Friday, March 18, 2005

La superstición del divorcio

La superstición del divorcio: este es el título de un libro de Chesterton. Algunas de las siguientes ideas son de él. Hay personas que consideran el matrimonio, especialmente el canónico, como una ceremonia supersticiosa e incluso algo hipócrita. Harían bien en pararse a pensar por qué, sin embargo, la institución matrimonial ha dado durante los siglos tanta estabilidad personal y tantos frutos. Nadie maduro duda de los momentos de dureza y monotonía de la vida matrimonial; cómo tampoco nadie duda de que a cualquier madre o padre maduro le importa bastante más la vida de su hijo que la suya propia. Sin embargo, aguantar mecha no parece hoy al alcance de muchos: “Se dicen: Hay un magnífico remedio, el divorcio. Volver a empezar. Otra nueva posibilidad para el amor”. Pero el amor humano no es el encuentro furtivo de dos arenques en el mar. Amar es compartir la propia personalidad. Al segundo esposo o esposa le está vedada la personalidad compartida con el anterior. Está estadísticamente demostrado que el divorcio engendra más divorcio y ello se debe a que una biografía rota es mucho más frágil para volverse a romper. La creencia en el divorcio como amuleto de salvación no deja de suponer una especie de religiosidad supersticiosa para con uno mismo; es una clase de opio del pueblo para momentos de especial materialismo y falta de ideales.

El gobierno español se apresta a apresurar más los engorrosos trámites del divorcio: “felicidad cuanto antes”. No debe haber espacio para la reflexión, para la consideración responsable de que con las propias decisiones me juego la veracidad –mejor que autenticidad- de mi vida. No sospechan nuestros gobernantes que este tipo de leyes sentimentales se transforman en varapalos de hierro contra la mujer y el hombre. Las personas; no digamos nada los españoles, tenemos corazón y mucho. Pero es el cerebro quien debe guiar. ¿Acaso no trastorna la pasión a la inteligencia? ¿No es verdad que tras varios días o meses desde que surgió la indignación nos damos cuenta de que gran parte de la culpa fue nuestra?

Los datos hablan hoy de una escalada de aumento de separaciones y divorcios en España. ¿Es contrario a democracia preguntarse por qué? No vaya a ser que contrapongamos democracia a inteligencia. Quien se ha rebelado contra la familia a lo largo de la historia se ha rebelado contra la humanidad: Lo demuestran tanto los sistemas esclavistas, el socialismo comunal, el capitalismo salvaje y últimamente la sociedad del bienestar, en la que con frecuencia se está tan mal.

Sí, de alguna manera la entrega para siempre se nos aparece como un imposible para nuestras propias fuerzas; pero, sin embargo, es para lo que estamos hechos. “Te amaré por tu fidelidad y te seré fiel por tu amor”. La fidelidad es la cadena clavada en la roca que nos impide caer al vacío en plena ascensión alpina, mientras que la infidelidad es la soga del ahorcado: pretende correr con el caballo de la felicidad y cae a plomo ante el vacío que no le sustenta.

Nadie duda de casos de nulidad, ni de situaciones dramáticas, pero lo más dramático es una legislación de nula inteligencia, que hace de la excepción el contenido. ¿Tenemos dudas? Pongámonos en el lugar de nuestros mayores, a los que cada vez más llevamos a residencias geriátricas –un posible futuro para nosotros-, y preguntémonos cuál es el valor de la fidelidad matrimonial y de las mejores circunstancias para la educación de nuestros hijos.

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