Saturday, March 12, 2005

Ana María

Ana María se había quedado sin padre a los dos años. Su familia era de ocho hermanos que tuvieron que hacer maravillas para salir adelante. Durante la guerra voló en yunques de bombardero, eso sí, como copiloto. Desayunaba picatostes con chocolate con amigos, en el jardin, mientras muchos huían a los refugios por peligro a los bombarderos.

Se casó con un sentenciado a muerte por la tuberculosis sabiendo que sólo un milagro lo curaría. No fué así. De viuda jóven y divertida había vivido con su madre y dos de sus hermanas en la España de la postguerra trabajando de telefonista y pasándoselo bomba con la gente por su inmensa capacidad de hacer de la vida algo muy simpático y humano. Contrajo más adelante nuevo matrimonio y fué feliz con su esposo y su hijo.

En los años ochenta se le declaró un cáncer. La enfermedad duró bastante tiempo. Operaciones, radio y quimioterapia, y una larga temporada de bonanza. Rezó más que nunca, profundizó en su fe, en su cultura cristiana, siguió disfrutando de la vida y encontrando a Dios en el camino del dolor, del abandono en sus manos, de los sacramentos y de la alegría. Recuerdo que poco antes de morir se preguntaba por qué le había tocado a ella; no se sentía nada “mística” y si bastante hecha la pascua. La enfermedad apremiaba y fue preciso un nuevo ingreso en la clínica. No quería ir porque sabía que no iba a volver a casa. Al llegar un día a su habitación por la tarde la encontré rodeada de amigos que se tronchaban de risa ante las ocurrencias de la enferma...¡Vaya moribunda! Los días anteriores a su muerte noté que su unión con Dios se agigantaba y que la tremenda enfermedad no era más que una lanzadera para su alma.

Ella me contaba algunas de las cosas que notaba. En una ocasión me decía:”si muchas personas vieran el Corazón de Jesús como lo he visto yo, como cambiarían de vida”. Recibió la Extrema unción. Al parecer tuvo conocimiento un día antes de su muerte del momento en que iba a encontrarse definitivamente con el Señor; así lo afirman unos familiares que estaban con ella.

Falleció el día 25 de mayo de 1990. Al día siguiente, sábado, fue el entierro en el cementerio de la Almudena. El día era soleado. Un sacerdote rezó un responso. Al lado de su tumba había una estatua grande de la Virgen del Carmen portando el Escapulario. Su recuerdo me anima, me guía; es mucho más que un recuerdo.

No comments: