Eureka es un término griego que expresa la alegría ante un hallazgo. Quien descubre una nueva fórmula matemática, un tesoro arqueológico, o simplemente el móvil extraviado, experimenta un gozo de este tipo. Sin embargo, podemos considerar que no todas las verdades son estimulantes ya que algunas invitan al desánimo, como puede ser cualquier tipo de problema, más o menos serio.
En nuestro mundo hablar de metafísica puede ser como clamar en el desierto, pero me dispongo a hacerlo, brevemente: todo lo que tiene un orden tiene un sentido, una verdad, un bien y una armonía o belleza. El mal es una herida en el bien; el mal no es por sí mismo; el bien sí. Las sombras son por las luces, no las luces por las sombras. La verdad y el bien generan realidad y vida. El mal, por muy patente y duro que parezca, se destruye a sí mismo. Este es un motivo realista para ser optimista con fundamento.
Entre todo tipo de verdades, las más significativas son las personales: valoramos más a un familiar querido que a un objeto deseado. Nuestra aportación más importante para el mundo es ofrecer una personalidad buena, implicada en trabajos de interés profesional y social.
El pensamiento tiende a la verdad y no puede eludir los problemas. Pero quien busca la verdad siempre encuentra un foco de luz, por muy oscuro que esté el lugar en que se encuentra. Por esto considero que los pensamientos verdaderos son los que nos hacen ser mejor personas. Una pretendida lógica ceniza y pesimista no está anclada en el núcleo de la realidad. Experimentamos que múltiples inconvenientes, de menor o mayor fuste, nos sacan del camino de la victoria. Pero podemos reorientar el GPS de nuestro pensamiento hacia un norte más adecuado. Es humano despistarnos, pero es falso caer en una toxicidad mental que aplasta el ánimo y las ganas de vivir.
Con frecuencia nos enfadamos, nos constipamos, y tenemos ganas de mandar a la porra bastantes cosas. Pero toda esa fragilidad es el contrapunto para encontrar fortalezas más sólidas y permanentes. Necesitamos la ayuda de los demás y de la de Dios para continuar con más garbo la vida. Hemos de esforzarnos por procurar evitar pensamientos negativos, tristes y tóxicos porque son mentira. Hay que subir hacia arriba como los salmones y elegir pensamientos positivos, generativos de esperanza… porque nos hacen ser mejores, porque son verdad.
José Ignacio Moreno Iturralde
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