Friday, August 02, 2024

La verdad trasciende a la evidencia

                    

Si alguien nos preguntara si estamos seguros de que nuestra madre lo es realmente, le miraríamos con extrañeza. Y si persiste en su pregunta, probablemente le invitaríamos a que no siguiera por ese camino. Si un novio le exigiera a su novia, o al revés, en varias ocasiones, los tickets de unas compras para verificar la cuantía del gasto, esa relación tiene poco futuro. A las personas a quienes más queremos no les pedimos evidencias. Esto pone de manifiesto que hay verdades, y verdades importantes, que van más allá de lo evidente.

La evidencia, según la Real Academia de la Lengua española, es la certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar. Se trata de una seguridad incontestable acerca de algo, como la que tengo de que estoy respirando aire. Sin embargo, en nuestra sociedad se ponen cada vez más en duda muchas evidencias; y esto ocurre cuando se juegan intereses personales. Un alumno que está copiando puede poner una teatral cara de asombro, si el profesor le pide que le enseñe la cajonera donde tiene una espléndida chuleta. Un futbolista es capaz de propinar una patada notable a un contrincante, e inmediatamente esbozar un gesto de absoluta inocencia. Esto ha ocurrido siempre; pero el mundo actual se pierde cada vez más en un mundo de opiniones, que al interesado le parecen evidentes, porque se ha deteriorado la confianza de llegar a la verdad. Incluso hay quienes niegan rotundamente la existencia de cualquier verdad. El antiguo, lógico y evidente razonamiento que les dice “si niegan la verdad, están diciendo como verdad que no existe la verdad”, parece no convencerles. Quizás sea porque no se trata de un argumento poco emocional, o aburrido, o sencillamente porque no les interesa pensar.

Buscar evidencias es un afán positivo que ha servido para el desarrollo de innumerables y beneficiosas ciencias. Pero reducir el conocimiento humano a lo que es evidente, supone sostener un empirismo que niega incluso las propias bases de toda ciencia experimental. Aunque lo evidente es que las manzanas se caen de un árbol, la ley de la gravedad no es evidente; sin embargo, Newton la formuló, y se trata de una ley real. Afirmar que el alma no existe porque no se ve es algo tan ridículo como pensar que el pensamiento no existe porque tampoco se ve.

Descartes buscó una primera evidencia y la encontró en su famoso “pienso luego existo”. Puede que esto parezca evidente, pero es más verdadero que existo luego pienso. Se trata de algo que puede comprobarse cuando nos despertamos cada mañana. Por cierto, la citada máxima de Descartes “pienso luego existo” no es correcta, porque gracias a que conocemos algo del mundo exterior, somos capaces de pensar en nuestro propio pensamiento…Es decir: porque pienso en algo del mundo exterior a mí, luego soy capaz de pensar en mi propio pensamiento.

La filosofía moderna ha dado una gran importancia a la conciencia. Se trata de un logro positivo siempre que la conciencia no pretenda sustituir a la realidad. Las afirmaciones de algunos líderes políticos actuales parecen pretender construir el mundo con sus afirmaciones, como si no hubiera algo más allá de esos intereses.

La crisis del amor por la verdad ha replegado al hombre en sus circuitos emotivos y psicológicos como si fueran éstas las fuentes de las que manan la única autenticidad aceptable. Por esto también se pierde la noción de qué es un verdadero amor, cuando la respuesta es clara: el que nos hace ser mejor personas.

Algunos hablan de que estamos en “la era de la post verdad”, pero no se trata de una era original. Todos los sofistas que vieron en Sócrates un peligro, ya estaban instalados es la post verdad, hace veinticinco siglos. Siempre que no se quiere afrontar las exigencias de la verdad, hay un repliegue hacia el mundo de afectos e intereses individuales. Se confunden las evidencias con los estados de ánimo, en vez de supeditarlas a un conocimiento de la realidad, independiente de mis emociones.

Mi madre no lo es porque yo quiera, aunque en muchísimos casos ella es una de las verdades que más quiere un hijo o una hija.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

 


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