Friday, April 29, 2022

Defender el honor de la historia de España.

Recientemente he asistido con alumnos y profesores a un parque temático sobre la historia de nuestro país. Me ha asombrado el espectáculo de ambientación, conocimiento histórico, música y coreografía que se ofrece al público. Pregunté a chicos de todas las edades y a adultos qué les había parecido. Todos coincidían: “nos ha gustado mucho”. Ahora que el Ministerio de Educación ha tirado por la borda la enseñanza de la Historia en edades escolares, es animante ver que existen emprendedores que defienden con belleza y profesionalidad el honor de la historia de España.


José Ignacio Moreno Iturralde

 

Tuesday, April 12, 2022

Afectividad efectiva.


Tener apetito es síntoma de salud, aunque de grandes cenas están las sepulturas llenas. Muchos alimentos son estupendos, siempre que se consuman con moderación. Sin embargo, la afectividad humana es distinta del apetito, porque se trata de una capacidad más espiritual. No se trata tanto de querer con moderación, sino de querer con significado.

Las piernas se mueven, pero es necesario que lo hagan hacia un destino adecuado. Las manos son expresivas y muestran educación o brutalidad. Los ojos ven, aunque para las cosas importantes tienen que aprender a saber mirar. El corazón tiende a unirse con la persona a la que se quiere… ¿Por qué, entonces, esto no es muchas veces sencillo? Porque el corazón tiene que aprender a querer.

El sentimiento no conoce intelectualmente. La frase anterior es polémica, porque los sentimientos forman parte de la totalidad de la persona. Sin embargo, es muy importante darse cuenta de que los sentimientos han de estar dirigidos por la inteligencia. Previamente, la inteligencia tiene que aceptar la realidad de las cosas para situar a cada uno en su justa perspectiva. El hecho de que se sienta un amor intenso por una persona, no significa necesariamente que se lleven a cabo unas relaciones afectivamente intensas con ella; por ejemplo, si se trata de mi cuñada o de la mujer de un buen amigo. Dar rienda suelta a esos afectos, puede producir efectos nefastos. Además, sentir intensamente no es amar. Amar es afirmar la realidad de la otra persona, querer lo mejor para ella. Confundir el amor con una relación de afectividad posesiva, es un error. Lógicamente, si conozco a una mujer estupenda -hablo como hombre que soy-, y ambos nos enamoramos, la quiero para mí y quiero lo mejor para ella. Pero el amor se da más propiamente en la segunda faceta que en la primera. Esto ocurre porque querer a los demás, por sí mismos, ejercita más plenamente la dimensión espiritual -de apertura a la realidad- de los seres humanos.

Necesitamos ser queridos para poder querer. Ser querido no es ser instrumentalizado, ni deseado por interés. Cuando me sé querido por alguien, entiendo que me aprecia, valora, y desea lo mejor para mí. Nadie que me quiera verdaderamente, pretenderá convertirme en un objeto de su satisfacción. Pues bien, esto es justo lo que debo hacer con los demás. Los amores son diversos según a quienes se dirigen -hijo, madre, padre, abuela, etc…- pero todos se rigen por una ley: son verdaderos si nos hacen ser mejor personas.

Esa afirmación de la persona a la que se quiere se enfrenta con sus defectos. Querer a alguien supone quererle con sus limitaciones, aunque en ocasiones tenga que corregirse. No hablo de cuestiones intolerables de violencia u otro tipo de delitos. Pero todos sabemos que hay que aguantar bastantes defectos de los demás, como también aguantan los nuestros. Esto supone saber querer con madurez, descubrir la dignidad de toda persona a pesar de sus aristas. Por este motivo, amar es una decisión de la voluntad que, en ocasiones, tiene que superar afectos adversos. Este modo de querer requiere de una especial generosidad, que es costosa al mismo tiempo que nos hace felices. Tener un motivo profundo para querer, perdonar y saber pedir perdón, es un tesoro que hay que buscar con humildad, encontrar y ejercitar. La sabiduría cristiana lo expresa en el primer mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Se trata de una afirmación conocida, que constantemente espera valientes que se atrevan a vivirla en profundidad. Puede sonar algo ideal y poco práctico, pero es todo lo contrario. El corazón humano solo se llena plenamente con el infinito amor divino. Además, este mandamiento está íntimamente relacionado con aprender a vivir con los demás una afectividad efectiva, práctica, realista, satisfactoria y frecuentemente llena de buen humor.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, April 11, 2022

El origen de la armonía entre igualdad y diferencia.


Cuando vemos el sufrimiento de personas que padecen los efectos de la guerra, sentimos tristeza. Queremos que tal situación se termine cuanto antes. Consideramos la posibilidad de hacer algo, aunque sea poca cosa, que contribuya a mejorar este drama. Lo mismo sucede con otras cuestiones relativas al hambre o al subdesarrollo. Por esto, quien ayuda al necesitado con generosidad es más profundamente humano. Todo esto nos ocurre porque entendemos a las víctimas como nuestros semejantes, nuestros iguales. Somos capaces de ponernos en su lugar. Se trata de una igualdad que nace de nuestro propio ser; no la hemos elegido nosotros.

Por otra parte, si una mujer se enamora de un hombre, o un hombre a una mujer, ambos perciben que son diferentes y complementarios. Se trata de una diferencia fantástica, que es la base de la generación de la vida. También se trata de una diferencia no elegida, algo que nos viene dado. Puesto que se trata de una relación de afirmación mutua entre personas, esta diferencia exige la igualdad entre ambos respecto a tener la misma dignidad y derechos. Por este motivo, algún famoso ha llegado a pegar a un presentador durante una gala de cine, por lo que puede haber sido una falta de respeto a su mujer. Tal actitud, probablemente equivocada, refleja una defensa de la igualdad de su esposa respecto a él.

La progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral supone un enriquecimiento social importante. Este desarrollo tiene que basarse en una igualdad a todos los efectos administrativos y financieros. Tal igualdad dista mucho en la práctica actual de ser una realidad. Pero se trata de una igualdad basada en una diferencia real y notoria. No se puede poner a una mujer en la alternativa de tener un hijo o conservar el puesto de trabajo: esto es una flagrante y reiterada injusticia. No obstante, esta defensa de la igualdad necesita establecer una diferencia entre dos planos: el laboral y el familiar. Es preciso establecer una jerarquía entre ambos, que debiera ser clara. Dar la vida por el cónyuge o por un hijo es algo nobilísimo. Lo más frecuente es hacerlo en cosas pequeñas, cada día. Por el contrario, poner el trabajo por encima de la familia es situar un medio por encima de un fin. El trabajo es muy importante, pero la familia lo es más: antes que trabajadores, somos hijos o hijas. Si damos prioridad a la familia respecto al trabajo vivimos una vida más humana.

La familia establece una igualdad entre sus miembros, pero también una diferencia. No es lo mismo ser madre que hija, o padre que hijo. Los miembros de la familia tienen que asumir sus diferencias para ser un hogar humano, que defiende la igual dignidad de sus miembros. La prioridad de la familia respecto al trabajo es una consideración exigible también a las empresas públicas y privadas. A su vez, el gobierno de una nación debe fomentar, con medidas eficaces, la conciliación entre la dedicación a la familia y al trabajo.

De todo esto deducimos que existe una igualdad fundamental entre los seres humanos, al mismo tiempo que se dan diferencias entre ellos. La igualdad entre personas exige el reconocimiento de las diferencias, y viceversa. Para establecer esta armonía y sinergia entre igualdad y diferencia hay que reconocer el origen de lo que somos. Nuestra vida es una donación y un proyecto. Nadie es humano porque lo haya elegido. Tampoco nadie puede elegir por nosotros los compromisos que libremente queramos adquirir. 

