Tuesday, August 31, 2021

Lo primero que se conoce es el ser de las cosas

En nuestro mundo empiezan a ser cada vez más importantes algunas perogrulladas. Por ejemplo esta: lo primero que conozco de algo es que es. Antes de valorar la silueta, la altura y el atractivo de una montaña, lo primero que capto es que es, que existe. Esta afirmación tan simple ha sido discutida hasta el paroxismo en la historia de la filosofía. Lo que resulta de cajón de madera de pino es que el pensamiento nos ayuda a entender la realidad. Sin embargo, esto no es admitido por un buen número de pensadores y de científicos. Por supuesto, todas estas elucubraciones se deshacen como pompas de jabón cuando es la hora de comer o de ir al médico por un dolor agudo. Sin embargo, siguen permaneciendo cuando nos jugamos intereses personales a la hora de un penalti en el fútbol, o en compromisos más serios y comprometedores como pueden ser los familiares. Es notable la capacidad que podemos llegar a tener para distorsionar la realidad si ésta no nos satisface. Algunas ideologías han trastocado la sociedad haciéndola más inhumana, cuando pretendían lo contrario según ellas. Y esto ha sucedido por no saber mirar con acierto la realidad.

Sin duda es importante ser coherente con uno mismo, pero es más importante ser verdadero. Un terrorista puede ser muy auténtico: un auténtico asesino. Es necesario darse cuenta de que es la realidad la que informa a nuestro pensamiento, no al revés. Cuando conozco algo soy capaz de darme cuenta de que conozco. Dar prioridad a lo real sobre el pensamiento es un síntoma de salud mental. Pero requiere tener la capacidad de salir darnos cuenta de que somos receptores de sentido, no de creadores. La inteligencia es poner cada cosa en su sitio; algo que afecta también a nuestro pensamiento y a toda nuestra persona.

Es cierto que vemos según nuestro modo de ver. Muchos observadores pueden ver una montaña desde diversas perspectivas. Todas ellas se enriquecen entre sí. Lo absurdo es cuando alguien dice que tal montaña es una playa porque a él le da la real gana de que sea así. Una lógica desarraigada de la realidad supone estar loco. Hoy se fomentan auténticas locuras por fomentar exageradamente una autonomía de la razón que pierde el suelo de lo real. Es importante tener la humilde valentía de dar prioridad a la realidad sobre nuestros intereses.


José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, August 30, 2021

Educación: empezar por las imágenes y superarlas


Una palabra puede valer más que cien imágenes. Sobre todo si es acertada, si nos enseña un camino aunque no se vea. Si se trata de un mensaje que nos da ánimo, seguridad, alegría de vivir.

Nuestro conocimiento empieza por los sentidos, como nos enseñó Aristóteles. Pero es el conocimiento intelectual el que es capaz de sacar conclusiones generales, opciones empresariales, abstracción en el arte, nuevas vacunas contra enfermedades peligrosas, caminos innovadores para ir hacia una sociedad más justa.

Hemos de partir de la experiencia. Un experto en setas tiene que haber visto muchas; pero, si es sensato, se informará de la sabiduría de otros al respecto: así avanzará en su conocimiento. Podrá después enseñar muchas cosas concretas y también trazar algunas leyes generales de gran utilidad. Somos capaces de abstraer, de encontrar aspectos universales a partir de datos sensibles concretos: esto son las ideas. Tener una falsa idea sobre lo que es una idea puede ser peligroso. Cuando el filósofo David Hume afirmaba que solo existen triángulos concretos y no generales, confundía la idea de triángulo con una especie de imagen genérica inexistente. Hume no se da cuenta de que la idea de triángulo no es un triángulo comodín, sino una ley; a saber: que todos los triángulos tienen tres lados, o que la suma de sus ángulos es igual a 180 grados. Cuando el mismo autor define la idea como el recuerdo de una impresión sensible, está cerrando las puertas al conocimiento intelectual. Si pienso que la idea de bombilla es solamente el recuerdo de una que he visto encendida, mi conocimiento está muy poco iluminado. La idea de bombilla es una definición: algo que sirve para alumbrar con luz eléctrica. El conocimiento racional me permite trascender las imágenes para llegar al mundo del significado.

Por otra parte, puedo tener ideas de algo que no veo directamente, a partir de datos sensibles, pero yendo más lejos que ellos. Por ejemplo: a partir del grifo del agua de la cocina puedo pensar en un depósito de agua que no está a mi alcance visual. Desde la experiencia de mi vida, puedo reflexionar sobre mi conciencia. Observando el mundo, puedo tener una idea acerca de la existencia de un Creador.

