Thursday, July 17, 2025

Superar el monólogo interior


Algunas veces uno quiere que le dejen en paz, para tener calma, descansar y tener tiempo para reflexionar. Se trata de una actitud valiosa, que no poseen ni los buitres ni las comadrejas. Pero también tendemos, con verdadera necesidad, a dialogar con los demás, a compartir deseos y proyectos.

Necesitamos tener ideas para poder compartir afectos e intenciones, pero nuestro flujo mental está orientado a abrirse a la realidad, concretamente a la geta de familiares, amigos, compañeros y ciudadanos. Un tipo que estableciera un continuo monólogo con sus propias ideas, habría perdido el sentido de la razón.

Sin necesidad de estar como una cabra, podemos darles excesivas vueltas a nuestras ideas, como si se trataran de personitas que están a nuestro cargo. Entonces nos deformamos porque, como afirma el filósofo José Ignacio Murillo, “el monólogo interior genera un yo ficticio”. Nuestra mente no es una esfera cerrada al mundo, sino una flecha que se inserta en el vigoroso tejido de la realidad. Nuestra vida no puede ser un monólogo sino un diálogo, con los demás y con Dios, porque rezar es un diálogo con Alguien.

Muchos de nuestros problemas se solucionan con una más decidida actitud de servicio y ayuda a quienes nos rodean, dejándonos de ensoñaciones inoperantes que nos quitan el pulso del presente. Si estamos en las nubes de la razón no pisamos bien la tierra firme, estamos inestables. Hay que procurar vivir el momento presente con plenitud y esto no se consigue especulando en el vacío sobre otras opciones que no son reales.

Por supuesto que hay que pensar las cosas y ser sensato, pero el ensimismamiento es una tendencia peligrosa y sugestiva que, disfrazada de libertad y autenticidad, nos puede hacer desconocer el inmenso valor de las situaciones que vivimos y de las personas que realmente conocemos. Solo en el diálogo operativo, exigente y humano, con quienes convivimos podemos realizar el yo en la apertura al tú de los demás, que es el modo de llenar la vida de sentido.


José Ignacio Moreno Iturralde

No comments: