¿Qué es la verdad? ¿Cuál es mi
verdad?... Son preguntas que toda persona se plantea alguna vez. Quizás los planteamientos de la filosofía
puedan ayudar un poco a ofrecer respuestas.
Uno de los trascendentales es
la verdad. Algo que existe es ante todo algo verdadero. Suele distinguirse
entre verdad ontológica (la verdad de ese ser, o ente, en sí misma) y la verdad
lógica (la adecuación del entendimiento a la realidad). La verdad lógica ha de
basarse, por tanto, en la verdad ontológica. Esto es lo que afirma el sentido
común universal y la filosofía realista.
Una cuestión importante es redescubrir que las cosas son como
son, con independencia de cómo nos gustaría que fueran: la verdad es anterior a
nuestra apreciación de la verdad. El poeta Antonio Machado escribió “el ojo al
que tú ves no es ojo porque le miras, es ojo porque te ve”. No se trata en modo
alguno de afirmar un conformismo negativo, sino precisamente de tomar la
realidad tal y como es, para poder hacer algo creativo. Todo esto no son sólo
consideraciones intelectuales, sino planteamientos que afectan a nuestra vida y
a nuestra civilización en cuestiones como la dignidad de la persona humana, y
los derechos humanos fundamentales que de ella se derivan.
La verdad está muy relacionada con el principio de no
contradicción, como ya vimos. La verdad de los seres nos lleva a la afirmación
del sentido de la vida pese a las injusticias, desigualdades y absurdos
parciales que de hecho se dan. El hecho de que sucedan acontecimientos de los
que no entendemos su sentido no significa que no lo tengan.
El escepticismo es la postura de duda estable acerca de
nuestras posibilidades de descubrir la verdad, e incluso de la existencia de la
propia verdad. Respecto a los escépticos que afirmaban dudar de todo, Agustín
de Hipona les decía: “no dudas de que dudas, luego ya no dudas de todo”.
Los escépticos radicales dudan de todo y afirman que la verdad no existe. Pero
cuando dicen esto lo dicen como si fuera verdadero. Es como si dijeran: es
verdad que la verdad no existe. Demuestran así una chocante contradicción. La
verdad es inatacable, aunque no siempre sea fácil dar con ella.
El relativismo, asociado al escepticismo, es la postura que
ve toda verdad como algo circunscrito a un tiempo y lugar determinados: algo
totalmente cambiante. Ciertamente los seres del mundo están relacionados unos
con otros. Pero, cuando decimos que algo es relativo hemos de preguntarnos...
¿relativo a qué? La relatividad de algo no se queda en el vacío, siempre se
refiere a otra cosa distinta. En ultima instancia habrá que preguntarse si el
universo es relativo o no a una causa de su existencia.
Desde un punto de vista antropológico (del ser humano), la
verdad hace justicia a nuestra naturaleza: nos sienta bien tomar algo bueno, y
nos sienta mal tomar un veneno. La verdad, al conectar con nuestra naturaleza,
nos da satisfacción. No se trata de una mera ausencia de problemas sino
precisamente de la solución a esos problemas, algo que quizás comporte
esfuerzo.
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