Estamos en un mundo comunicativo y audiovisual. Esto trae innumerables ventajas para el conocimiento, pero también conlleva inconvenientes. Uno puede atiborrarse a imágenes y dar muy poco espacio a la reflexión, a ir forjando un propio criterio. Incluso la información escrita, publicada en la inmensidad de internet, no tiene unos criterios claros de selección y de veracidad. Existen conocimientos muy valiosos que hay que saber encontrar en la red, o que están fuera de ella: en buenos libros, o en documentos históricos.

Actualmente se escucha con cierta frecuencia que, en educación, los contenidos son cada vez menos importantes, puesto que están en la red. Al respecto Hirsch[1] ha escrito un interesante libro, en el que aporta el término capital intelectual. Si estamos hablando de la princesa del Nilo, será muy importante saber lo que es el Nilo. Los conocimientos nuevos se basan en los anteriores, como las capas de un buen suelo enriquecido.

Los conocimientos no son solamente estanterías de libros o páginas web. Suponen significados asimilados personalmente por conocedores. La transmisión personal de un buen profesor a sus alumnos es muy importante porque se hace entre semejantes. Es una comunicación humana y, por tanto, especialmente significativa si es valiosa. Así es como se llega a un conocimiento lleno de sinergias puesto que los alumnos, elevados a un cierto nivel de sabiduría, son capaces de llegar más lejos.

Utilizar bien la informática y las aplicaciones es de un irrenunciable interés. Pero centrar la innovación pedagógica exclusivamente en la tecnología, supone caer en un formalismo muy pobre. El experto se transforma en el informático. La pedagogía se reduce a un formalismo vistoso, pero vacío e impersonal. Se prima lo lúdico y emocional sobre lo sabio; y eso es un serio error. Por supuesto, es muy importante explicar con todos los recursos de vanguardia disponibles. Pero el objetivo de la enseñanza no es saber más y más métodos digitales, sino tener un conocimiento profundo de la realidad y del sentido de la vida. Sin esto, nos deshumanizamos.

Hay que educar a chicos y chicas con personalidad, cada uno con la suya, fomentando su criterio personal. Para espolear su libertad y sus ganas de comerse el mundo, es interesante motivarles con tecnologías atractivas, pero esto es solo el comienzo. Tienen que tener ganas de saber y esto supone estudio, esfuerzo, amor por la verdad de las cosas, algo mucho más importante y espiritual que desarrollar destrezas digitales.

Las asociaciones de imágenes son importantes y solidarias para el conocimiento. Pero la visión ha de ser completada por la reflexión, que es algo exclusivo de los seres humanos.


José Ignacio Moreno Iturralde



[1] La escuela que necesitamos, Hirsch, E.D. Encuentro, 2012.

Thursday, August 26, 2021

Educación: sembrar estrellas

Se habla ya de las medidas higiénicas para el nuevo año escolar, como es lógico. Por otra parte, la tecnología y sus estupendos recursos seguirán mejorando nuestra pedagogía. Preparar bien las clases, atender a los alumnos y a sus familias, estudiar -esa asignatura permanente de un buen profesor-, así como recibir alguna formación específica, son tareas que los docentes tendremos que afrontar de nuevo.

Quisiera centrarme ahora en algo diferente: un profesor educa más por lo que hace que por lo que dice. Vivir la asignatura, preocuparse sinceramente de la mejora de sus alumnos y, en la medida de lo posible, echarle salero y buen ánimo al día cotidiano, son el pulso de una docencia convincente. Una educación que, como los astros, muestra referencias en el firmamento de la vida. Será una siembra de luces sencillas, pero eficaces y portadoras de guía y seguridad. Se trata de un gran reto, del que se habla poco. Quizás porque ya se sabe, o tal vez porque se olvida por ser muy exigente. Hemos de tener en cuenta de que hablamos de una actitud que conlleva felicidad, para el que se aventura a intentar cultivarla y para los que con él conviven. Decir con la conducta que la vida y la relación con nuestros semejantes merecen la pena, pese a los   problemas que surjan, es educar en la felicidad, en el esfuerzo por alumbrar el presente gris, convirtiéndolo en el anticipo de un mañana esplendoroso. Y si a veces las cosas no salen bien y el abatimiento nos quiere hacer zozobrar, podemos volver a mirar alguna de esas estrellas entrañables, simpáticas, humildes y victoriosas que siempre nos han guiado y seguirán haciéndolo.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, August 23, 2021

El futuro de Europa


Tras la segunda guerra mundial, la reconstrucción de Europa ha sido una auténtica proeza de superación e integración. La caída del muro de Berlín en 1989 y el desmantelamiento del telón de acero fueron acontecimientos históricos muy positivos, que fomentaron la cohesión y ampliación de los países de la Unión Europea. La reciente salida del Reino Unido con el llamado Brexit está suponiendo una reorganización de la administración europea.

Por otra parte, algo del patrimonio de la civilización europea está cambiando notoriamente. La Declaración de los Derechos Humanos de 1948 está siendo parcialmente modificada por la vía de los hechos. El mayo del 68 francés con su “prohibido prohibir”, la revolución sexual proveniente de Estados Unidos, la práctica industrial generalizada del aborto, y la deformación de la identidad de la familia y del propio ser humano, han modificado bastantes referencias. Este caldo de cultivo relativista es aprovechable por poderosos grupos globalistas que plantean, y quizás pretenden, un estilo de sociedad mundial acorde a sus intereses.

Ante este panorama, puede ser bueno plantearse hacia dónde se dirige el futuro de Europa. Pienso que una civilización debe defender una idea digna del hombre por la que trabajar y progresar. Fruto de esa idea surgirán, como medios y no como fines, instituciones políticas y económicas. Ahora bien: ¿qué idea tiene Europa de la dignidad de la persona humana? No está claro, porque parece que las nociones predominantes son la tolerancia, la validación de cualquier tipo de moral mientras no sea delictiva, y el fomento de la autonomía personal. Considero que estos valores son interesantes, pero insuficientes porque por sí solos desembocan en un individualismo notorio. En esa situación, el ciudadano queda muy limitado ante quienes imponen sus agendas políticas mundiales, ya que influyen en una mayoría de los partidos políticos a los que votar. La falta de vitalidad humana de estos planteamientos se evidencia de modo alarmante, por ejemplo, en una severa caída de la natalidad que pone en jaque la propia sostenibilidad de los europeos dentro de algún tiempo no muy lejano.

Europa se ha forjado con la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. Grecia nos dio la fuerza de la razón libre y el primer origen de la democracia. Roma aportó un ordenamiento jurídico administrativo de valiosa eficacia. El cristianismo, además de su mensaje de salvación, hizo ver que todo ser humano es persona y tiene dignidad. Europa necesita beber de estos manantiales originarios, recreándolos en el momento presente. Las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, aún vigentes, son anteriores a los revolucionarios franceses y necesitan complementarse con las de responsabilidad, diversidad y filiación-paternidad.

Por otra parte, me parece muy beneficiosa una reflexión eficaz sobre lo que la familia aporta a cada persona y a la sociedad, así como una mayor influencia asociacionista de los ciudadanos sobre los poderes políticos. Así podremos hacer una cultura democrática libre, inclusiva y solidaria. Desde una idea más vigorosa del valor excelente de cada ser humano, sea cual fuere su situación y durante toda la trayectoria de su vida, es desde donde Europa puede seguir avanzando en su identidad y saliendo en ayuda de los más necesitados, empezando por quienes tenemos más cerca.

  

José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, August 22, 2021

Ética del prójimo y cuidado de la vida


La sabiduría más humana nos ha recordado siempre la bondad de la hospitalidad y del cuidado de los más necesitados. Estas enseñanzas nos cuentan ejemplos de ayuda a personas concretas, en circunstancias imprevistas. Los ejemplos son muchos. Rabindranath Tagore, para fomentar nuestra generosidad, nos habla de un rey que pidió limosna a un mendigo: el menesteroso, aturdido, le dio un grano de arroz, que al caer el día se transformó en oro. Mark Twain nos habla de la igualdad de los seres humanos en su obra “Príncipe y Mendigo”. Harrieth Beecher Stowe escribió “La cabaña del Tío Tom”, como un maravilloso alegato a favor de la dignidad de los esclavos oprimidos. Con mucha anterioridad, el evangelio nos habla en la parábola del buen samaritano del deber de atender a quien sufre, estando a nuestro lado. Todas estas historias nos muestran rostros humanos que se nos hacen presentes, como muestras providenciales de la humanidad. Como dice Chesterton, un ser humano con el que nos topamos representa a todo el mundo.

Los prójimos que de un modo más evidente reclaman nuestra atención, son nuestros familiares más cercanos. Entre los más necesitados, destaca el que se está gestando en el vientre de su madre. Con o sin previsión, el hijo de las entrañas es el prójimo más relevante, la nueva humanidad que se nos confía. Reducir su identidad a la de un órgano eliminable, abortable, es un ataque a la vida del nonato y a la humanidad de sus padres. Las situaciones pueden ser incómodas, incluso muy difíciles. Pero ser madre y padre no es algo cómodo y fácil; y, sin embargo, es la raíz de nuestra condición filial.

La industrialización, las grandes ciudades y las actuales condiciones laborales presentan ventajas prácticas, pero pueden erosionar nuestro modo más profundo de vivir si todo se mide con exclusivos criterios de bienestar material. Cuidar la naturaleza, especialmente la propia familia y el misterio de la vida que surge prodigiosamente en ella, nos lleva a la verdad más rotunda sobre nuestra ética: la grandeza de nuestra existencia está en cómo ayudamos a los seres más necesitados de cuidado, los que estaban y están más cerca de nosotros. Estamos a tiempo de retomar el camino de la vida.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, August 21, 2021

¿Es posible cambiar el mundo con la educación?