Solo si reconocemos una causa de vida trascendente a nuestra existencia, podremos fomentar una igualdad verdadera. Alguien por encima de nuestras cabezas nos establece como iguales. Si no aceptamos esto, los intereses de los más fuertes provocan con más facilidad que la igualdad se rompa por la parte de los más débiles, como sucede con frecuencia. Si aspiramos a autodefinirnos de un modo absoluto y negamos una naturaleza común, previa a nuestras decisiones, partimos de un error de base que nunca podrá establecer una relación satisfactoria entre los seres humanos. Cuando afirmamos una causa de vida superior a la nuestra, también nos afirmamos nosotros mismos. Es entonces cuando podemos trabajar para establecer una igualdad entre las personas que respete sus diferencias.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, April 09, 2022

La dignidad nos pone la cara alegre


Si vemos por la calle alguna persona mayor caerse al suelo, acudimos rápidamente a ayudarle. Con suerte no ha sido nada; levantamos al señor o a la señora, sonríe y nos da las gracias. Seguimos nuestro camino, contentos de haber podido echar una mano a alguien necesitado. Esta solidaridad con los demás nos sale de dentro. Está claro que en el mundo suceden también otras cosas muy distintas: mentiras, robos, violencia, y un sinfín de calamidades. Pero no es menos cierto que las personas con afán de servicio, suelen tener vidas mucho más felices y llenas de significado. Una persona generosa se siente relativamente bien consigo misma, porque se lleva bien con los demás.

Una característica propia del ser humano es su capacidad de ponerse en el lugar de sus semejantes; es decir, de comprender. No es una tarea fácil, pero merece la pena. Esta actitud es moral e inteligente. Esta comprensión no supone necesariamente aceptación de una conducta ajena errónea, ni dejación de derechos personales. Ahora bien, existe una profunda relación entre el otro y yo. Querámoslo o no, estamos conectados por algo más misterioso y personal que los teléfonos móviles. Por esto, cuando somos egoístas cortamos lazos, nos aislamos y nos degradamos. Sin embargo, cuando comprendemos somos fuente de inspiración para la mejora personal.

La persona tiene un fundamento que trasciende la biología. Toda persona vive una llamada a una existencia libre. Cada ser humano tiene una vida, con una misión que cumplir. Para este fin personal ha de contar con muchas cosas dadas y con otras por hacer. Esto supone que la persona abarca todos los momentos de la vida, desde la etapa embrionaria a la terminal. Es así porque una persona es una biografía, y no solamente una sucesión de estados agradables o desagradables.

Toda persona es digna porque es un fin en sí mismo en el sentido de que está llamada a elegir libremente lo verdadero y lo bueno. Entre las metas más nobles del ser humano cabe destacar su capacidad de afirmar la identidad de los otros y ayudarles a que les vaya bien. Muchas veces no logramos tan buen propósito, pero constantemente podemos volver a intentar hacer las cosas mejor. La persona es la que es y la que puede llegar a ser; por esto se la puede perdonar.

La sonrisa surge ante la visión de la persona que apreciamos. Necesitamos sabernos queridos para ser nosotros mismos en plenitud. Una autonomía exagerada desajusta nuestra propia naturaleza, que tiende a la relación. La obsesión por uno mismo es una tendencia enfermiza que experimentamos en muchas dimensiones de nuestro ser; por ejemplo, en el excesivo amor propio.

Por otra parte, tendemos a pensar que lo nuestro es la temporalidad y que la eternidad es una dimensión posible pero extraña. Cuando pasan los años y algunas de las personas más queridas desaparecen de nuestra vida, nos damos cuenta de que la mera sucesión temporal es algo inhumana, y que necesitamos un ámbito personal permanente. Cada instante, como dijo C.S. Lewis, es un punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad. La relación de cada persona con Dios no es algo extraño al hombre, sino precisamente el núcleo de su identidad. La apertura a la confianza en una fuente personal de eternidad, de amor y justicia, es una aventura profundamente humana que toca a cada uno libremente descubrir. Es entonces cuando nos damos cuenta del origen de nuestra dignidad personal y la de todos nuestros semejantes. Nuestra modesta y tragicómica existencia pasa a ser una vida querida, luminosa, llena de valor. Entonces, nuestra dignidad no nos pone una cara dura y rígida sino serenamente alegre.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, April 08, 2022

¿Cómo actúa Dios en el alma?

