Sunday, April 09, 2006

Dolor


Nazareno ensangrentado,
escupido, azotado
por declarar la Verdad.
Por no negar que eres Dios,
la fría incredulidad
no creyó a hombre tan bueno
un Dios que tan sólo era...nazareno.

Un Dios sediento de Cruz,
Jesús que trajo la luz
en lo que parece horrendo:
el accidente de coche,
la mala muerte en la noche,
la enfermedad inesperada,
la amistad escarnecida,
la razón enloquecida
de los que no creen en nada.

Marcha el Señor con su Cruz,
yo , cirineo obligado,
a la hora de la verdad
cuántas veces te he negado.

Sediento con sed tan dura,
compungido de dolor,
divina fruta madura,
coloreada de Amor.

Allí ,en la cuarta estación,
qué consolación más pura,
Amor de la Inmaculada,
con el alma en carne viva
de cariño tan herida,
de rigores abrasada.

Cristo clavado en la Cruz,
Cristo ahogado,
de fiebre tan abrumado
y de alma abandonado.

Jesús Dios, Jesús confía,
libérrimo en el suplicio,
un reo a Ti porfía
y se salva en tu juicio.

Ojos de sangre en María...
en Juan tienes a tu hijo.
“Juan”, le dice con benevolencia:
tu Madre, María, es tu referencia.

Confiado has pedido al Padre
el por qué de tu abandono,
Misterio de tu obediencia,
de ignota y divina ciencia
inefable Trinidad,
Eternidad increada, Amor,
Filiación, Paternidad.

Perdón y misericordia,
Cruz divina en tierra humana,
de un Dios que ama sin fronteras,
pues de su entraña así mana.

Jesús, muerto en el Calvario,
selló la Cruz en la esfera
y la abrió hasta el infinito
a su divina manera.

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