 

Un buen amigo, profesor y directivo docente, me dijo que quería cambiar el mundo a través de la educación. Me pareció un noble ideal, quizás poco realista. Los que somos profesores y pretendemos mostrar entusiasmo por la educación, a veces no hablamos de los gajes del oficio: sueldos bastante modestos, agotamiento emocional y psicológico al trabajar diariamente con decenas de niños y adolescentes, poco reconocimiento social... En definitiva: ser profesor conlleva estar dispuesto, en muchos casos, a ser una persona cuya vida pasa bastante inadvertida.

Sin embargo, se pueden pensar las cosas de un modo diferente y más positivo. Todo alumno y alumna es el que es y el que puede llegar a ser: esto es clave para ayudarles en su progreso como personas. El avance social es consecuencia, entre otros factores, de la expansión de las potencialidades humanas. Para esto, la educación ocupa un papel principal. Creer en la juventud, educarla y capacitarla académica y profesionalmente es de una importancia extraordinaria. De esta manera, los propios profesores se transforman en protagonistas del desarrollo de sus alumnos y de sí mismos.

Pienso que no sirve cualquier instrucción pedagógica, sino una educación competente, profundamente humana -que tenga muy en cuenta la prioridad educativa de la familia de cada joven-, y que se ilusione con el bienestar y futuro de chicos y chicas. Esta educación promotora de los alumnos, de su libertad y personalidad propias, siempre es un agente de avance humano. Además, es posible que pueda provocar una auténtica reacción en cadena para el desarrollo de los países. Por esto, considerándolo mejor, pienso que mi amigo tiene razón: es posible cambiar el mundo con la educación.


José Ignacio Moreno Iturralde

Thursday, August 19, 2021

Alumnos protagonistas del conocimiento


 

Este mes de agosto estoy impartiendo un curso de Antropología en un Colegio Mayor universitario. Se apuntaron pocas personas a esta disciplina. No me extraña pues la antropología veraniega se suele desarrollar en otros parajes montañeros o marítimos. A los pocos días de empezar, no me parecía detectar mucho interés en los jóvenes. Calor, no mucha puntualidad, algunos problemas de logística… El primer control de la asignatura se transformó, a petición de los interesados, en exposiciones personales de algunos de los aspectos del temario. No esperaba una gran cosa, pero me equivoqué. Las intervenciones fueron diversas, muy buenas, con los contenidos bien asimilados e interesantes aportaciones personales. En definitiva: me di cuenta de que explicaban los temas mejor que yo, cosa que me produjo alegría y satisfacción. Cuando los alumnos son protagonistas y constructores del conocimiento, una vez que se les ha colocado en la posición adecuada, sacan a relucir todo el potencial de su vigorosa inteligencia juvenil. Siempre ha sido así, y ahora más todavía: estamos en una sociedad del conocimiento colaborativa, de diálogo, aportación y escucha. El magisterio del profesor puede verse felizmente superado y enriquecido por la valiosa aportación personal de los alumnos.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Wednesday, August 18, 2021

Barbaridades de la enseñanza antigua


Hará unos 25 años viví unas experiencias docentes muy poco políticamente correctas. Estábamos varios días de excursión, tres profesores y unos treinta alumnos de 17-18 años. No se lo van a creer, pero eran todo chicos…¡Oh, segregación inhumana y opresiva! … ¿Opresiva respecto a quién?... Era la última noche, y la obsesión de los profesores era que ningún chaval se le ocurriera sacar nada de alcohol en su habitación. Tuvimos una simpática tertulia después de cenar y cuando la cosa llegaba a su fin, el profe más veterano hizo algo insólito, alarmante, quizás delictivo. Sacó una botella de pacharán y en vasos de plástico pequeñitos dio un chupito a cada alumno. La algarabía y el ambiente distendido hicieron acto de presencia. Las conversaciones eran múltiples y el tiempo estaba detenido por la brisa del bienestar. Percibí que el profe veterano animaba a un joven difícil a mejorar en un asunto concreto; pero no se decidía el chaval. -¿Sabes lo que te hace falta para decidirte? -le preguntó el profesor. El chico puso cara de no saber, y el docente mágico sugirió: -¡Otra copita de pacharán! Entonces el muchacho, iluminada su cara, afirmó: -es verdad, ahora sí que quiero cambiar.

Les cuento esta “atrocidad” porque ya han pasado cinco lustros. ¡Qué barbaridades  hacíamos por entonces! … Sin embargo, todos los que participamos de aquellos momentos los recordamos con auténtica satisfacción. Allí vivimos un auténtico espíritu de libertad y de amistad entre profesores y alumnos. Con aspectos sin duda mejorables, pero con la genuina sabiduría de lo alegremente humano. Que yo sepa ninguno de aquellos chicos cayó en la bebida; se han convertido en buenos profesionales y tienen referencias muy positivas en su vida.


José Ignacio Moreno Iturralde


Monday, August 16, 2021

Trasmitir amor por la verdad


En clase, cuándo hay alguna irregularidad que no ha sido localizada, para el profesor no es buen recurso decir “¿quién ha sido?”. Las posibilidades de éxito son mínimas. Suele ser mejor explicar por qué eso ha estado fuera de lugar y que ellos, los alumnos, son capaces de hacerlo mucho mejor. Si la infracción cometida fuera grave habría que tomar otras medidas, como es lógico, pero muchas veces son asuntos menores.

Llevar la clase bien preparada, bien estudiada, y con metas claras, es un gran aliado del docente. De todos modos, dar clase es como navegar: habrá que ver cómo están los vientos y las mareas; quizás haya que dar algún rodeo imprevisto, o parar un poco para contemplar el mar. Compaginar la transmisión de conocimientos, pensados, asimilados, hechos vida y puestos en relación con las vidas de los chicos y las chicas, es una enseñanza muy convincente, que no se improvisa. Vivir la matemática, la geografía o la asignatura que se imparta, incluyéndola en un proyecto de vida personal atractivo, es un motor de reacción para los alumnos. Esta asimilación de la profesión docente en una coherencia de vida está llena de meteduras de pata, de fragilidades y de desánimos. Esto ocurre con cualquier trayectoria personal; somos humanos. Pero con constancia, humildad, tenacidad y algo de buen humor, un profesor puede conseguir mucho: ser un referente para sus alumnos y sus familias. No es poco.

Por supuesto, la profesión de docente puede superar las fuerzas de una persona, que prefiera dedicarse a otra cosa que le vaya mejor. Eso no es ningún fracaso, sino una experiencia en la que se ha tenido la oportunidad de enseñar a los más jóvenes. Pero para otros puede ser una profesión para toda la vida; y toda la vida educando a chicos y chicas es algo de enorme importancia. Son también muchos los momentos en los que se disfruta en el mundo de la enseñanza; también cuando uno se encuentra con antiguos alumnos que se están desenvolviendo bien en la vida.

Hacer de la profesión un sincero servicio a los demás es algo muy noble. Integrar la verdad de la propia profesión dentro de una vida honrada tiene alcances insospechados. Esta verdad no tiene nada que ver con intolerancias ni fanatismos; todo lo contrario. El intento de vivir en la verdad, pese a nuestros errores, es fuente de sentido, de libertad personal y de motivación para las nuevas generaciones.


José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, August 15, 2021

Lo que los alumnos pueden enseñar a un profesor


Un profesor tiene varias fuentes de conocimiento: su propia experiencia vital, compañeros competentes, buenos libros, y sus alumnos. Dar clase tiene poco que ver con estar frente a un ordenador, aunque éste se utilice en la docencia. Un grupo de jóvenes están mirando quién eres, cómo piensas, si sabes de lo que hablas y si crees en lo que dices. Uno de los sentidos más destacados en la juventud es el de la justicia y el de la imparcialidad del profesor. Pero antes, está el de la autoridad. Que los alumnos pongan a prueba la autoridad del profesor no significa que la desprecien, sino que quieren ver si la tienes para poder sentirse sinceramente protegidos por ella.

Cuando un alumno o alumna nota que le interesas y que estás dispuesto a ayudarle a superar la asignatura lo mejor posible, reacciona de un modo positivo siempre. Aunque esta respuesta puede no ser inmediata y tardar en el tiempo. Un profesor tiene que saber de lo que explica, sin conformarse con lo que ya sabe. Lo que ocurre es que a veces no damos con la tecla adecuada, para que los alumnos también participen en la construcción del conocimiento. Por poner un ejemplo: sabemos enseñarles a tocar la guitarra; pero es menos frecuente que saquemos tiempo e ingenio para hacer que el alumno sepa componer sus propias canciones. Ciertamente esto les puede ocurrir más adelante, en la vida profesional. Pero pienso que deberíamos intentarlo más veces en la escuela. Es difícil que a un alumno se le ocurra una nueva ecuación matemática, aunque no es imposible. Lo que sí es asequible es educarles de tal manera que ellos puedan expresar sus puntos de vista, sus opiniones, así como que realicen trabajos creativos, donde saquen a relucir su potencial. Es una pena cuando en un colegio no se detectan los puntos fuertes de un chico o una chica, porque los tiene. Llevo muchos años dando clase y pienso que no hago un planteamiento ingenuo. Los profesores han de exigir, y esto cuesta a los alumnos. Pero todo joven es un ser libre con ganas de saber y de hacer cosas valiosas en la vida. Si alguien tiene la visión de una juventud apática, lúdica, atontada y sin nervio, es importante que no se dedique a la docencia o que cambie de óptica. El ser humano es el que es y el que puede llegar a ser. El afán por la verdad es más fuerte que la capacidad de mentir, como el afán de querer es más fuerte que el de odiar. Esto no se cumple en todas las personas, pero sí en una gran mayoría. Hay que creer en los alumnos, exigirles, comprenderles, potenciar su creatividad.

