En nuestro mundo empiezan
a ser cada vez más importantes algunas perogrulladas. Por ejemplo esta: lo
primero que conozco de algo es que es. Antes de valorar la silueta, la altura y
el atractivo de una montaña, lo primero que capto es que es, que existe. Esta afirmación
tan simple ha sido discutida hasta el paroxismo en la historia de la filosofía.
Lo que resulta de cajón de madera de pino es que el pensamiento nos ayuda a
entender la realidad. Sin embargo, esto no es admitido por un buen número de
pensadores y de científicos. Por supuesto, todas estas elucubraciones se
deshacen como pompas de jabón cuando es la hora de comer o de ir al médico por
un dolor agudo. Sin embargo, siguen permaneciendo cuando nos jugamos intereses
personales a la hora de un penalti en el fútbol, o en compromisos más serios y
comprometedores como pueden ser los familiares. Es notable la capacidad que
podemos llegar a tener para distorsionar la realidad si ésta no nos satisface.
Algunas ideologías han trastocado la sociedad haciéndola más inhumana, cuando
pretendían lo contrario según ellas. Y esto ha sucedido por no saber mirar con acierto la realidad.
Sin duda es importante
ser coherente con uno mismo, pero es más importante ser verdadero. Un terrorista
puede ser muy auténtico: un auténtico asesino. Es necesario darse cuenta de que es la
realidad la que informa a nuestro pensamiento, no al revés. Cuando conozco algo
soy capaz de darme cuenta de que conozco. Dar prioridad a lo real sobre el
pensamiento es un síntoma de salud mental. Pero requiere tener la capacidad de
salir darnos cuenta de que somos receptores de sentido, no de creadores. La
inteligencia es poner cada cosa en su sitio; algo que afecta también a nuestro
pensamiento y a toda nuestra persona.
Es cierto que vemos según
nuestro modo de ver. Muchos observadores pueden ver una montaña desde diversas
perspectivas. Todas ellas se enriquecen entre sí. Lo absurdo es cuando alguien
dice que tal montaña es una playa porque a él le da la real gana de que sea
así. Una lógica desarraigada de la realidad supone estar loco. Hoy se fomentan
auténticas locuras por fomentar exageradamente una autonomía de la razón que
pierde el suelo de lo real. Es importante tener la humilde valentía de dar prioridad a la realidad sobre nuestros intereses.
José Ignacio Moreno Iturralde
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