Saturday, October 28, 2017

La innovación es un medio para la educación


Acerca de la educación y los diversos estilos pedagógicos quisiera ahora exponer algunas ideas que considero provechosas, fruto de algunas lecturas y de la experiencia personal como profesor.

Una noción de actualidad en Estados Unidos es la de “capital intelectual “. Por ejemplo: si hablamos de la princesa del Nilo, es útil saber qué es el Nilo. Esta es una de las ideas fundamentales que E.D. Hirsch desarrolla en su libro "La escuela que necesitamos"[1]. Este autor destaca el concepto de "capital intelectual" o cultura basada en los conocimientos, como el factor clave de la educación. La capacidad de aprender algo nuevo depende de incorporar lo nuevo a lo ya conocido.

Montserrat del Pozo, en su libro “Aprendizaje Inteligente”[2] nos muestra una teoría y una práctica educativas innovadoras, muy creativas, llevadas a cabo con éxito en el colegio Montserrat de Barcelona, desde los años 90 del pasado siglo. La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner ha movido a esta autora y a sus compañeros de trabajo a abrir la enseñanza hacia nuevas perspectivas. No es suficiente con que el profesor tenga unos contenidos que trasmite a los alumnos. Los estudiantes han de hacerlos suyos, a través de una actitud activa en la que se ponga en juego su libertad. Las actividades y los trabajos cooperativos en grupos son esenciales en esta enseñanza, en la que se pretende que el alumno sea el principal protagonista de su propio aprendizaje. El profesor cambia de rol y pasa a ser un guía, un orientador del proceso educador del alumno.

Al terminar de leer esta última obra, repleta de prácticas docentes llevadas a cabo y evaluadas, uno siente admiración y una sana envidia al ver una enseñanza tan audaz y exitosa. Mucha de la metodología pedagógica y de las actividades propuestas son muy positivas. Sin embargo, como docente en ejercicio y con experiencia, quisiera expresar modestamente algunas consideraciones en las que disiento, en algunos aspectos, de este fantástico modelo educativo. En primer lugar, pienso que el objeto principal de la enseñanza es el mundo, la realidad, no el alumno. El hombre sólo se conoce a sí mismo, y parcialmente, si antes conoce la realidad: desde una galaxia a una planta. Ser un apasionado de la geografía, de las matemáticas o de la electricidad, por poner algunos ejemplos, hace una vida más intensa y más satisfactoria. No comparto, por tanto, la idea de que el centro de la enseñanza sea el propio alumno y sus ritmos de aprendizaje. Lógicamente hay que tener en cuenta el modo de ser de todos y cada uno de sus alumnos, sus puntos fuertes y sus carencias, a la hora de ayudarles a aprender.

Por último, quisiera mostrar un claro desacuerdo respecto a la función del profesor. El docente, si es ejemplar, sintetiza personalmente una serie de conocimientos. Los conocimientos explicados por una persona con experiencia son sumamente valiosos para niños, adolescentes, jóvenes e incluso adultos. La denostada clase magistral merece serlo cuando realmente no es magistral. Educación significa efectivamente guiar y sacar lo mejor de lo que los alumnos llevan dentro de sí mismos. Esto ya lo descubrió Sócrates, llevándolo a la práctica con inigualable maestría. Pero educar significa también ir por delante, allanar el camino, explicar con sencillez al alumno lo que al maestro le ha llevado años de reflexión.

El aprendizaje con métodos es otra corriente innovadora en el panorama pedagógico actual. Aprender un arte marcial es muy útil a la hora de la defensa personal; algo parecido ocurre, según Robert J. Swartz[3], cuando aprendemos a pensar a través de hábitos y estrategias inteligentes. Algunos ejemplos pueden ser: analizar las partes en el contexto del todo, escuchar atentamente las opiniones de otros, buscar la documentación más adecuada y justificar por qué nos lo parece, ofrecer diversas respuestas e ir analizando los pros y contras de cada una, etc. Para este autor la enseñanza que se basa en este tipo de aprendizaje genera hábitos mentales muy útiles que además ayudan a entender mejor los contenidos propios de cada asignatura. Este tipo de enseñanza puede llevarla a cabo cada profesor en su aula y cada claustro de profesores dentro de una comunidad escolar. Pensar, innovar, buscar la creatividad, seleccionando adecuados procesos mentales, es para esta pedagogía una forma de potenciar enormemente el conocimiento de escolares y docentes.

El asombro como fuente de conocimiento ha sido estudiado en el libro “Educar en el asombro”[4], de Catherine L’Ecuyer. La autora pone un ejemplo para hacerse entender: dice que a un maniquí podemos moverlo en diversas direcciones, incluso frenéticamente, pero nunca tendrá movimiento propio. Algo análogo puede suceder con la educación. El asombro es el que nos mueve a conocer y aprender la realidad con empuje propio: esta es la idea central de este libro. El niño aprende, sobre todo, rodeado por el cariño de su madre, su padre, o su cuidador. El ambiente cordial, del que surge la confianza y la seguridad, son factores imprescindibles para cultivar el asombro, el interés por la realidad.

La innovación educativa es interesante, pero lo es más la propia educación. Las bases sólidas y de sentido común de la educación necesitan ser rejuvenecidas, pero no anuladas por metodologías asfixiantes.





[1] La escuela que necesitamos. Hirsch. Encuentro, 2012.
[2] Del Pozo, Montserrat. Tekman Books, 2014.
[3] El aprendizaje basado en el pensamiento. Robert Swarth. SM, 2013
[4] Educar en el asombro. Catherine Ecuyer. Plataforma, 2013.

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