Las tecnologías tienen que ayudar, y no sustituir, al estudio. Hemos de educar a jóvenes libres, con personalidad, con capacidad de tener ganas de hacer cosas interesantes en la vida. Pese a los inconvenientes, en la educación no solo hay que enseñar sino que también  hay que creer en quienes son nuestros alumnos. Habrá días que con sobrevivir a las clases será bastante; pero no todo, ni siquiera la mayor parte, es supervivencia en educación.

Hemos de enseñar que tener fragilidades es propio del ser humano, como lo es también superarlas. Si los estudiantes ven que metemos la pata no es ninguna deshonra, todo lo contrario, que les pidamos perdón; esto enseña muchísimo. Los alumnos y alumnas no son unos pelmazos, sino chicos y chicas con sangre en las venas, ganas de vivir y una libertad que no se pliega simplemente por obligación, sino por empatía y admiración. Hemos de aprender también de las capacidades y virtudes de los alumnos, para poder enseñarles eficazmente.


José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, August 14, 2021

Recuerdo de grandes profesores


Don José, por entonces se llamaba así a los profesores, era un buen profesor y un excelente portero de fútbol. Le tuve siempre una profunda admiración. Junto a él me sabía valorado y querido. Don Luis era un apasionado de la Historia. En las correcciones de mis exámenes siempre me daba ánimos o me expresaba sus felicitaciones. Esto me agradaba mucho y, nunca, ni por asomo, se me ocurría darle las gracias. Con el paso de los cursos nuestros malos comportamientos le hicieron pasar malos ratos. En una ocasión, le pusimos la mesa de tal modo que cuando se sentara probablemente se caería. Efectivamente se sentó y empezó a hablar de la caída del imperio romano. En un atisbo de cordura me di cuenta de la falta de respeto que íbamos a cometer con él. Milagrosamente no pasó nada, y la silla resistió. Respiré hondo, pensando más en que me libraba de una sanción que en la integridad de Don Luis. Rosario fue mi profesora de Biología, o de algo así. Me importaba un pimiento la asignatura, pero ella me parecía encantadora. Joven, maja, casada y con hijos, tremendamente humana, exigente y simpática. Doy gracias a Dios por haberla conocido.

Una vez en la universidad, quisiera destacar la figura de Don Vicente: una figura ciertamente gorda. Su voluminosidad era tanta como su competencia profesional. Tenía muy buen ánimo, preocupación por los alumnos y gran integridad moral. Tuve la fortuna de que me dirigiera la tesis doctoral y, sobre todo, de haber tenido largas parrafadas en su despacho, hablando de lo divino y de lo humano. Era un hombre magnánimo. Otro profesor, cuyo nombre no recuerdo, nos dio clase de Paleografía, en Historia. Era algo soso y estaba muy preocupado por sus alumnos. Dividió nuestro grupo en dos y multiplicó sus horas de clase para atendernos mejor. No parece que recibiera más sueldo por esto. Al final de curso le hicimos un regalo y le aplaudimos de lo lindo; cosa que le emocionó. Fue el episodio más cargado de humanidad de todos mis años de universidad.

Poco tiempo después comencé a ser profesor. Para mí se trataba de una profesión ocasional, sin ninguna idea de que fuera la definitiva. Mi vocación a la docencia ha sido fortuita o providencial, no me salía de dentro, sino que me venía de fuera. Luego he caído en la cuenta de que la palabra vocación viene del término latino “vocare”, que significa llamada.

