Saturday, March 22, 2025

Búsqueda y encuentro de la verdad


Buscar la verdad es algo profundamente humano. Se trata de algo relacionado con el cariño recibido en la infancia, con el hogar donde nos criaron y educaron. También esta búsqueda de lo auténtico puede tener que ver con situaciones de falta de justicia en nuestra vida y en la de los demás, que nos mueven a encontrar un sentido a algo que no comprendemos. Por otra parte, los sueños de la juventud aspiran a algo que nos llene la vida. Para esto habrá que ser generoso y saber rechazar ofertas aparentemente atractivas, bajo cuya máscara se encuentra la mentira. A medida que maduramos la realidad va imponiendo sus límites, en ocasiones bastante precarios. Avanzada la trayectoria profesional, uno puede encontrarse con un panorama más modesto de lo que había previsto. Y entonces parece que lo que toca es simplemente “ir tirando”. Pero esa expresión puede esconder algo fantástico y misterioso.

Pretender encontrar la verdad, puede ser más un don que una búsqueda. Quizás no se trata tanto de una conquista personal como de desembalar un gran don, que se esconde en la apariencia de lo sencillo. Entonces uno encuentra alegría en los días, consuelo en las cosas inexplicables, e impulso y sentido para vivir mejor.

La verdad que más nos importa es una verdad personal, la de los seres más queridos. Por esto la verdad más grande ha de ser personal. La gran paradoja de la búsqueda de la verdad es que la Verdad es quien nos busca, es la que “va tirando” de nosotros. El cristianismo afirma que Dios, en su misterio de amor personal, ha decidido libérrimamente relacionarse con los seres humanos, de un modo asombrosamente familiar. Es Él quien se nos ofrece a sí mismo.

A la hora de definir el ser humano -el ejemplo no es mío- me viene a la cabeza un pollino; o sea: un burro. Ese animal resulta -si no es rencoroso y coceador- sencillo, laboriosos y simpático. Pero se trata de un burro que puede tener una estrella en la frente: una visión grandiosa y alegre de la existencia, pese a sus dificultades.

La buena filosofía nos ayuda a conocer nuestra humilde condición, preparando el camino para encontrar nuestra más íntima verdad personal: la estrella de la llamada divina, que a cada uno toca descubrir. Y con esa estrella -que lleva dentro mi nombre- ya no soy solo un burro, sino un hijo querido.


José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, March 17, 2025

La importancia de la formación cristiana



Hace muchos años participé en una carrera por el campo en Soto del Real. Algunos íbamos muy bien equipados. Había un chaval que llevaba un pantalón corto raído, una camiseta y unas zapatillas bastante elementales. Empezó la carrera, de unos tres kilómetros. Ese chico, que era el hijo de la lechera, empezó a correr a toda velocidad y no le volvimos a ver el pelo. Sacó muchísima ventaja al segundo. Llevaba corriendo toda su vida detrás de las vacas: estaba muy en forma.

Pienso que la formación no se reduce a recibir unos conocimientos; sino que tiene que ver con el sentido profundo de la palabra forma. La forma es la configuradora de orden, de sentido, incluso de vida. Un embrión en el seno materno puede que no tenga todavía una apariencia, una forma accidental humana, pero su forma sustancial, profunda -su principio configurador de vida- es el de un ser humano.

Nos interesa cuidar el físico, y hacemos muy bien. También es muy importante poner en forma la cabeza, la voluntad y el corazón: Educar la mente -con contenidos verdaderos-, la libertad –con virtudes- y los afectos -intentando llevarlos hacia el bien-. Por ejemplo: es importante saber que el amor es ante todo un acto de la voluntad y no solo un sentimiento. Es clave darse cuenta de que los amores verdaderos son los que nos hacen ser mejor personas. Y opino que sucede lo mismo con los pensamientos: si no me dan paz interior, si no me hacen ser mejor, son falsos, por muy lógicos que parezcan.

Todo esto no nos quita personalidad, sino todo lo contrario: facilita la única e irrepetible identidad de cada uno y de cada una. La forma de las formas es el acto de ser concreto que Dios nos da a cada uno… Quizás por esto se dice que Dios, aunque seamos miles de millones, no sabe contar más que uno.

