A un buen amigo mío le
robaron el portátil en un descuido. Cuando nos dimos cuenta, él casi si ni se
inmutó y me dijo: me lo han robado; es un hecho. En ese dispositivo tenía mucho
trabajo de la Fundación de la que es director. Mi amigo continuó trabajando con
otras cosas, sin ningún aspaviento, y al día siguiente se compró otro
ordenador. Tener una sangre fría y un autocontrol como el relatado no está
alcance de muchos, pero es interesante saber que existen personas así.
Por otra parte, son
admirables las personas que tienen una intensa calma, un “cuajo” para afrontar
los problemas con serenidad. Puede que en esto influya bastante el
temperamento, aunque también es precisa la virtud personal. Por supuesto, una
saludable serenidad es algo totalmente distinto a la vagancia y la
irresponsabilidad.
Lógicamente nos gusta que
las cosas se cumplan según nuestras expectativas. Tendemos a controlar las
situaciones y nuestra propia vida. Hay momentos en que queremos comernos el
mundo con nuestras propias fuerzas. Pero no faltan las ocasiones en que esto no
ocurre así, y nos damos cuenta del peso de nuestras limitaciones. Podemos
experimentar contratiempos serios, ante los que no es sencillo reaccionar con
calma.
Los reveses de la vida
son considerados como una mala suerte o una desgracia, pero a lo mejor son algo
más. La vida no es la ejecución automática de un programa; tiene que ver más
con una aventura. Esto sucede porque somos libres en un mundo con muchas
variables, que no controlamos. Necesitamos ganarnos la vida llevando a cabo
buenos proyectos profesionales y sociales. Pero nos hace falta, aún más,
nuestra familia y amigos para sentirnos queridos, ayudados, y seguros.
No se avanza más en el
mar, desde la orilla, a base de intentar hacer siempre pie en el suelo… hay que
nadar. Confiar en quienes queremos supone cierta vulnerabilidad porque entonces
dependemos de estas personas. Por esto es clave encontrar alguien en quien
confiar nuestra existencia. Tiene que tratarse de una búsqueda sincera con una
meta segura, porque nuestra vida no puede regirse en última instancia por la
casualidad.
Hay que poner todos los
medios para conseguir las cosas buenas que queremos. Pero es frecuente que
tengamos que hacer actos de confianza en cuestiones que van más allá de
nuestras fuerzas. Esas cosas que no controlamos, pueden en ocasiones ser
desagradables, pero también fructíferas. Nuestras inquietudes, nos pueden
servir para encontrar nuestro más firme apoyo y alivio.
José Ignacio Moreno Iturralde

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