Josefa Romo
Información sobre la fe cristiana y la dignidad humana en relación con el mundo actual
Friday, August 16, 2019
Asunción de la Virgen
Saturday, August 10, 2019
El inmenso panorama del hombre pequeño
Cuentan de Alejandro
Magno que conquistó a mamporro limpio un gran imperio, sin perder una sola batalla. A la vuelta
de la aventura, murió por unas fiebres sin que todo su poder pudiera impedirlo.
Mucho tiempo después Napoleón conquistó gran parte de Europa y, tras llegar a
Moscú, se volvió raudo a su casa quizás porque hacía un frío de bigote. El
emperador corso terminaría sus días, desterrado, en la atlántica isla de Santa
Elena. Tantas veces termina así la gloria humana, inmortalizada en “estatuas
donde cagan las palomas”, en expresión del escritor Francisco Umbral.
Es posible que
muchos campesinos griegos del siglo IV antes de Cristo, o franceses del siglo
XIX, hayan sido bastante más felices que sus egregios gobernantes. Pero no
quisiera hacer una crítica fácil y burda al poder. Es extremadamente importante
que las naciones sean conducidas por personas inteligentes y honradas. Si
alguien puede acceder a esos cargos, estará en situación de hacer un magnífico
servicio social. Sin embargo, la gran mayoría de los seres humanos hemos de
conformarnos con vidas muy normalitas y modestas, sin mucha repercusión social.
Aunque una visión deprimida del que podríamos llamar “hombre pequeño”, puede
ser muy cateta. Cuando una persona asume su pequeñez, con cierto buen humor, se
abre al inmenso panorama de los demás y del mundo entero. Es en ese glorioso
momento, tímidamente atisbado, es cuando un hombre o una mujer se sienten
dueños del mundo, porque han aprendido a liberarse del yugo de un yo muy
pesado. El contorno de la pequeñez, libremente asumida, hace a la persona
abierta a su familia y a su sociedad, estableciendo profundos lazos que van más
allá de la muerte.
No estamos hablando
de conformismos baratos. El hombre que se sabe pequeño actúa en todo lo que
puede y está a su alcance, porque es realista y práctico. La persona que ha
logrado esta sabiduría goza y es feliz en medio de las alegrías y dolores de
este mundo, porque sabe que su pequeñez le hace grande. El cristianismo afirma
a un Dios que se hace niño, y que no deja de insistir en que lo que hagamos a
todos los más pequeños se lo hacemos a Él. Siempre es momento de reanudar con más
salero el camino de la vida. El tiempo es breve, la alegría eterna, y el
panorama inmenso: el que se ve desde la llanura de la propia pequeñez.
José Ignacio Moreno
Iturralde
Thursday, August 08, 2019
Comprensión
Para ser un buen conductor no se
requiere solo reflejos y un buen conocimiento técnico, también hace falta una
cosa muy importante: observar lo que los demás hacen en la carretera; esto
puede prevenir muchos peligros. Por otra parte, un buen jugador de ajedrez no
es solamente el que ingenia grandes jugadas, sino el que se pregunta qué habrá
querido hacer mi oponente, cuando movió su última ficha. Ser inteligente tiene
relación con ponerse en el lugar de la realidad; esto ha sido clave en la raíz
de los descubrimientos científicos. Pero dentro de la realidad, hay que tener
en cuenta especialmente a los demás.
Este ejercicio de comprensión no es
solamente algo intelectual, sino también moral. La definición que da el
diccionario de comprender es “encontrar justificados o naturales los actos o
sentimientos de otro”. Recuerdo un buen amigo que sabía echar un capote, una
disculpa, cuando otro metía la pata en algún comentario. No se trata de decir
que lo que está mal está bien, sino de tratar a los otros como nos gustaría que
nos trataran en circunstancias similares. Se ha escrito que la caridad está más
que en dar, en comprender. Por supuesto, lo segundo no quita lo primero.
Comprender significa también animar
al que está de capa caída. A lo mejor no conviene razonarle mucho una
situación, sino simplemente darse una vuelta y tomarse algo con él. Aunque hay momentos
en los que puede ser oportuno hacer ver que los errores pueden convertirse en
aciertos, si se sabe sacar una buena lección de ellos. Además, si nunca
cometiéramos errores probablemente seríamos unos tipos bastante creídos e
insoportables. No quiere decir esto que barra libre para el error, mejor es no
cometerlos. Pero dada nuestra naturaleza humana, que con tanta facilidad se
equivoca, será bueno encontrar claves animantes para seguir mejorando.
La película ”El Doctor”[1]
relata la historia de un cirujano muy prestigioso y muy prepotente. Enamorado
de sí mismo, su trato con los pacientes dejaba mucho que desear en cuanto a
educación y humanidad. Pero llega un momento en el que se pone este médico se
pone seriamente enfermo y su vida y su actitud empiezan a cambiar[2].
Otra película significativa al
respecto es “A propósito de Henry”[3]. Un
abogado rico y sin escrúpulos va a cambiar la jerarquía de valores en su vida
con motivo de un disparo que le propina un ladrón[4].La
verdad es que hasta que no tenemos experiencia de la limitación, la enfermedad
o la necesidad, es difícil que comprendamos bien a nuestros semejantes. A nadie
le gusta pasar por estos trances, pero cuando vengan hemos de saber
aprovecharlos para ser más humanos.
José Ignacio Moreno Iturralde
[1] El Doctor es una
película estadounidense de 1991 dirigida por Randa Haines. Está basada en una
versión libre del libro del Dr. Edward Rosenbaum 1988, A Taste Of My
Own Medicine. El protagonista es William
Hurt, como Jack MacKee, un doctor que
experimenta una transformación en su visión de la vida, de la enfermedad y de
las relaciones humanas.
[3] A propósito de Henry.
Dirección: Mike Nichols.
Reparto: Annette Bening, Bill
Nunn, Donald Moffat, Harrison Ford, Mikki Allen, Nancy Marchand. Título en V.O: Regarding Henry
Nacionalidad: USA.Año: 1991.Duración:
107. Género: Drama. Guión:
Jeffrey Abrams. Fotografía: Giuseppe Rotunno. Música:
Hans Zimmer.
Sinopsis: Un abogado de éxito y fortuna recibe casualmente un disparo
durante el atraco a un supermercado. Por culpa de ello su cerebro sufre una
lesión muy grave, y como consecuencia, verá borrado todo su pasado y deberá
empezar a vivir partiendo de cero.
Wednesday, August 07, 2019
El conocimiento es luz
El conocimiento no es solo información, sino también interpretación. Suelen abundar en los medios de comunicación noticias trágicas y negativas. Es bueno saberlas, pero no al precio de darles un protagonismo que deforma el conjunto de la realidad. La inteligencia, esa energía que es patrimonio de los seres humanos, nos hace ir comprendiendo las cosas de la vida y sus leyes generales. En este descubrimiento se reconoce la armonía del mundo, y se ponen las bases del progreso. El conocimiento se encuentra con inconvenientes, pero es luz para buscar soluciones: éste es su sentido. La arquitectura de la verdad, la bondad y la belleza de lo real, aunque tenga limitaciones serias, es un gran motivo de asombro y superación porque se constituye por una luz superior a la nuestra.
Las personas que hacen un mundo mejor no son las que se regodean en la oscuridad; sino las que buscan, con ingenio y fortaleza, soluciones ilusionantes. Una actitud asequible al respecto, consiste en darse cuenta de que gran parte de la solución de los problemas personales cotidianos está en interpretarlos positivamente. Esto supone inteligencia y esfuerzo. Los pensamientos que son luz para nosotros son los que nos hacen mejorar como personas, al mismo tiempo que mejoran al mundo.
José Ignacio Moreno Iturralde
Las personas que hacen un mundo mejor no son las que se regodean en la oscuridad; sino las que buscan, con ingenio y fortaleza, soluciones ilusionantes. Una actitud asequible al respecto, consiste en darse cuenta de que gran parte de la solución de los problemas personales cotidianos está en interpretarlos positivamente. Esto supone inteligencia y esfuerzo. Los pensamientos que son luz para nosotros son los que nos hacen mejorar como personas, al mismo tiempo que mejoran al mundo.
José Ignacio Moreno Iturralde
Respeto
El sentido de la creación nos
infunde admiración y respeto por la realidad. Cuidaremos a las personas, a los
animales y a las cosas según su respectivo modo de ser, como es lógico. Para
dejarlo más claro: respetaré con esmero a mis padres como a padres muy
queridos, cuidaré de mi perro en tanto que es perro –ni más ni menos-, y
utilizaré las cosas procurando que duren y sirvan. El respeto por la realidad
supone una actitud positiva y noble. Respetar la realidad, especialmente a las
personas, supone también un respeto por uno mismo. Nuestro modo de ser está
profundamente relacionado con el de los demás; así como nuestra felicidad.
Los roces de intereses entre
personas, cuando no los enfrentamientos abiertos, son cuestiones diarias. La
capacidad de comprender a los demás es clave a la hora de resolver los
conflictos. C. Terry Warner[1] explica
muchas cuestiones interesantes a este respecto. Vamos a recordar algunas de las
que ha escrito: Es muy frecuente que percibamos a los demás según unas
entendederas que pueden estar algo deformadas. Es preciso esforzarse por
entender al otro de un modo positivo, como nos gustaría que nos entendieran a
nosotros. Es distinto pensar de alguien que es un desastre, a considerar que ha
tenido un mal día y que es capaz de hacerlo mejor. Este modo animante de
percibir al otro es capaz de motivarle a mejorar, a la vez que nos mejora a
nosotros mismos. No se trata, desde luego, de caer en una ingenuidad que no
llame a las cosas por su nombre y sea negligente respecto a tomar medidas ante
ataques y abusos. Pero es cierto, que bastantes de estas afrentas tienen un
componente muy subjetivo en quien las sufre. Tomarlas con más sencillez y
deportividad vital suele evitar muchos problemas.
Warner va a más: considera que la
práctica del perdón sincero es necesaria para realizarnos como personas. El
perdón a otro requiere un cambio de corazón: verle con ojos nuevos. No sólo se
trata de una actitud muy constructiva para los demás, sino tremendamente
liberadora para quien la práctica. Warner escribe para todo el mundo, pero no
esconde sus creencias. Considera que, dada la historia humana con sus múltiples
problemas, el hecho de que el perdón siga teniendo esa gran eficacia
humanizadora se debe a que procede de una fuente sobrehumana, de Dios.
El citado autor insiste en que, por
lo general, la felicidad no viene de que cambien nuestras circunstancias
externas, sino de que afrontemos nuestras relaciones humanas actuales de un
modo distinto. La llave que abre la solución de nuestros problemas, muchas
veces, no está fuera sino dentro de nosotros mismos.
El respeto está muy relacionado con
la autoridad. Ésta requiere ser impuesta, en ocasiones, de un modo coercitivo;
pero hay otros modos más convincentes a largo plazo. La autoridad de los
padres, por ejemplo, requiere de un respeto a normas de convivencia que se
enseñan a los hijos. Pero lo que más convence, como siempre, es el propio
ejemplo. Cuando los que mandan son los primeros que respetan la convivencia y,
ante todo, a aquellos que están bajo su autoridad, es cuando más necesaria se
aprecia su tarea. Si un matrimonio es fiel, si un profesor es justo, si un
guardia de la circulación es respetuoso, los más jóvenes aprenden a hacer caso
y a valorar la autoridad. Ante todo, porque la juventud es muy sensible ante la
autenticidad de lo que se les dice.
Me parece que acerca del respeto,
como en tantas otras cosas, una virtud clave es la paciencia. En primer lugar,
con nuestra propia conducta. Es frecuente que cometamos errores en el trato con
los demás y esto puede desanimarnos. Lo mismo les ocurre a los otros. Generar
esfuerzos por mejorar el trato suele conllevar a dinámicas de superación y de
alegría. La convivencia con nuestros familiares y amigos es fuente de grandes
satisfacciones. Merece la pena, por tanto, que el afecto a nuestros seres
queridos se enriquezca siempre desde la base del respeto. Este será un modo de
poner las bases de una convivencia más humana y feliz.
La película “Matar a un ruiseñor”, que
hemos citado repetidas veces, relata la
vida de un abogado que tiene que defender a un hombre de color, en una etapa
histórica notoriamente racista de Estados Unidos. Pero otro aspecto muy
interesante de este film es el modo de educar que tiene Atticus, el abogado, a
su hija -Scout- y a su hijo -Jem-. Es interesante fijarse como apoya su
autoridad en el cariño, el razonamiento de los problemas, la comprensión, la
tolerancia y la exigencia. Ciertamente es una película, pero se expone de un
modo muy brillante un ejercicio de educación paterna muy útil y provechoso.
Recuerdo ahora una excursión que
hice con chavales de primer curso de Bachillerato a Toledo. Eran bastante
gamberros. Nada más llegar a tan noble ciudad, uno tiró un petardo en la
estación de tren. Al poco tiempo, otro me enseñó una señal de tráfico que había
cogido de no sé dónde… Le dije que hiciera el favor de devolverla a su sitio.
Otras “jaimitadas” se produjeron a lo largo de la jornada. Como profesor, traté
de capearlas lo mejor que pude. Llegó la hora de comer…en un McDonald. De pronto,
se sentó junto a nosotros una mujer mayor que no estaba en sus cabales y decía
muchas incongruencias. Me alegró observar que todos los alumnos trataron con
comprensión y máximo respeto a esa persona necesitada.
Esta virtud supone bastantes cosas,
como hemos visto en el ejemplo anterior. Por ejemplo: reconocer que todos somos
iguales, aunque en otro sentido también somos distintos. Mediante este esfuerzo
realizamos un aspecto fundamental del hombre: el ser que es capaz de ponerse en
el lugar del otro. Se trata de hacernos cargo de que todos siempre
queremos que nos respeten. Este respeto también se aplica a un cortejo de
aspectos de educación como saber hablar con corrección, comer, comportarse con
elegancia y sencillez...Todo esto, puesto en práctica, da elegancia y
señorío.
Otra dimensión del respeto se
refleja en el vestido. El pudor es algo natural en el hombre. La naturalidad
del ser humano no es la del animal, porque la persona humana es un
ser moral. Cuando se cubren partes del cuerpo para dignificarlo se cubre
algo bueno en sí, pero que podría ser deseado por otro fuera de lugar y de
tiempo. Si a la corporalidad humana se la despoja de su intimidad personal para
convertirla en espectáculo, objeto de mercado publicitario o cinematográfico,
estamos tomando a la persona humana como un producto de mercado; la estoy
convirtiendo en un objeto. Esto es deshumanizador.
Respecto al modo de vestir la ropa
puede considerarse a veces como cierta expresión del espíritu. Resulta positivo
intentar, si se puede, vestir bien. Caben aquí, como es lógico, una gran
variedad de gustos para manifestar la alegría de vivir y la educación respecto
a los demás.
José Ignacio Moreno Iturralde
Tuesday, August 06, 2019
Cordialidad
Algunas veces uno se
encuentra con personas cordiales, cercanas, optimistas, que nos alegran la vida
con su disponibilidad y ayuda. Parece que estuvieran afincadas en algún lugar
seguro desde el que contemplan la vida con serenidad y alegría. ¿Cómo lo hacen?
... No sería de extrañar, que detrás de esa buena forma de carácter hubiera un
serio régimen de entrenamiento, en el que se han superado un buen número de
fracasos.
Convivir con estilo
Cuando
alguien se encuentra bien consigo mismo, está más capacitado para poder estimar
la realidad ajena. También sucede que la relación con los demás puede ayudarnos
a convivir mejor con nosotros mismos. Avanzar
en el conocimiento propio es necesario para tener acierto en el vivir. En la
medida que hallemos la raíz de nuestro ser, tendremos más opciones para no
irnos por las ramas. Conocer los propios límites y capacidades, es requisito
para acertar en un radio de acción más eficaz. Este conocimiento economiza
nuestras fuerzas y nos deja margen para la contemplación de un mundo asombroso,
repleto de realidades distintas a nosotros que pasan a formar parte de nuestras
biografías.
Cambian
los años, pero dentro de nosotros permanece una cierta interpretación de lo que
ocurre. Esta interpretación es intelectual y afectiva, personal y relacionada
con los demás. La habitación interior de nuestro espíritu es la que nos
posibilita vivir con mayor o menor plenitud, sabiendo interpretar lo que
vivimos. Tan humano es aceptarnos a nosotros mismos y saber acoger a otros
muchos en nuestro interior; como excluir con decisión algunos aspectos o
conductas negativas, propias o ajenas, que pueden arruinar la propia vida,
donde también están presentes nuestros seres más queridos.
