Saturday, March 12, 2005

Optimismo

Camino hacia Almería para dar el último adiós a un querido familiar que, anciano y enfermo grave, vive sus últimos días en este mundo, noto levemente la inmensa tristeza de su esposa. Hay situaciones objetivas que suponen sin duda un especial dramatismo. La tristeza y la alegría son, sin embargo, climas que se dan sobre todo en la orografía del espíritu. Si los acantilados cayeran sobre la nada y los cabos desembocaran en inmensas llanuras yermas y pedregosas haríamos bien en darnos a la bebida. Si las cordilleras se recortaran sobre una bóveda metálica de perpetuo color aluminio sería aceptable el irnos constantemente de marcha. Pero no es así. No hace falta tener una sensibilidad exquisita para recrearse en tantos recodos magníficos o sencillos del mundo. Distinta es la paisajística moral de algunos sucesos donde el azul del cielo y del mar hay que creerlos sin verlos; si bien pueden ser entendidos. Este mundo mutilado reclama la reparación de fracturas por sí solas incurables.

La poesía tal vez sea la captación de la serena aceptación que cada ser vivo tiene de sí mismo en armonía con el resto del universo. Las vacas, ejemplo eximio de poesía, no pueden tener el mérito de aceptarse; pero los hombres sí, y podrán hacerlo –nunca mejor dicho- gracias a Dios.

Hay, en una considerable parte de la vida, cosas muy buenas, especialmente las gratas relaciones humanas. Cumpleaños, aniversarios, el día en que aprobamos la oposición, o placeres menores como el terminar de una vez de leer estas reflexiones. No se trata de un optimismo manso y bobo. Todo lo que tiene un orden tiene un sentido. Todo lo que tiene un sentido tiene una verdad. Toda verdad supone un bien y una armonía o belleza. El mal no se sostiene por si mismo: es un desorden en el orden. El mal es una herida: siguiendo a Tomás de Aquino, la herida es en el cuerpo, no el cuerpo en la herida. El mal es una sombra: las sombras son por las luces, no las luces por las sombras. Ser optimistas es ser realistas.

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