Navidad 2006.
Cada año sale la noticia de más colegios en los que, por abuso de autoridad, se priva a los alumnos de la gozosa celebración de la venida de Jesús, venerado también por los musulmanes, que lo cuentan entre los grandes profetas. Se celebra con muchos actos en los centros de enseñanza, el Día de la Paz Escolar y de la no violencia ( finales de enero, recordando aGandhi); pero se impide a los cristianos festejar el Nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios, que se hizo Hombre por nuestra salvación y es el centro de laHistoria, Príncipe de la Paz y el mayor sembrador de Amor y de Esperanza. Lo que viví hace años, hoy se extiende: una de las Jefas prohibió cantar villancicos en el aula y hasta en cualquier rincón del patio durante el recreo. Claro que algunos no admitían la injusta norma y, en mi clase, se atrevían a entonarlos por su cuenta el último día, siguiéndoles el resto. Bajo las presiones del laicismo, Noche de Paz, el Tamborilero y la Marimorena llegaban más al alma y se hacían muy sabrosos. ¿ Por qué yo habría de impedirlo, como se me pedía? Ser tajante en ese punto, además de contradecir mis sentimientos, habría sido una injusta represión de la libertad de los chicos. La Jefa en cuestión, era presa de una absurda ideología laicista; quizá pretendiera cosechar méritos o ignorara la Constitución y la Ley orgánica de libertad religiosa.Una norma que prohibe la exteriorización de laalegría de la Navidad con cánticos, escenificaciones o con el tradicional belén, además de ilegal y de ser índice de la intolerancia de los que la imponen, ¿ noes antidemocrática, totalitaria e irrespetuosa connuestra cultura y tradiciones?
Josefa Romo
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