A lo largo de mis años de profesor he aprendido mucho de compañeros de trabajo; especialmente de algunos mayores, cuando yo era más joven. Verles trabajar con alegría, en una profesión de tanta carga emocional, ha sido para mí de gran ayuda. El mejor profesor que he conocido, sin embargo, era relativamente joven, inteligente, práctico, con grandes dotes pedagógicas y, sobre todo, con una enorme capacidad de querer a sus alumnos y de tener paciencia con ellos. Cuando le veía funcionar me preguntaba de donde sacaba las fuerzas. Era uno de esos hombres felices que viven con madurez y alegría, alegrando la vida a los demás. Otro personaje que quisiera destacar se llamaba Don Rodrigo. Llevaba muchos años dedicado a colegios, pero últimamente no daba clase. Era un tipo divertido, guasón, enamorado de la vida y con un sentido común morrocotudo. Sabía echarle salero a la existencia  y poner las cosas en su sitio. Era el capellán del colegio de una barriada obrera donde trabajé veinte años. Pese a todas las adversidades que había que tenido que afrontar, transmitía ilusión por vivir en un marco sensato y realista. Tras su fallecimiento, el día de su funeral, me enteré que había sido premio extraordinario en su carrera de Derecho Civil, que estudió además de sus estudios eclesiásticos. Pero lo más extraordinario de él era que sabía vivir la vida cotidiana con una disponibilidad asombrosa para ayudar a los demás. Y todo esto lo hacía de modo simpático y motivador.


José Ignacio Moreno Iturralde


Friday, August 13, 2021

Disponibilidad en la familia


Siendo pequeño y adolescente, cuando llegaba a casa siempre había   alguien. Mi padre tenía un buen trabajo que le dejaba tiempo para la familia, y mi madre era ama de casa. Se lo agradezco inmensamente a ambos. Actualmente esto no es sencillo. La incorporación de la mujer al mercado laboral es un logro social estupendo que hay que desarrollar. Pero los horarios de trabajo son frecuentemente extensos y es necesario ser profesionales competentes. Sin embargo, la competencia más valiosa es la familiar. Habrá que ingeniárselas para dedicar tiempo diario a las personas que más queremos. A veces es cuestión de virtud: tener prioridades, ser diligentes y saber renunciar, en ocasiones, a oportunidades que puedan hacernos perder el tiempo adecuado para el cónyuge y los hijos.

Junto a Soto del Real, un pueblo madrileño al que mi familia iba con frecuencia, hay una montaña llamada la Najarra. Es bonita, discreta, grande, pero no muy elevada. Es la protectora de aquellos parajes que derivan en bonitos lugares como La Pedriza o el nacimiento del río Manzanares. No suele uno reparar mucho en esa montaña, pero siempre está ahí surtiendo de agua y vegetación a su valle. Esa montaña me recuerda a la figura del padre: el que sabe “estar ahí”, donde le necesitan. Se trata de un hombre que ha decidido pensar en los suyos más que en sí mismo… se dice pronto. Los hijos no quieren “superpadres” inasequibles, que compensen sus ausencias con  regalos. Lo que quieren es tener a su padre cerca, gozar de la seguridad de su cariño, de su consejo y de su exigencia. En la inevitable búsqueda de identidad personal de la adolescencia, el padre puede verse superado por un ciclón indomable. Habrá que procurar mantener la calma y saber que el chico o la chica están en un periodo de “aclarado”, dando vueltas como una lavadora, en expresión del doctor Jesús Poveda. Muchos de sus desacatos a la autoridad son una   inconsciente manera de decir “ponme límites, edúcame, pero entiéndeme”. No es tarea fácil desde el momento que ni el joven se entiende a sí mismo. Pero las milenarias generaciones han ido solventando el problema, mayoritariamente con éxito.

La comprensión de la madre, su saber conocer el mejor tú del hijo o de la hija, es algo tan necesario como la luz. Su sonrisa es lo primero que vio su bebé en este mundo, tras el esforzado nacimiento. La madre es la que de modo primordial nos da a entender nuestra identidad más profunda: ser hijos. La valoración y protección de la figura de la madre pone en juego nuestra humanidad. Ningún hombre es un fracasado si tiene una madre que le quiere. Ella es el arranque de la vida y el futuro personal de su hijo. Su saber componer, animar, nutrir, vestir, trabajar y sonreír es el suelo donde los hijos ponen en juego su vida. Es posible que haya personas a la que estas frases les parezcan antiguas. Personalmente pienso que son presentes y futuras, pues solo un mundo en el que se venere y realce la figura de la madre es un mundo verdaderamente humano.

Una madre buena es, además, la mayor fuente de enseñanza para desenvolverse en la vida, dando frutos desde unas raíces sólidas y llenas de vida. 


José Ignacio Moreno Iturralde

Thursday, August 12, 2021

Dar buen ejemplo es lo que educa mejor


La infancia y el hogar se mezclan en la memoria, frecuentemente, como un tiempo feliz. Este chorreón de luz, que es la niñez, con sus juegos en los parques, sus ilusionadas noches de Reyes Magos y sus coscorrones deportivos, se asentaba sobre la alianza matrimonial de nuestros padres. Una unión llena de esfuerzos y responsabilidades, que pasaban bastante inadvertidos -o quizás no tanto- a hijos e hijas. Uno no sabía entonces que el cariño al padre y a la madre se transformaría en una referencia para toda la vida.

