Saturday, September 17, 2022

La sabiduría del corazón.


Nada más interno a nosotros, y nada más difícilmente controlable que el corazón. Por este término no entendemos el órgano cardíaco, sino todo el ámbito sentimental y emotivo que juega un papel importante en la vida humana. Nuestra percepción de ser queridos y nuestra capacidad de querer es clave para nuestra felicidad. 

Siendo el corazón lo más valioso que tenemos, las decisiones han de ser tomadas por la inteligencia,  pues ésta es la facultad capaz de distinguir la verdad del error. La voluntad ayudará al corazón a dirigirse a la verdad, estimada como bien. El corazón cumple así su función al hacer que la persona se una al bien que quiere. De esta manera, si el amor es verdadero nos hará ser mejor personas; y, por tanto, mucho más felices.

Sin embargo, aunque cada uno tiene su temperamento, el corazón se ve solicitado por muchos reclamos. Nuestra capacidad de querer a las cosas y a las personas es grande, pero tampoco es manca nuestra capacidad de despreciarlas. Esto nos muestra que el verdadero amor consiste en afirmar la vida de los demás, en estimarles por sí mismos y no solo por el beneficio que me aporten.

El corazón es especialmente dependiente y, a veces, inestable. Dependiente porque amar se refiere a los demás. Por otra parte, hay también un sano amor hacia uno mismo, aunque frecuentemente suele inflarse demasiado y trae no pocos problemas. El egoísmo es realmente algo vulgar, poco inteligente y triste.

El corazón es, en ocasiones, inestable porque tiene una parte puramente sensitiva. Pero a ella se une la sabiduría del corazón.  Este es un saber valioso que, orientado por la razón y asistido por la voluntad, nos guía hacia los bienes más altos. En función de estos bienes se ordenan los bienes secundarios. En ocasiones,  un bien superior puede requerir rechazar un bien inferior o desordenado. Agustín de Hipona lo dijo magistralmente: "nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". Esta disciplina del corazón, costosa, es la que nos hace libres para amar. Así, con esta pelea interior, se forja un corazón grande, sereno y sabio.


José Ignacio Moreno Iturralde 

Saturday, September 10, 2022

Tiempo cronológico y tiempo personal.


Cuando nos hablan de los miles de millones de años que tiene el universo, sentimos un cierto vértigo. Comparar el tiempo de nuestra vida con el del cosmos, puede hacernos sentir muy pequeños. Sin embargo, miles de galaxias nos resultan bastante más insignificantes que la vida de una persona a la que queremos.

El tiempo personal es distinto al cronológico. Cada persona asume su pasado en el presente, proyectándose hacia el futuro. El presente es el punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad, decía C.S. Lewis. La razón tiene cierta capacidad de estar por encima del tiempo; es como si lo sobrevolara. Un ser humano es capaz de entenderse como alguien que forma parte de una historia milenaria, a la que puede aportar su vida personal.

En la vida humana los momentos de más valor son aquellos que pasamos con nuestros seres queridos. Fiestas familiares o aniversarios entrañables cobran un especial sentido en nuestras vidas. Nuestro corazón es capaz de cambiar, en cierto sentido, el tiempo. Por ejemplo, si pido perdón soy capaz de cambiar mi relación con una persona. El amor tiene jurisdicción sobre el tiempo y puede modificar sustancialmente el sentido de una vida.

Todo ser humano es capaz de dar valor personal al tiempo cronológico, y lo que da valor al tiempo humano es nuestra capacidad de querer, con un amor que nos haga ser mejores. El cristianismo nos habla de Dios como un ser personal que es Amor, y que interviene en nuestra vida. Estar atentos a las iniciativas de Dios respecto a nosotros, nos lleva a una vida llena de sentido y nos introduce en una dimensión contemplativa, que anuncia algo propiamente divino: la eternidad. La eternidad en Dios es un continuo presente; en nosotros no sabemos bien como será, pero será una vida llena del amor de Dios y del de nuestros semejantes, en la medida que nos hayamos capacitado para amar en este mundo.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, September 02, 2022

La activación de la voluntad.

Tener fuerza de voluntad es algo de enorme importancia. Esta capacidad se ejercita con la repetición de actos. Una persona puede cambiar, en parte gracias a su voluntad. La vida tiene muchas ocasiones en las que hay que hacer necesidad virtud, y tirar para adelante. Es bueno tener sentimientos que nos ayuden a esto, pero pienso que no son lo decisivo. Hacer recaer la decisión de un acto sobre los sentimientos o el estado de ánimo, es una opción muy insegura y algo individualista.

Por otra parte, un estilo de vida voluntarista, donde todo se rija por el deber cumplido, tiene los días contados y puede destruir a la persona. Estamos más hechos para la felicidad que para cumplir el deber. ¿Y qué significa ser feliz? Saberse querido y querer. La vida es un descubrimiento de estos dos factores complementarios. Cuando me sé querido por alguien importante, y que me importa, me lleno de sentido. Me valoro como bueno cuando alguien que quiero me ve de esa manera. Si mi bondad es valorada exclusivamente por mí mismo, se hace un juicio poco convincente.

La voluntad quiere buscar el bien, que la inteligencia ha descubierto como verdad. El ejercicio de la voluntad requiere de las virtudes, hábitos positivos que nos hacen mejorar. Pero las virtudes son medios, no fines; del mismo modo que un cuchillo y un tenedor facilitan comer, pero no se comen.

En la voluntad tiene su cabida una facultad misteriosa y específicamente humana: la libertad. Influida por la inteligencia y por el corazón, la persona es capaz de tomar decisiones libres que comprometen la vida. Tan solo con este tipo de opciones muy personales, que no son obligatorias, la vida humana cobra pleno sentido. El amor -el acto del corazón- es el que activa la libertad de un modo más profundo. Un amor que ha de ser interpretado en su veracidad por la inteligencia, así como sostenido y madurado por la voluntad.

Siendo la voluntad una capacidad tan personal, hemos visto que en buena parte es activada desde fuera de nosotros mismos. La persona no está hecha para estar sola, sino para compartir la vida con sus seres queridos. Este es el motivo de que la familia sea uno de los motores más decisivos de la voluntad.


José Ignacio Moreno Iturralde