Acudí
el sábado pasado a la catedral de Alcalá de Henares. Iba algo inquieto, porque
sabía que había gente que quería montar jaleo. Así fue; por primera vez en mi
vida entraba en una iglesia protegida por la policía. Un grupo hostil se manifestaba
en las inmediaciones. En el templo, repleto de gente joven y mayor, se rezaba
con serenidad por las necesidades de todo el mundo. Al salir, volví a ver al
grupo de manifestantes que gritaba “vamos a quemar la conferencia episcopal”. Me
fui muy tranquilo, porque me di cuenta donde estaba y donde no estaba la paz
interior.
José
Ignacio Moreno Iturralde
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