"A la persona divina le corresponde ser enviada por cuanto que existe en alguien de un modo nuevo. Y le corresponde ser dada, en cuanto que es tenida por alguien. Ninguna de estas cosas puede suceder más que por la gracia santificante. Pues hay un modo común por el que Dios está en todas las cosas por esencia, potencia y presencia, como la causa está en los efectos que participan de su bondad. Por encima de este modo común, hay otro especial que corresponde a la criatura racional, en la que se dice que Dios se encuentra como lo conocido en quien conoce y lo amado en quien ama, y porque, conociendo y amando, la criatura racional llega por su mismo obrar hasta el mismo Dios. Según este modo especial, no solamente se dice que Dios se encuentra en la criatura racional, sino también que está en ella como en su templo. Así, pues, ningún otro efecto, a no ser la gracia santificante, puede ser el motivo por el que la persona divina esté de un modo nuevo en la criatura racional. Consecuentemente, sólo por la gracia santificante la persona divina es enviada y procede temporalmente. Por lo mismo, no se dice que tenemos sino sólo aquello de lo que podemos hacer uso y disfrutar libremente. Poder disfrutar de la persona divina sólo es posible por la gracia santificante. Sin embargo, por el mismo don de la gracia santificante, se tiene el Espíritu Santo, que habita en el hombre. Por eso, el mismo Espíritu Santo es dado y es enviado."

 

SantoTomás de Aquino, Suma Teológica, Parte I, cuestión 43, art 3.

Sunday, April 03, 2022

Frágiles: nuevo libro sobre salud mental personal y social

 

La identidad, la libertad, la soledad, el estrés, el suicidio… son algunas de las cuestiones que trata este libro, respaldado por 37 profesionales de la salud mental.

Vivir parece fácil, pero no lo es tanto. Tiene un comienzo involuntario, una duración impredecible y un fnal que no solemos elegir. Surgen obstáculos, que controlamos solo en parte, y exige desafíos que ayuden a superar el vacío de la monotonía y el agobio, y llenen de sentido la existencia. 

Este libro reúne a 37 profesionales de la salud mental, flósofos y educadores, que buscan dar respuesta a cuestiones de enorme actualidad: relación entre mente y cerebro, libertad, identidad, el papel del padre y de la madre, exclusión social, acogida, infancia, adolescencia y vida plena, sufrimiento, envejecimiento y muerte, soledad, culpa y perdón, amor y sexualidad, agresividad y violencia, terapias psicológicas, ansiedad y estrés, perfeccionismo, depresión y suicidio, trastornos alimentarios, etc. Un libro que ayuda a vivir, y también a aconsejar.

Saturday, April 02, 2022

La LOMLOE y Ucrania


Soy profesor de Instituto y llevo treinta y seis años ejerciendo la docencia. La aplicación de la LOMLOE trae, entre otras, estas novedades: la posibilidad de promocionar de curso en la ESO sin límite de suspensos, si el claustro escolar así lo decide. La supresión del estudio cronológico de la Historia, pasando a estudiarse esta   materia a través de temas transversales como “opresores y oprimidos”. La imposición obligatoria de una asignatura de valores democráticos, algunos de los cuales son polémicos y afectan a la conciencia y a la libertad de los alumnos y alumnas. La marginación de los contenidos escolares, desconociendo temerariamente que en ellos se apoya todo conocimiento creativo e innovador. La autocomplacencia en un modelo inclusivo de educación, que ha excluido absolutamente cualquier consejo y consenso de entidades educativas y familiares. Metafóricamente hablando esta ley me sugiere algo así como entrar en la Ucrania de la educación, “desmilitarizar” el ámbito escolar de exigencia y autoridad, para finalmente convertir la escuela en un títere del poder político.

 

José Ignacio Moreno Iturralde