Estamos
acostumbrados a un espectacular amanecer del sol o a ver el colorido de un
pájaro tropical. Nos parecen cosas normales. El universo tiene sus leyes y la
vida las suyas. Pensamos que ocurren las amaneceres, o vuelan los pájaros
tropicales, por dichas leyes; sin embargo fue C.S. Lewis quien se dio cuenta de
que esto no era así. Las leyes no producen nada del mismo modo de que por hacer
la suma de diez mil euros más cinco mil euros no aparecen milagrosamente quince
mil euros en mi bolsillo. Cada hecho ocurre según unas leyes pero no por esas
leyes. Cada cosa que existe es algo portentoso. Su origen va más allá de unas
leyes, y se trata de una poderosa voluntad que llama a la existencia.
A la hora de entender la relación
entre los seres, observamos que hay parecidos y diferencias entre ellos: ésta
es la idea análoga de los seres, que ya explicamos. No somos vegetales
super-desarrollados ni dioses inferiores; somos hombres. Esta frase pretende
ilustrar la afirmación de Aristóteles de que “el ser se dice de muchas
maneras”. Ser es un término más completo que existir; pues tanto existe un
hombre como un pájaro, pero un hombre es más que un pájaro. El ser o los seres
son graduales, tienen mayor o menor importancia. Esta gradualidad viene
determinada por su esencia o modo de ser: árbol, lagarto, león, etc. Incluso
dentro de una misma esencia o naturaleza cada individuo participa de un modo
particular.
A la hora de entender el origen de
la relación entre los seres, Tomás de Aquino, en sus cinco vías para la
existencia de un último fundamento de la realidad, afirma que es posible llegar
mediante la razón a un ser al que todos los demás deben su existencia. Lo hace
mediante sus famosas cinco vías, de las que pasamos a exponer un apretado
resumen:
1ª vía: Todo
lo que se mueve es movido por otro, y éste por otro. Pero no se puede alargar
indefinidamente la cadena de motores. Tiene que existir un primer motor inmóvil
–si fuera móvil habría otro antes- que mueva a todo lo demás, porque de lo
contrario no existirían ni motores secundarios –intermedios- ni movimientos
últimos.
2ª vía: Todo
efecto se debe a una causa, que a su vez es efecto de otra causa. Pero no se
puede alargar indefinidamente la cadena de las causas. Tiene que existir una
primera causa incausada –si fuera causada habría otra antes- que produzca las
causas secundarias y los efectos últimos.
3ª vía: Todos
los seres materiales, contingentes o limitados, alguna vez no fueron. De tal
manera, que si el primer motor o causa fuera un ser limitado hubo un tiempo en
el que no hubo nada. El problema es que de la nada, por sí misma, no sale nada
y ahora tampoco habría nada. Por tanto junto a los seres contingentes,
materiales, tiene que existir un ser necesario e inmaterial o incorruptible,
del que todos los demás seres dependen.
4ª vía: Lo
más o menos perfecto se dice respecto a un máximo de perfección . Los seres
parcialmente perfectos se dicen respecto a un ser máximamente perfecto. Como
hemos estudiado, todo ser conlleva una verdad y un bien. Por tanto el ser
totalmente perfecto es máxima verdad y máximo bien.
5ª vía: Vemos
que en el mundo las cosas se mueven según unos fines determinados. La
finalidades de las cosas están dispuestas de un modo inteligente. La
inteligencia es una propiedad inmaterial. La conclusión del razonamiento es la
orientación de las leyes de la realidad material y de los primeros principios a
una inteligencia ordenadora y espiritual.
Un padre me contó una
vez algo que le dijo un hijo suyo, cuando el chaval tenía unos doce años: “Papá
me he dado cuenta de una cosa: tú eres, pero podrías no ser. Yo soy, pero
podría no ser. Sin embargo, Dios es y no puede no ser”. Sin saberlo, este chico
resumía muy acertadamente la metafísica de Tomás de Aquino.
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