Tuesday, December 28, 2021

¿Cuál es tu cuna, Señor?


 

Navidades de la infancia,

mundo de magia y encanto,

cuando la felicidad era el aire,

respirado en abundancia,

y la paz con manso manto,

arropaba al Niño Dios…

Quiero siempre estar con Vos.

 

Después pasan muchos años,

y a veces, como la tarde,

el alma está gris y fría…

¿Qué ha pasado?

¿Qué ha borrado, toda aquella simpatía?

 

Desenterrando recuerdos,

cortando falsos afectos,

he buscado aquella cuna,

pesebre de infancia mía,

y la encontrado vacía.

Quizás por no ver niños que no nacieron,

o al ver otros que murieron,

o por problemas del mundo,

o por errores pasados,

o porque dicen, rotundo,

que abundan los fracasados.

 

En familia, puse de nuevo el Belén,

y volví a ver su sonrisa

y una vida como brisa

me hizo sentirme bien.

 

La cuna es mi alma Señor,

ya te veo con primor,

y los que nos dejaron,

creo que están en tu Amor.

 

¡Oh, que diáfana alegría!

Nueva estrella de Belén:

saber que naces también

en esta pobre alma mía.

 

José Ignacio Moreno Iturralde


Friday, December 24, 2021

El Belén de la alegría

Tendríais que haber visto a mi madre preparando el Belén. Con qué salero, arte y rapidez, ponía las montañas de corcho, el serrín, el musgo, las ovejas, un río alargado con papel de plata, los pastores, y la gruta con Jesús, María y José. También el pajolero castillo de Herodes. Que no me olvide de recordar a los ángeles, así como un espléndido cielo azul oscuro, iluminado por la estrella que guió a los Reyes Magos. Qué docilidad inerme la de estas figurillas, puestas en un lado o en otro. 

Desde aquél universo infantil de felicidad intensa, han pasado muchos años y muchas cosas. Volvemos ahora a contemplar el Nacimiento, con más profundidad, de un modo muy personal, adorando al Niño Dios y contándole nuestras cosas. Entre ellas la ausencia de algunas figuras, pero de las que estaban fuera del corcho y de los muñecos: familiares y amigos muy queridos, que ya no están entre nosotros. Pero el Belén es un misterio, siempre abierto a nuevas experiencias... 

Quizás el Belén seamos nosotros mismos y el Niño Dios, por Quien todo fue hecho, nos mueve y sitúa según su Voluntad. Cuenta con nuestra libertad, pues somos personajes que junto al barro de la tierra tenemos la imagen y semejanza de Dios. Por esto, es buena y sabia cosa dejarnos guiar por Él y por su estrella; aunque a veces se recorran valles oscuros y pasos difíciles.

Es el misterio de Belén el que explica el nuestro, el que endereza nuestros caminos, el que explica nuestras vidas. Entre la humildad se sus figuras, se esconde la luz y la Gloria de Dios que va configurando, con el modesto material de nuestros años, una vida nueva. Así como el Belén de mi madre representaba humana y sencillamente el misterio de Dios hecho hombre; Cristo vivo va configurando divinamente, con humilde materia, nuestro nacimiento y desarrollo a una vida maravillosa, que tendrá su plena expansión en el Cielo: la vida de los hijos de Dios. Viendo de nuevo el Belén, tenemos la fe bendita de que nuestras queridas figuras ausentes, nos miran con cariño desde la Navidad definitiva. Parece que nos dicen: ánimo, con alegría, ir hacia el Belén… y llevar a mucha gente.


José Ignacio Moreno Iturralde

Tuesday, December 07, 2021

El camino blanco de Santa María


Desde las vacaciones de la infancia y las noches encantadoras de los Reyes Magos, el sendero de la vida ha avanzado. Han ocurrido muchas cosas: La adolescencia y sus inquietudes, la juventud de las grandes decisiones, quizás la enfermedad inesperada o el fallecimiento de seres queridos, el realismo duro de la vida; y también momentos fantásticos y simpáticos en familia.

Nos agradan los días luminosos; no deseamos los recovecos oscuros de la existencia, y nos enfrentamos muchas veces con días grises poco atractivos. Tal vez todo esto sucede mientras cada uno se empeña en recorrer, de un modo algo solitario, su propio camino. Pero existe otro modo de vivir distinto, original, siempre lleno de sentido y de esperanza. Me refiero al que se recorre de la mano de la Virgen. Del mismo modo que la presencia y el cariño de nuestra madre de la tierra, es clave para ser hombres y mujeres decididos; la devoción a nuestra Madre del cielo nos invita a caminar, luchando contra nuestros defectos, con más energía y alegría. Ella supo compaginar los días agradables y los duros porque había entregado por Amor su vida. En su molde se gestó virginalmente el Hijo de Dios, al que dedicó su vida entera con la ayuda eficacísima de José.

Siendo Madre de Dios y Madre nuestra, el camino de Santa María es Ella misma. Su presencia no niega nuestro camino, sino que lo ilumina, lo simplifica y lo adecenta. Por esto, quien camina con la Inmaculada lo hace de un modo más grato, más sencillo, con madurez e iniciativa, y con la paz y   despreocupación que un niño tiene cuando está junto a su madre. Algunas oraciones diarias nos pueden ayudar a este nuevo modo, más humano y más divino, de caminar en servicio a Dios y a los demás.

 

José Ignacio Moreno Iturralde