Tuesday, May 25, 2010

Esquí, montaña y vida cristiana

Voy a hablar del esquí y de la montaña, pero cada uno puede sustituirlos por el deporte o la afición que prefiera. Cuando empecé a esquiar, 1974...¡ha nevado mucho!, el primer examen que hacía la Escuela Española de Esquí era el de “estrella de nieve”: giros elementales y primeras nociones. Si uno había estado con un grupo y con profesor se aprendía pronto y generalmente se aprobaba ese examen con facilidad, además de pasarlo en grande. Cada año aumentaba la dificultad: en la segunda temporada el examen se llamaba “águila de bronce”; también era sencillo superarlo. Las pruebas siguientes llevaban por nombre “águila de plata” y “águila de oro”. Éstas ya no era tan sencillo superarlas, y si uno lo conseguía sentía una gran satisfacción. La última prueba era la “flecha de competición”: Se trataba de bajar una pista de esquí ciñéndose a unos palos de competición que marcaban la trayectoria. Primero bajaba el experto monitor. Después cada esquiador tenía que intentar hacer, como mucho, un diez por ciento más que el crono marcado por el monitor. Aquello si era difícil; pero la ilusión era grande. Hubiera sido extraño que un águila de oro al que le facilitaran el examen a flecha no se hubiera animado a hacerlo. Cada alumno estaba haciendo historia en el esquí con mentalidad de pionero.

Pensaba en estas cosas cuando leí una frase que me interpeló; decía así: “Si vives como cristiano, o te sientes pionero, o te sientes idiota”. Vamos a ver: un cristiano con mentalidad de pionero ha enfocado bien su cristianismo. Un cristiano que se siente idiota ha desenfocado su vida cristiana.

En la vida de un esquiador hay decenas o centenares de caídas; pero con compañeros y la ayuda de un buen monitor uno se levanta las veces que haga falta. En la vida cristiana ocurre lo mismo: necesitamos un buen grupo y un buen monitor. Tenemos que sabernos queridos, ayudados y animados en tan noble empeño.

Cuando pasan los años uno recuerda aquellas medallas de esquí con cariño, pero es muy probable que se regalen a los hijos o a los sobrinos, aquello era algo de chavales. Las condecoraciones del cristiano no caducan; quedan en el alma. La vida cristiana, a diferencia del esquí, es como la ascensión a una cumbre: Hay momentos de todo tipo: simpáticos, soleados, oscuros y, algunas veces, duros. Pero con amigos y un buen guía se llega a la cima. Desde allí se ve un vista fantástica, el aire está limpio y uno se siente muy satisfecho. La persona humana está para subir a la cumbre; es en ese empeño donde es feliz. Dejo claro que es solo un ejemplo, que cambiaran a su gusto los que no les apetezca el trepar riscos.

No se trata de alo complicado: La Virgen María, dentro del misterio de ser Madre de Dios, llevó una vida normal, corriente, junto a Jesús y José, en los momentos gozosos, dolorosos y gloriosos. Ella puede ayudarnos a descubrir pistas asequibles, objetivas y cotidianas para retomar el pulso de nuestra vida cristiana.


José Ignacio Moreno

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