Saturday, May 09, 2009

El Espíritu Santo (comentarios al CIC)

Solo con la acción del Espíritu Santo podemos los hombres reconocer a Dios como Padre Nuestro. Con nuestras solas fuerzas no sería posible. Ser hijos de Dios por la gracia –participación en la vida divina- es lo que Jesucristo nos vino a anunciar y nos sigue anunciando a través de la Iglesia.

El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad; el Amor entre Dios Padre y Dios Hijo. Dios es Comunión, Familia, Entrega.

Jesucristo es Dios Hijo encarnado. La Segunda Persona de la Santísima Trinidad que asume la naturaleza humana para redimirnos de nuestros pecados, el original y los personales, y hacernos hijos de Dios si nosotros correspondemos a esa llamada mediante la fe y las obras. Jesucristo, a través de su Vida, de su muerte en la Cruz, y de su gloriosa Resurrección nos abre las puertas del Cielo. No podemos extrañarnos ni desconcertarnos por participar, en mayor o menor medida, de la Cruz del Señor. Sin Cruz no hay cristiano ni alegría cristiana.

Jesucristo se encarna por obra del Espíritu Santo en las purísimas entrañas de Santa María, siempre Virgen, Madre de Dios y Madre Nuestra: cauce de todas las gracias, modelo de nueva humanidad y de santidad máxima en una criatura. Este mes de mayo se dedica especialmente a su devoción. El rezo del Rosario, en especial, o la Romería del mes de mayo –rezar las tres partes del Rosario, o lo que se vea conveniente, visitando algún lugar donde se venere a Santa María- son costumbres muy piadosas y gratas a la Virgen.

Cristo nos promete que vendrá el Espíritu Santo. Tras su Resurrección dice a sus discípulos “Recibid el Espíritu Santo ; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados ; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas. (Jn 20,19-23).

El Espíritu Santo es nuestro Santificador, a través de nuestra Madre la Iglesia que nos incorpora a formar parte de la Familia de Dios. Tratar al Espíritu Santo: En los Sacramentos, en la oración, en la meditación de la Palabra de Dios, en la dirección espiritual. La actitud respecto a Él es la docilidad. Buena tarea es hacer examen sobre cómo tratamos al Espíritu Santo, cuyos frutos son: caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza” (Gal 5, 22-23).


José Ignacio Moreno Iturralde

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