El Partido socialista obrero español ha presumido durante décadas de defender los derechos de los trabajadores y de los más necesitados. Dicen querer suprimir los sueldos miserables, las pensiones mezquinas y las situaciones de explotación. Al mismo tiempo, ha golpeado con fuerza legal a la identidad del matrimonio, ha hecho muy poco en materia de políticas familiares, fustiga la libertad en educación, y ha erigido como derecho el abortar. Cualquier persona honrada y realista sabe que quien realmente ha amortiguado la crisis es la institución familiar. La escuela primaria de socialización, de solidaridad y de ayuda íntergeneracional ha sido y seguirá siendo la familia, que en la mayoría de los casos se compone de una madre, un padre y unos hijos. En vez de promover la natalidad, el PSOE ha reducido a la clase más débil y oprimida de los humanos, la de los nonatos, a la condición de células que pueden ser desechadas. Todo este planteamiento, paradójicamente, esta repleto de individualismo liberal, en ocasiones aliado al poderoso capitalismo de la industria abortista y anticonceptiva. La pretendida libertad individual exaltada contra la solidaridad familiar y generacional, vacía de su núcleo a la defensa de la justicia de la que el PSOE alardea. No es extraño, por esto, que su gestión respecto a la economía y al trabajo haya sido con frecuencia un rotundo fracaso. Sean coherentes señores socialistas, si es que se atreven, y defiendan de una vez a la familia y a toda vida humana, para que pueda ser creíble su pretendido afán de justicia.
José Ignacio Moreno Iturralde
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