Lope de Vega, pese a lo que se cuenta sobre sus episodios de abandono práctico de la moral católica, no perdió la esencia de la misma: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”...
Actualmente parece que hay bastantes personas, de notable valía humana y profesional, que parecen repudiar con despecho el estilo de vida cristiana. ¿No será que todavía no han experimentado aquél verso de Lope?
José Ignacio Moreno Iturralde
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