Saturday, July 03, 2021

La condición originaria

En nuestro mundo se valora mucho la realización personal; lo que también se llama una vida lograda. Cumplir objetivos profesionales, familiares, sociales, quizás también deportivos, es algo que a todos nos atrae. Estos logros pueden entenderse como el despliegue del don recibido de la propia vida, o como una construcción totalmente autónoma del propio proyecto personal. Son dos maneras muy diferentes de entender la vida.

Si lo que prima es la autosuficiencia, quien consiga algunas de sus aspiraciones, si es que alguna vez logra colmarlas, no podrá dar cuenta de algo nuclearmente humano para lo que no somos autónomos: la confianza en los demás y en la propia vida. Más tarde o más temprano, el edificio de la autonomía cerrada acaba por intoxicarse y arruinarse. Si la autonomía se radicaliza se desarraiga de las raíces de la persona, que nadie se ha dado a sí mismo.

Hay muchas cosas que no hemos elegido: el día de nuestro nacimiento, nuestra estatura, nuestros padres y hermanos, entre muchas otras cosas que suelen ser queridas. La mayor parte de la gente no cambiaría su familia de origen, y se trata de algo que nos ha tocado, o quizás nos ha caído del cielo. Generalmente nos ha caído bien.

Cuando entendemos la propia vida como un regalo, de nuestros padres y de Dios, nos damos más cuenta del gran valor de lo que recibimos. Recuerdo ahora la vida de un bebé que ha fallecido a los once meses de nacer, por una enfermedad. Entre dolores y terapias, sonreía y miraba con cariño inmenso a su madre. La vida de ese chiquillo ha dejado una huella profunda  en su familia y también en los que somos amigos de ella. Puede parecer que su vida se ha malogrado, ya que todos queríamos que saliera adelante; él también peleó duro por ello. Sin embargo, ese niño pequeño ha contado con su valiosa condición originaria: su dignidad humana, el amor de sus padres, su desarmante inocencia, su pasmosa alegría, y su condición de hijo de Dios al ser bautizado por la bendita fe de sus padres.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

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