La famosa aporía de Zenón de
Elea, por la que Aquiles nunca alcanzaría con sus zancadas a una tortuga, se
basaba en que cualquier distancia es divisible en infinitos puntos, y tal número
requeriría una eternidad para recorrerlo. La falacia está en no distinguir
puntos ideales o matemáticos, inextensos, de las distancias dotadas de
extensión real. Como afirma el filósofo Antonio Millán Puelles "la
cantidad es infinitamente divisible, pero está finitamente dividida".
Sí trasladamos la cuestión al tiempo observamos algo similar. El tiempo es
también es ilimitadamente divisible, pero va cumpliendo sus plazos de modo
inexorable. Los enormes periodos geológicos no son vividos por las piedras. Los
seres vivos si que lo hacen. El ser humano, por su carácter racional y
biográfico, experimenta el tiempo de un modo personal. Agustín de Hipona llamó
la atención sobre el modo humano de vivir el tiempo: un presente que asume un
pasado y se proyecta hacia un futuro.
El escritor C.S. Lewis decía que "el presente es el punto de encuentro
entre el tiempo y la eternidad". Sin finalidad, el espacio-tiempo no
existiría ... ¿Por qué? Porque la materia que conocemos está dotada de grandes
dosis de orden. La materia no tiene capacidad de auto-ordenarse porque no es
inteligente, no tiene capacidad de diálogo consigo misma. Platón defendió que
las naturalezas de las cosas del cosmos están trazadas desde fuera de él.
La eternidad, lo que esta mas allá del espacio y del tiempo, contrasta con
nuestra mentalidad temporal. Sin embargo, podemos entender que esa eternidad
está conectada con el tiempo, lo asume y guarda alguna memoria de él. Hemos
hablado del modo personal de vivir el tiempo, un modo biográfico, que trasciende
el momento presente. Por esto parece razonable que la eternidad, como realidad
trascendente al tiempo, sea el ámbito de vida de un ser personal: Dios.
Por todo lo dicho, el presente se revela como un momento cargado de entidad. En
otra conocida obra de Lewis, "Cartas del diablo a su sobrino", un
instigador del mal le dice a un colega de oficio: " recuerda que nuestra
tarea principal es sacar a los hombres del presente". Con mucha
frecuencia, nuestra imaginación vuela a momentos y lugares que quizás no
lleguemos a experimentar, mientras el momento presente se nos antoja, a menudo,
como poco atractivo y carente de valor. Sin embargo, aquí defendemos un
"carpe diem" (aprovecha el momento) distinto al simple deseo
materialista y pasajero. En cada instante podemos recapitular la vida, corregir
el rumbo, replantear la estrategia. Podemos ponernos en condiciones de adoptar
una cierta perspectiva de eternidad, serena, que suele resultar prudente y
eficaz. Quizás podría definirse la sabiduría como vivir con plenitud el momento
presente, aunque experimentamos con qué facilidad los problemas y desánimos
cotidianos nos alejan de tan hermosas aspiraciones. Nadie ha dicho que sea
fácil este arte de vivir: la precariedad de lo real parece que se presta a
pocos idealismos. No es así: gestionar con acierto, aunque cometa errores, las
horas y los días, hace distinguir a la persona que es un ejemplo de vida. Todos
tenemos el derecho de intentarlo.
No comments:
Post a Comment