Los veranos en contacto con la naturaleza y los vecinos de la urbanización eran un manso río de felicidad en la que familia, montañas, pájaros, vacas -me caen bien- y amigos eran toda una escuela de aprendizaje.

Pero pasemos al escenario escolar: el colegio, desde las etapas de infantil y primaria, siempre ha sido un lugar incómodo. Por mucho que los profesores intentemos idealizar la enseñanza, ésta tiene algo de antipático y de costoso; como sucede también con otros compromisos sociales. Pero esta condición adversa de la escuela es un agente de maduración de los niños, quienes aprenden que tienen deberes y responsabilidades. Ya lo sabían con anterioridad en sus familias, donde la exigencia y el cariño se unen de tal modo que hacen del hogar el ámbito educador por excelencia. Por este motivo, la profunda crisis que afecta actualmente a la institución familiar es tan devastadora humana y educativamente.

Los centros escolares son prácticos y su labor es generalmente positiva; pero… ¿No podríamos intentar que chicos y chicas lo pasaran mejor, a la vez que se esfuerzan y aprenden? ¿Sería posible que alumnos y alumnas fueran diariamente al colegio con más ilusión? Me hago estas preguntas después de treinta y cinco años como docente, y antes de empezar un nuevo curso escolar. No sé si es posible este noble deseo, pero hay un único camino: el que recorran padres y profesores dispuestos a intentar vivir con motivación cada nueva jornada. Es decir: tenemos que estrenar   la vida cada día. No me refiero a ejercitarse en un vitalismo voluntarista, sino a tener motivos profundos para vivir y para enseñar. Esto es compatible con padecer fragilidades y desánimos que, bien asimilados, nos hacen más realistas y nos pueden fortalecer.

Los alumnos suelen tener recuerdos muy positivos de sus escuelas o colegios al pasar los años, pero algunos son especialmente memorables. Pueden referirse a un día en que se rieron de lo lindo con todos, y no de nadie. Tal vez se trate de una intervención especialmente ocurrente de un alumno, o de una metedura de pata de otro, llevada con humildad y salero. Yo recuerdo ahora algo sencillo: un profesor que estuvo en mi colegio, cuando yo era alumno. Era un señor con gafas, que transmitía una gran serenidad y confianza. Se trataba de un hombre que educaba con su modo de ser ordenado y discretamente alegre. Un profe que, seguramente sin pretenderlo, nos estaba diciendo con su actitud que la vida merece la pena vivirla con ilusión y buscando metas positivas.

 

José Ignacio Moreno Iturralde


Tuesday, August 10, 2021

El filósofo asesino. La fuerza de la familia (Novela policíaca. Nueva edición)


Quería presentaros una nueva edición más económica de la novela "El filósofo asesino. La fuerza de la familia". Está pensada especialmente para alumnos de 1º y 2º de Bachillerato. Muchas gracias por vuestra atención: https://www.amazon.es/dp/B09B3CNWG7 

 

Thursday, August 05, 2021

La admiración como principio del conocimiento


Si conozco a una persona encantadora me quedo admirado. Cuando he dejado de verla, seguramente me agradará volver a coincidir con ella. Pues bien, mi primera reacción cuando la vi no fue preguntarme “¿por qué existe esa persona?”; simplemente me gustó conocerla. Cuando un bebé sonríe a su madre no parece que se haga muchas preguntas, pero su actitud es muy significativa. Otro ejemplo: si una noche me da por mirar estrellas con un telescopio, me asombro ante el universo. Las preguntas sobre el sentido de todo esto podrán venir después, en un segundo momento.

La primera apertura del ser humano a la realidad se basa en un conocimiento contemplativo. Tal contemplación proviene de la tendencia a conocer la existencia de la realidad, su verdad, bondad y belleza. No siempre resulta fácil esta admiración, por diversos motivos subjetivos u objetivos. Puedo tener cansancio, desgana, o simplemente no ver nada destacable al contemplar, por ejemplo, un vertedero. Aunque las personas más creativas pueden ver lo más elemental desde un ángulo distinto; incluso ser capaces de trascender un estado de ánimo adverso en un toque de indudable originalidad.

Valorar mucho la existencia normal y corriente es una sabia actitud, incluso puede ser un hábito que surge del esfuerzo por buscar y vivir lo verdadero y lo bueno. El asombro lleva al agradecimiento, que es un aspecto importante de la felicidad.

Una persona enseña más por lo que vive que por lo que sabe. Si queremos educar tenemos que aprender a ser unos entusiastas de lo que enseñamos, pero antes hemos de serlo de la propia vida. Para esto hay que buscar motivaciones profundas basadas en la realidad y no solamente en los volubles estados de ánimo.


José Ignacio Moreno Iturralde