso alguna exepción? La respuesta de suyo es «no»; ya que hasta la hipótesis de la legítima defensa, que no se refiere nunca a un inocente sino siempre y solamente a un agresor injusto, debe respetar el principio que los moralistas llaman prineipium ineulpatae tutelae (principio de defensa irreprensible): para ser legítima esa «defensa» debe llevarse a cabo de modo que inflinja el menor daño y, si es posible, que deje a salvo la vida del agresor.

El caso de un niño no nacido no entra en semejante situación. Un niño eoncebido en el seno de la madre no es nunca un agresor injusto, es un ser indefenso que espera ser acogido y ayudado.Es obligado reconocer que, en este campo, somos testigos de verdaderas tragedias humanas. Muchas veces la mujeres víctima del egoísmo masculino, en el sentido de que el hombre, que ha contribuido a la concepción de la nueva vida, no quiere luego hacerse cargo de ella y echa la responsabilidad sobre la mujer, como si ella fuese la única «culpable». Precisamente cuando la mujer tiene mayor necesidad de la ayuda del hombre, éste se comporta como un cínico egoísta, capaz de aprovecharse del afecto y de la debilidad, pero refractario a todo sentido de responsabilidad por el propio acto. Son problemas que conocen bien no sólo los confesonarios, sino además los tribunales de todo el mundo y, cada vez más, también los tribunales de menores.Por tanto, rechazo firmemente la fórmula pro choice «por la elección»); es necesario decidirse con valentía por la fórmula pro woman «por la mujer»), es decir, por una elección que está verdaderamente a favor de la mujer. Es ella quien paga el más alto precio no solamente por su maternidad, sino aún más por destruirla, por la supresión de la vida del niño concebido. La única actitud honesta en este caso es la de la radical solidaridad con la mujer. No es lícito dejarla sola. Las experiencias de diversos centros asesores demuestran que la mujer no quiere suprimir la vida del niño que lleva en su seno. Si es ayudada en esta situación, y si al mismo tiempo es liberada de la intimidación del ambiente circundante, entonces es incluso capaz de heroísmo. Lo atestiguan, decía, numerosos centros asesores y, sobre todo, las casas para madres adolescentes. Parece, pues, que la mentalidad de la sociedad esté comenzando a madurar en su justa dirección, aunque todavía sean muchos esos sedicentes «benefactores» que pretenden ayudar a la mujer liberándola de la perspectiva de la maternidad.

Nos encontramos aquí en un punto, por así decir, neurálgico, sea visto tanto desde los derechos del hombre, como desde el derecho de la moral y de la pastoral. Todos estos aspectos están estrechamente unidos entre sí. Los he encontrado siempre juntos también en mi vida y en mi ministerio de sacerdote, de obispo diocesano, y luego como sucesor de Pedro, con el ámbito de responsabilidad consiguiente.Por eso, debo repetir que rechazo categóricamente toda acusación o sospecha de una presunta «obsesión» del Papa en este campo. Se trata de un problema de gran envergadura, en el que todos debemos demostrar la máxima responsabilidad y vigilancia. No podemos permitirnos formas de permisivismo, que llevarían directamente al conculcamiento de los derechos del hombre, y también a la aniquilación de los valores fundamentales, no solamente de la vida de las personas singulares y de la familias, sino de la misma sociedad. ¿No es acaso una triste verdad eso a lo que se alude con la fuerte expresión de civilización de la muerte?Obviamente, lo contrario de la civilización de la muerte no es y no puede ser el programa de la multiplicación irresponsable de la población sobre el globo terrestre. Hay que tomar en consideración el índice demográ,fico. Y la vía justa es lo que la Iglesia llama paternidad y maternidad responsables. Los centros asesores familiares de la Iglesia así lo enseñan. La paternidad y la maternidad responsables son el postulado del amor por el hombre, y son también el postulado de un auténtico amor conyugal, porque el amor no puede ser irresponsable. Su belleza está contenida en su responsabilidad. Cuando el amor es verdaderamente responsable es también verdaderamente libre.Ésta es la enseñanza que aprendí de la encíclica Humanae vitae de mi venerado predecesor Pablo Vl, y que, aun antes, había aprendido de mis jóvenes interlocutores, cónyuges yfuturos cónyuges mientras escribía Amor y responsabilidad. Como he dicho, ellos mismos fueron mis educadores en ese campo. Ellos, hombres y mujeres, contribuían creativamente a la pastoral de las familias, a la pastoral de la paternidad y de la maternidad responsables, a la formación de centros asesores que tuvieron luego un óptimo desarrollo. La principal actividad de estos centros, su primera tarea, estaba y está dirigida al amor humano; en ellos se vivia y se vive la responsabilidad para el amor humano.

El deseo es que tal responsabilidad no falte nunca en ningún sitio y en ninguna persona; que la responsabilidad no falte ni en los legisladores ni en los educadores ni en los pastores. ¡A cuántas personas menos conocidas desearía rendir aquí homenaje y expresarles la más profunda gratitud por su generoso esfuerzo y su dedicación sin tasa! En su comportamiento queda confirmada la cristiana y personalista verdad del hombre, que se realiza en la medida en que sabe hacerse don gratuito para los demás.De los centros de asesoramiento debo referirme a los ateneos. Tengo en mente las escuelas que conozco y aquellas a cuya institución he contribuido. Tengo en mente de modo particular la cátedra de Ética de la Universidad Católica de Lublin, como también el instituto que allí surgió, después de mi marcha, bajo la dirección de mis más estrechos colaboradores y discípulos. Tengo en mente al reverendo profesor Tadeusz Styczen y al reverendo profesor Andrzej Szostek. La persona no es solamente una maravillosa teoría; se encuentra al mismo tiempo en el centro del ethos humano.Aquí en Roma, además, no puedo por menos de recordar el instituto, análogo, creado por la Universidad Lateranense. Ya ha llevado adelante iniciativas semejantes a los Estados Unidos, a México, Chile y a otros países. El modo más eficaz de servir a la verdad de la paternidad y de la maternidad responsables está en mostrar sus bases éticas y antropológicas. En ningún otro campo como en éste es tan indispensable la colaboración entre pastores, biólogos y médicos.No puedo detenerme aquí en pensadores contemporáneos, pero un nombre al menos debo citar, el de Emmanuel Lévinas, representante de una especial corriente de personalismo contemporáneo y de lafilosofía del diálogo. Análogamente a Martin Buber y a Franz Rosenzweig, expone la tradición personalista del Antiguo Testamento, donde tan fuertemente se acentúa la relación entre el «yo» humano y el divino, el absolutamente soberano «Tú».

Dios, que es el supremo legislador, promulgó con gran fuerza sobre el Sinaí el mandamiento de «No matar», como un imperativo moral de carácter absoluto. Lévinas, que como sus correligionarios vivió profundamente el drama del holocausto, ofrece de este fundamental mandamiento del decálogo una singular formulación: para él, la persona se manifiesta a través del rostro. La filosofía del rostro es también uno de los temas del Antiguo Testamento, de los Salmos y de los escritos de los profetas, en los que con frecuencia se habla de la «búsqueda del rostro de Dios» (cfr. por ej. el Salmo 27(26),8). A través del rostro habla el hombre, habla en particular todo hombre que ha sufrido una injusticia, habla y pronuncia estas palabras: «¡No me mates!» El rostro humano y el mandamiento de ..No matar» se unen en Lévinas de modo genial, convirtiéndose al mismo tiempo en un testimonio de nuestra época, en la que incluso Parlamentos, Parlamentos democráticamente elegidos, decretan asesinatos con tanta facilidad.Sobre un tema tan doloroso quizá es mejor no decir más.