Tuve la suerte de que recibir clases de esquí de un hermano de Francisco Fernández Ochoa en Navacerrada: Jesús. A Paquito le vi una vez bajando la pista del Pluviómetro a una fortísima velocidad. Con motivo de su fallecimiento, he recordado el oro que ganó en Sapporo 72. Tras una bajada impresionante tuvo la genialidad, antes de llegar a meta, de tumbarse hacia atrás en los esquís, para arañar alguna décima de segundo menos. Su vida ha sido relativamente corta, como el slalom especial en que triunfó. Al tener noticia de cómo ha afrontado el cáncer se puede decir que Paquito ha vivido y ha fallecido con deportividad. Con su entereza, humana y cristiana, ha sabido ser ejemplar en su último torneo y, con todo el alma lo espero, ha vuelto a vencer.
José Ignacio Moreno Iturralde
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