Carta abierta a Pepe y compañeros de viaje:
¿Qué te ha hecho a ti de malo el Papa? ¿Te ha quitado la libertad? ¿Te ha quitado el honor? ¿Ha estropeado tu vida y tu historia? ¿De dónde te viene ese odio justiciero y vengador? ¿Es natural y sincero el rencor o es una ideología diseñada prêt-a-porter?
Me permito hablar así porque he sido tan progre e izquierdista como el que más, y conozco el paño (puedo demostrarlo). Quiero decir que sé el engaño en el que uno puede meterse tratando de arreglar el mundo y de paso a sí mismo, y todo eso.
Ya hemos visto las consecuencias de las “dictaduras del proletariado” con su persecución del libre pensamiento y de la fe religiosa –no en abstracto, sino con personas dentro-. Existe también el nazismo de izquierdas, y ha producido objetivamente muchos más muertos. Ahora este izquierdismo se agazapa en la cultura dominante, que es la cultura de la clase dominante, como bien dijo Marx. Este es un izquierdismo financiado y bien visto, que ocupa parcelas de poder. Ya no clama que los burgueses son los enemigos, ya sólo queda la Iglesia como aglutinante (¿contra quién nos uniremos, ya que no tenemos nada en común que nos reúna?). Ese es el viejo mecanismo victimario del mundo pre-cristiano, como ha descrito inteligentemente René Girard. La humanidad ha progresado desde Cristo aboliendo estos mecanismos de victimación. Cristo ha dicho: "No juzguéis”, “El que esté libre de culpa tire la primera piedra”. Él ha sido la última víctima para que ya no haya más víctimas. Pero no está acabado del todo el viejo juego, de vez en cuando alguien nos sorprende desenterrándolo. El desastre de la uniformización conformista quiere arreglarse y tener un respiro encontrando el adecuado culpable, un chivo expiatorio como sea: ¡Sí! ¡El papa tiene la culpa! ¡Todos contra el Papa!
Algunos se declaran víctimas minoritarias con derecho a exigir dejar de ser las víctimas, ignorando que es la cultura judeo-cristiana la les ha enseñado eso, y no otra cultura: los Diez mandamientos (la Torá) y las Bienaventuranzas.
Yo sólo puedo decir mi experiencia de haber encontrado que la Iglesia no es como la describía Juan Arias en “El País” (que yo ya no sé si vive Juan Arias, ni si escribe, ese pobre hombre, responsable en una medida de la mala imagen de Juan Pablo II en España).
La palabra Iglesia significa Asamblea, Pueblo reunido. ¿Qué tiene que hacer el pueblo católico para reunirse? ¿Tiene que hacerlo en secreto y en las catacumbas? ¡Puede que no falte mucho para eso! ¡Ya ha ocurrido otras veces en la historia! ¡Así está siendo actualmente en países tan libres como China, Vietnam…!
Otro Marx (Groucho) dijo: “Jamás pertenecería a un club que admitiera alguien como yo”. Esa es la iglesia, un pueblo de rescatados de la esclavitud y de la muerte: “No he venido a salvar a los justos, sino a los pecadores”. Yo he visto a muchos regenerarse en la Iglesia (Uno de ellos yo mismo. Los que ya son rectos y justos no la necesitan. Pero no es mi caso.), curarse de adicciones, neurosis, rencores, reconstruir un matrimonio roto, superar las neurosis, el egoísmo, incluso la homosexualidad. ¡Se puede curar! Porque no es verdad que sea alegre la vida de los homosexuales. Y no es la iglesia la que les amarga la vida, sino que les ama diciéndoles la verdad. [La curación de la homosexualidad consiste en un proceso de descubrir con compasión las heridas emocionales del pasado, resolver el enojo contra aquellos que las han causado a través de un proceso de perdón, utilizar técnicas de conocimiento y de comportamiento, admitir la impotencia ante el sufrimiento emocional y apoyarse en la espiritualidad católica y en los sacramentos. http://www.vidahumana.org/vidafam/homosex/curacion.html] “Tu enemigo te adula, quien te ama no te miente”.
Ya sé que no está de moda ser católico. Católico significa Universal. “Id por todo el mundo anunciando la Buena Noticia del amor de Dios a todas las gentes”. Que “tanto ha amado Dios a los hombres que les da a su hijo Jesucristo” y en Él muestra su rostro de amor y misericordia. Pero hombre ¿qué dices? ¿Dios? ¿Cómo puede existir Dios y consentir la enfermedad, la muerte, las injusticias, violaciones…? Así se expresaba Nietzsche: “La religión es para los débiles”. Pero además han dicho Marx y Lenin que la religión es el opio del pueblo. Y Freud que Dios es una imagen sublimada del super-ego.
Bien, eso son teorías, difíciles de contestar, ciertamente. Pero existe la experiencia de que ni la autoafirmación de poder, ni el mucho dinero, ni la libido suelta, nada de eso hace feliz a una persona. Hay una sabiduría escondida que no se exhibe en los cientos de estantes de ocultismo ni auto-ayuda y psicología pop. No es que la Iglesia la esconda, es que los sabios del mundo están sordos y ciegos para oír y ver este anuncio. Por eso la fe es un don, se regala, no se puede imponer, solo exponer. Porque Dios ha hecho al hombre libre, incluso para que haga el mal. ¿Quién paga las roturas? Él paga. El racionalismo y las ideologías conciben un mundo perfecto, un hombre ideal, pero sin libertad. “Libertad ¿para qué?” ¿No te suena?
“Maestro ¿dónde vives? ¡Venid y lo veréis!”. Esto quiere decir que este es un aprendizaje empírico, no teórico. Es verdadero porque funciona, funciona a pesar de los cristianos y de los obispos.
A lo largo de dos mil años muchas personas han experimentado que Cristo las amaba no cuando eran buenos y justos sino cuando eran malvados y pecadores. Eso quiere decir gratis, por gracia. Esto ha mejorado sus vidas. Yo soy una de esas personas y me siento ofendido cuando se ataca al papa cobardemente. Porque se sabe que es manso, humilde, no se va a defender, no te va a denunciar.
Yo no he visto que la iglesia imponga nada, ni amenace. No tiene policía. Pero una madre avisa al menos si ve que un hijo se quiere tirar bajo un camión o a un barranco, o se mete en algo que le hace mal.
En fin, ciertamente no estamos en la época de la cristiandad, sino en una época secularizada, de libertad de creencias, libertad fruto de la maduración del mismo cristianismo, puesto que ninguna otra cultura ha propuesto la libertad.
Por eso, en nombre de la dignidad humana (Cristo ha dicho que el hombre es templo de Dios, que el hombre es sagrado), de la libertad de las personas que se juntan para el fútbol o para tantas cosas y experiencias que compartir, incluyendo la fe, en nombre de la convivencia pacífica, te sugiero y te pido que dejes de atacar la libertad de Benedicto XVI de visitar a sus hijos, y la libertad de sus hijos de reunirse públicamente. Si es que queremos vivir en un país y en un mundo democrático y libre (gobierno del pueblo y pueblo libre).
Te saludo con la Paz de Cristo, si la quieres recibir.
José Antonio
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