La
categoría moral de una persona depende en buena parte de la cordialidad de sus
relaciones personales. Entre los ámbitos de convivencia más significativos
destacan la familia y la amistad. Ambas se potencian, porque es deseable ser
amigos de nuestros familiares y hacer ambiente de familia con nuestros amigos.
La alegría de la casa
No es
fácil saber si uno es la alegría de la casa; pero realmente puede serlo cuando
procura que la suya sea la casa de la alegría. De la
relación que mantengamos con nuestros semejantes, especialmente con los más
necesitados, depende nuestra valoración de la humanidad y de nosotros mismos.
Tales relaciones empezarán por un orden de compromiso y cercanía respecto a los
demás. En primer lugar está nuestra familia.
El
cristianismo ha insistido en que "lo que Dios ha unido no lo separe el
hombre". Pero tal afirmación, de probada eficacia social en la historia,
parece intolerable para algunos. Suelo decir a mis alumnos que han de querer
mucho a su padre como a su padre, a su abuela como abuela, a su novia como
novia y, si se casan, a su mujer como esposa. Sería un notorio desorden querer
al padre como a una abuela o viceversa. El amor, para ser tal, debe ser
ordenado: adecuado a la persona a quien se dirige.
Cada
persona se plantea metas. También la familia tiene unos objetivos comunes. La
fascinación por la moda de la joven Alicia no tiene nada que ver con las ideas
revolucionarias del universitario Alfredo. Las alegres tonadillas de papá son
poco solidarias con las jaquecas de mamá. La pasión futbolística de Jaime
ignora absolutamente los efectos de la edad del pavo en Elena. Pero toda esa
abigarrada colección de sentimientos diferentes es tolerable, e incluso amable,
cuando existen unos principios y objetivos comunes, que trascienden los estados
emocionales de los miembros de la familia. Si no hay más referencia que los
propios afectos e intereses, la familia no puede sobrevivir, pierde su
identidad de empresa común abierta a otras familias, y el individualismo termina
por dividirla. Sin embargo, cuando una familia tiene un norte no se
desmoronará, aunque cada miembro tenga rutas propias para lograrlo. Si hay una
misma estrella polar, al lugar que ella señala se llegará por tierra, mar o
aire, y de nuevo habrá una fiesta familiar.
Una
familia cierra las puertas a los extraños y las abre a los amigos. Pero los
miembros de la familia también necesitan de sus respectivos amigos. Una persona
sin amigos se hace extraña para los de su propia casa.
La amistad: fragilidad y fortaleza
La
gente con bastantes amigos es la que sabe querer, la que encuentra en la
amistad una satisfacción suficiente en sí misma. Tener amigos supone también
ofrecer valores que comprometen, iniciativas que aglutinen fuerzas para
proyectos diversos, de mayor o menor relevancia social. La cultura también
forma parte de la amistad. No estoy hablando de museos, en los que disfruto,
sino de tener ideas profundas y sensatas sobre la realidad que aporten
reflexiones valiosas sobre el modo de encauzar los problemas. En definitiva,
tener una personalidad bien formada es clave para fomentar las amistades.
Saber
escuchar, actividad nobilísima porque requiere sobre todo del corazón, es otra
condición para la amistad. Conviene procurar entender los problemas del amigo,
pequeños y grandes, interesantes o ridículos. No cansarse de escuchar, porque
cada día se renueva el asombroso ciclo de la vida y de las relaciones
personales. Aunque la amistad no se sostiene en el tiempo tan sólo con una
visión optimista del mundo y de la naturaleza humana. Hace falta obtener luces
nuevas y perspectivas profundas de la propia realidad y de la de nuestros
amigos
Una actitud clave es saber perdonar: tener el corazón grande para
adelantarse en solucionar un desencuentro; un conjunto de meteduras de pata de
unos y otros. Qué importante es adquirir esa deportividad en la amistad. Muchos
otros aspectos se podrían destacar en una relación tan antigua y gratificante
como la amistad.
Ahora
bien, la amistad se valora por sus fines. Si una amistad o un grupo de personas
amigas nos ayudan a ser mejores a cada uno, la cosa está bien enfocada. Pero
una amistad o un grupo de amistades que tiren para abajo: que vayan contra la
propia familia y contra las responsabilidades personales académicas y sociales
de cada uno, es una mentira de la que hay que tener la valentía de huir.
José Ignacio Moreno Iturralde
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