Gracias a varios diarios he podido escribir alguna carta acerca de una estatua del Niño Jesús en la plaza madrileña que lleva el mismo nombre. Tal estatua estaba en mal estado y en un lugar escondido y marginal. Tras una insistencia ciudadana se llevó a cabo su restauración. Después de meses, la estatua de escayola fue puesta en el mismo lugar y a las pocas semanas algún individuo decidió volver a destrozarla. Fue retirada. En el reciente día de Navidad la única estatua pública madrileña dedicada al Niño Jesús –que yo sepa- ha desaparecido. No pienso que haya que dramatizar la cuestión, pero tampoco me parece una nadería. Ya que cada vez se pone más difícil la expresión pública y democrática de símbolos cristianos pensé en algún lugar seguro para erigir esa estatua. Se me ocurrió uno pero de muy difícil acceso. Me dio alegría considerar que, si los cristianos nos decidiéramos a poner por obra esa idea, la presencia del chaval nazareno en el mundo aumentaría no tanto en su figura como en su Persona.
José Ignacio Moreno Iturralde
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