Sunday, August 10, 2025

Nuestro conocimiento de la verdad

Cuando uno se despierta de un mal sueño, resulta un alivio darse cuenta de que aquella pesadilla no es real o no es verdad; así que pronto nos percatamos de la relación entre la realidad y la verdad. Por tanto, una persona que quiera ser honrada, que quiera ser veraz, estará atenta a lo que las cosas son y no a interpretaciones interesadas de lo que realmente ocurre.

Se podría pensar que cada uno ve las cosas desde su punto de vista y con sus entendederas personales. Así es, y tal variedad puede ser enriquecedora, como sucede en un buen coro musical o en un equipo de fútbol bien conjuntado. Esta armonía se basa tanto en una variedad como en un aprendizaje, en el que hay que superar defectos de interpretación. Para todo ello, es importante tener una idea común de lo que se quiere hacer.

Dar prioridad a lo real respecto a lo mental supone un cierto salir fuera de uno mismo. Esta salida es necesaria porque nuestro entendimiento está abierto naturalmente a la realidad. Lo primero que captamos de algo es que es, que existe. Gracias a ese conocimiento podemos después reflexionar sobre nosotros mismos. Una consecuencia de lo dicho sería que es más importante ser verdaderos que ser auténticos, si por autenticidad se entiende solo auto-coherencia. Un ladrón o un asesino pueden ser muy auto-coherentes, pero esto no les justifica.

Tenemos la experiencia propia y ajena de un cierto repliegue de los propios pensamientos sobre nosotros mismos. En casos agudos tal repliegue desemboca en el cinismo, la actitud para que la única verdad es el propio interés. Abrirse a la verdad de la realidad supone un esfuerzo, para liberarse de una tendencia egoísta o enfermiza a cerrarse en sí misma. Éste es un modo estupendo para conectar con los demás, haciéndonos cargo de sus planteamientos y necesidades.

El mundo nos enseña muchas cosas buenas, pero también nos manifiesta otras dolorosas. Para entender algo de esto, habría que abordar en otro momento el misterioso problema del mal y su relación con el bien. De momento diremos que la verdad, el bien y el ser de las cosas son intercambiables. Dicho más despacio: todo lo que tiene un orden tiene un sentido, una verdad, un bien y una armonía o belleza. El mal es una falta de alguno de estos aspectos. El mal no es por sí mismo; el bien sí. Las sombras -el mal- son por las luces -el bien-; no las luces por las sombras. Pese a las oscuridades, lo que no parece convincente es preferir vivir en una mentira, para evitar los aspectos duros que la verdad puede tener.

Respecto a las verdades, hay algunas mucho más significativas que otras. Entre las que más nos importan destacan las que se refieren a personas queridas. Para cualquier madre o padre honrados sus hijos son incomparablemente más valiosos que cualquier otro asunto. De este modo nos acercamos a la relación entre verdad y amor. Las mayores verdades tienen que ver con los mejores amores; y los amores auténticos son los que se basan en la verdad. Por esto, un amor es verdadero si nos hace ser mejor personas.

La verdad tiene también tiene relación con la tranquilidad en el orden. Cuando sabemos el sentido de algo, especialmente el de nuestra propia vida, nos llenamos de una paz dichosa.

José Ignacio Moreno Iturralde 

No comments: