No llevamos el timón de la realidad, ni siquiera totalmente el de nuestra
propia vida, pero aunque en el mar de la existencia haya tormentas que no
entendemos, no por eso carecen de un sentido que quizás más adelante podremos
entender. Este es un punto importante para saber que la vida es una verdad
imperfecta en la que nos podemos realizar como personas.
La
enfermedad, especialmente la crónica, es una acompañante de camino bastante
antipática, francamente desagradable y, en ocasiones, brutalmente ofensiva. Sin
embargo, resulta ser una catedrática de fina sabiduría y, tras su feo rostro,
esconde un alma delicada y una tenaz entusiasta de nuestra mejora personal.
Cabalgar por las amargas estepas del
insomnio o sentir la ácida y abotargada sensación de las jaquecas o el
desaliento y el malestar no es algo sólamente nefasto. El espíritu puede
entonces sacar de la autosuficiencia dependencia, de la pedantería sencillez,
de la torpeza comprensión, de la angustia paz, de la tragedia comedia. Empieza
a entenderse la vida como regalo y al descostrarse nuestro egoísmo podemos
volver a entender de un modo nuevo la actitud más básica y fundamental del
hombre, tan frecuentemente olvidada: la gratitud.
El enfermo es para su familia fuente
de contradicción e incluso de aburrimiento; pero en mucho mayor grado es causa
de generosidad y de fraternidad. En
especial cuando nuestro enfermo entra en fase terminal y fallece. Llega así un
momento, un día radicalmente distinto, en el que uno va por primera vez detrás
del coche funerario donde llevan a un ser muy querido. La insuficiencia de este
mundo se manifiesta patente, nítida; pero no su sinsentido si se tienen ciertas
referencias. Más todavía, como he visto, si la persona fallecida ha encarado su
enfermedad y muerte con categoría humana, con plenitud de sentido y con amor a
los demás. Tal actitud no aparece como absurda sino todo lo contrario: como la
más noble, digna y verdaderamente humana. Su capacidad de transformar es
poderosa. Verdaderamente la auténtica buena muerte, su aceptación llena de paz
y de esperanza es toda una escuela para la vida.
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