Saturday, October 07, 2017

Gratitud y competencia


           Un buen amigo viajaba en un avión. La azafata le ofreció por dos veces café y le trajo la prensa. En un momento del trayecto, mi amigo le pidió a la azafata si tenían un “impreso de agradecimiento”. La señorita se extrañó y le dijo que no tenían tal impreso. Fue a consultar al comandante y volvió con una impreso de reclamaciones. Quien lo pidió, tachó reclamaciones y puso agradecimiento. En ese papel daba las gracias por haberse sentido muy bien tratado durante el trayecto. Pocos minutos después, el comandante hizo que este hombre agradecido entrara en la cabina del piloto y entablaron una simpática conversación. Al final del vuelo, todos los trabajadores de la compañía aérea despidieron con una sonrisa a tan grato pasajero.

Algunas veces uno se encuentra con personas cordiales, cercanas, optimistas, que nos alegran la vida con su disponibilidad y ayuda. Parece que estuvieran afincadas en algún lugar seguro desde el que contemplan la vida con serenidad y alegría. ¿Cómo lo hacen? ... No sería de extrañar que detrás de esa buena forma de carácter hubiera un serio régimen de entrenamiento, en el que se han superado un buen número de pruebas, incluso de fracasos.

Cuando alguien se encuentra bien consigo mismo, está más capacitado para poder estimar la realidad ajena. También sucede que la relación con los demás puede ayudarnos a llevarnos mejor con nosotros mismos. Avanzar en el conocimiento propio es necesario para tener acierto en el vivir. En la medida que hallemos la raíz de nuestro ser, tendremos más opciones para no irnos por las ramas. Conocer los propios límites y capacidades, es requisito para acertar en un radio de acción más eficaz. Este conocimiento economiza nuestras fuerzas y nos deja margen para la contemplación de un mundo asombroso, repleto de realidades distintas a nosotros que pasan a formar parte de nuestras biografías.

           Un buen amigo me dijo una vez: “el que no vive para servir no sirve para vivir”. Su idea contenía grandeza; sobre todo porque sé que vivía lo que decía. La educación de la personalidad hay que verla hecha vida en personas concretas. La exposición de ideas sobre la mejora personal, basándonos en las vidas y los escritos de personas que nos parecen ejemplares, puede sernos de mucha utilidad.


Ser positivos

Nacer es una gran aventura. La inmensa mayoría de las personas prefiere vivir a no haberlo hecho. Aunque en ocasiones suceden cosas duras, la vida es un grandioso regalo. Una postura de gratitud ante la existencia es atractiva porque es verdadera. Nadie vive porque lo haya elegido o porque lo merezca. La llamada a la existencia es un grandioso misterio cotidiano. Todo esto ha de repercutir en ingeniárselas para tener una visión positiva, aunque no ingenua, de las cosas. Ser animante y ver el lado positivo de las cosas es mucho mejor que andar por la vida con cara desaliñada y actitudes antipáticas. No siempre resulta fácil: requiere salir de uno mismo y pensar más en el bien de los demás. Afirmar la realidad, y la propia vida –con su porcentaje de cosas agradables y desagradables- es la base para forjar una personalidad buena: un modo de ser que a uno mismo le haga feliz y contribuya a la felicidad de otros.

         La persona es un ser comunicativo: tiende a la relación con los demás. La personalidad no es como un cuerpo musculado y armónico que se admira en un espejo. La buena personalidad, muy apta para ser feliz, se descubre sobre todo en la alegría de las personas a las que se quiere. Para esto hay que tener motivos profundos. Una persona no solo se conforma con tener un entorno cercano grato. Nos interesa el bienestar y la felicidad de todo el mundo: queremos hacer un mundo mejor, más humano y solidario. Pero solo lo conseguiremos desde la mejora personal, puesta en práctica en aspectos muy concretos de la vida cotidiana.

         Jeffrey J. Froh y Giacomo Bono[1] han publicado una investigación acerca de cómo enseñar a vivir con gratitud a niños y a jóvenes es de vital importancia para su felicidad y para sus logros académicos profesionales. Su libro tiene el mérito de mostrar, con datos, cómo un estilo de vida basado en la gratitud es muy positivo y rentable en todos los aspectos.


Vivir el presente

El escritor C.S. Lewis decía que "el presente es el punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad". De este modo, el presente se revela como un momento cargado de entidad. En una conocida obra de Lewis[2], un instigador del mal le dice a un colega de oficio: "recuerda que nuestra tarea principal es sacar a los hombres del presente". Con mucha frecuencia, nuestra imaginación vuela a momentos y lugares que quizás no lleguemos a experimentar, mientras el momento presente se nos antoja, a menudo, como poco atractivo y carente de valor. Sin embargo, aquí defendemos un "carpe diem" (aprovecha el momento) distinto al simple deseo materialista y pasajero. En cada instante podemos recapitular la vida, corregir el rumbo, replantear la estrategia. Podemos ponernos en condiciones de adoptar una cierta perspectiva de eternidad, serena, que suele resultar prudente y eficaz.

Quizás podría definirse la sabiduría como vivir con plenitud el momento presente, aunque experimentamos con qué facilidad los problemas y desánimos cotidianos nos alejan de tan hermosas aspiraciones. Nadie ha dicho que sea fácil este arte de vivir: la precariedad de lo real parece que se presta a pocos idealismos. Pero no es así: la persona que es un ejemplo de vida sabe gestionar con acierto, aunque cometa errores, las horas y los días. Todos tenemos el derecho de intentarlo.

La tarea educativa, como cualquier otra, se ve afectada por el cultivo del presente. Es muy distinto dar una clase más a procurar hacerlo muy bien, transmitiendo algo de vida y dejando un poco de huella. Para un alumno no es lo mismo adoptar una actitud pasiva que otra activa y atenta. A este respecto, el tan ya citado Chesterton decía: “no hay clases poco interesantes, sino personas poco interesadas”.

El paso de los días y de los años configura una personalidad muy mejor si cada día uno intenta superarse cotidianamente.



[1] Educar en la gratitud. Froh, J. y Bono, G. Ed Palabra, 2016.
[2] Cartas del diablo a su sobrino. Lewis, C.S. Rialp. 2015.

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