Un chiste malo se pregunta "¿por qué los de Lepe dedican mucho tiempo a bucear? Porque en el fondo no son tan tontos"… Pues eso: hay que profundizar. La formación más significativa es la que supone una transformación. Hay que formarse para transformarse. Lo que más nos transforma es sabernos queridos, perdonados y valorados.

El cristianismo no es un simple curso de formación, sino un encuentro libre y personal con Dios, que nos quiere y nos limpia las heridas interiores. Un encuentro que nos hace ver lo que es más importante y lo que es secundario; y por esto nos hace más libres. Un encuentro que nos transforma y nos llena de alegría.


José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, March 15, 2025

La fuerza de la debilidad


 

Cuidar a una persona muy mayor no siempre es agradable. Hay que prestarles servicios que pueden resultar costosos; todavía resultan más difíciles si tal persona tiene un carácter difícil. Pero ese familiar o amigo, avanzado en años, de vez en cuando muestra una sonrisa sincera y un agradecimiento conmovedor.

Las atenciones que se presten a personas pobres, enfermas o discapacitadas, en ocasiones son duras y agobiantes; pero siempre dejan una satisfacción de llenazo en el hondón del alma. Por este motivo, la ayuda a los necesitados es un buen medidor de nuestra talla moral.

Respecto al aborto voluntario, con todos los atenuantes que puedan concurrir en esa delicada situación, lo que resulta preocupante es la total ausencia de misericordia para la criatura que se está gestando. Aceptarle sería quizás una carga, pero también probablemente una gran alegría… En cualquier caso es un ser humano, en una situación vulnerable, por la que todos pasamos: alguien que podría llegar, desde su debilidad, a sonreír a sus padres. Puedo entender -no aceptar- que alguien decida eliminarle; pero lo que considero alarmante es la convicción legal y social de que abortar es un derecho: el derecho a matar al propio hijo de las entrañas. Cuando la ley se basa en la propia voluntad, y no en la naturaleza de las criaturas, la sociedad se vuelve más despótica e inhumana. Sin embargo, cuando se asume la maternidad y la paternidad entramos en un mundo familiar, donde el amor que da fruto se hace raíz de una civilización fuerte, que da prioridad a los más indefensos.

El ser humano es siempre una sorpresa. Por esto, es asombroso constatar cómo algunos enfermos graves son capaces de tener buen ánimo y alegrar a quienes les cuidan. Conozco ocasiones donde un moribundo le da por hacer un chiste, o alguien afectado por un ictus cerebral es capaz de hacer una broma para tomar el pelo a sus acompañantes. Esto demuestra que el espíritu humano puede tener una realidad grandiosa. Es precisamente la debilidad la situación de la que, de vez en cuando, surge una rayo luminoso  portador de fortaleza y alegría.


José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, March 08, 2025

Los pensamientos verdaderos


Eureka es un término griego que expresa la alegría ante un hallazgo. Quien descubre una nueva fórmula matemática, un tesoro arqueológico, o simplemente el móvil extraviado, experimenta un gozo de este tipo. Sin embargo, podemos considerar que no todas las verdades son estimulantes ya que algunas invitan al desánimo, como puede ser cualquier tipo de problema, más o menos serio.

En nuestro mundo hablar de metafísica puede ser como clamar en el desierto, pero me dispongo a hacerlo, brevemente: todo lo que tiene un orden tiene un sentido, una verdad, un bien y una armonía o belleza. El mal es una herida en el bien; el mal no es por sí mismo; el bien sí. Las sombras son por las luces, no las luces por las sombras. La verdad y el bien generan realidad y vida. El mal, por muy patente y duro que parezca, se destruye a sí mismo. Este es un motivo realista para ser optimista con fundamento.

Entre todo tipo de verdades, las más significativas son las personales: valoramos más a un familiar querido que a un objeto deseado. Nuestra aportación más importante para el mundo es ofrecer una personalidad buena, implicada en trabajos de interés profesional y social.

El pensamiento tiende a la verdad y no puede eludir los problemas. Pero quien busca la verdad siempre encuentra un foco de luz, por muy oscuro que esté el lugar en que se encuentra. Por esto considero que los pensamientos verdaderos son los que nos hacen ser mejor personas. Una pretendida lógica ceniza y pesimista no está anclada en el núcleo de la realidad. Experimentamos que múltiples inconvenientes, de menor o mayor fuste, nos sacan del camino de la victoria. Pero podemos reorientar el GPS de nuestro pensamiento hacia un norte más adecuado. Es humano despistarnos, pero es falso caer en una toxicidad mental que aplasta el ánimo y las ganas de vivir.

Con frecuencia nos enfadamos, nos constipamos, y tenemos ganas de mandar a la porra bastantes cosas. Pero toda esa fragilidad es el contrapunto para encontrar fortalezas más sólidas y permanentes. Necesitamos la ayuda de los demás y de la de Dios para continuar con más garbo la vida. Hemos de esforzarnos por procurar evitar pensamientos negativos, tristes y tóxicos porque son mentira. Hay que subir hacia arriba como los salmones y elegir pensamientos positivos, generativos de esperanza… porque nos hacen ser mejores, porque son verdad.


José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, March 02, 2025

El exceso de ambición


Soy profesor de 2º de Bachillerato y me da alegría ver cada año como los alumnos se preparan con empeño para la prueba que les permitirá acceder a Grados Universitarios, u otros estudios. Tienen toda una vida por delante para hacer muchas cosas estupendas. También da particular gozo ver a antiguos alumnos, que destacan en sus primeros pasos profesionales. Procurar ser de los mejores en la tarea que uno elija es una aspiración lícita y motivadora.

Sin embargo, al hablar de estos temas, siempre recuerdo un consejo paterno, dicho como de pasada: los males del mundo se resumen en la falta de moralidad y el exceso de ambición. El primer elemento del mal es importante, pero voy a centrarme en el segundo. Vivimos en una sociedad algo apresurada y ansiosa. Hacemos muchas cosas, pero no sé si siempre tenemos un motivo profundo y convincente para hacerlas. Quizás sea bueno plantearse, a diario, una jerarquía de valores. Como decía Stephen Covey: puede ser interesante guiarse más por prioridades que por actividades. No siempre resulta fácil, pero merece la pena pararse a considerarlo.

La avaricia rompe el saco y, en ocasiones, la salud. Es magnífico plantearse retos y superarlos. El ser humano siempre quiere superar límites. Esto puede estar muy bien en muchas ocasiones; pero en otras no… Hay veces que hay que tener la sensatez de saber pararse. Conocer las propias limitaciones parece que vende poco, pero puede comprar mucho: el bienestar propio y ajeno. La prudencia es una virtud de sabios, que suele llevar a la victoria.

Lo más paradójico de todo esto es que mantener a raya la ambición de algunas cosas puede suponer colmarla en otros asuntos más importantes, como puede ser dedicar tiempo generoso a la familia. Asumir los límites no es un aburrido ejercicio de sentido común, sino algo mucho más interesante. Cuando nos centramos en lo que verdaderamente importa, que suele ser algo bastante asequible, somos más señores del tiempo y de nuestra propia vida. Así disfrutamos más del momento, vamos menos agobiados y podemos mirar con más calma y perspectiva el horizonte de los días. Estar en lo pequeño y cotidiano, procurando hacerlo bien, puede hacer que nuestra panorámica se ensanche: los propios límites se abren al beneficio de los demás. Es como si se tratara de enfocar bien un telescopio, dejando de buscar hormigas en la tierra para detectar estrellas en el cielo, para descubrir un panorama asombroso. Se trata de una apertura de los propios límites a la realidad más prosaica y cercana, conectada a una perspectiva de eternidad.

Recuerdo a una persona de Las Palmas de Gran Canaria que tenía un precioso jardín, lleno de flores magníficas. Me dijo algo que se me quedó grabado: "las cosas salen cuando se hacen con cariño", y esto requiere realismo, tiempo, dedicación. La mentalidad de esta persona me parece muy interesante para nuestro mundo laboral. Claro que deseamos logros, éxitos y aumento de sueldo. Pero también tenemos que aprender a vivir, a servir, a querer a quienes nos rodean, y para esto es clave moderar las ambiciones, respetar nuestras limitaciones; es decir: a nosotros mismos.

 


José Ignacio Moreno Iturralde


Sunday, February 16, 2025

Continuidad entre conyugalidad y hogar


 

Decía Chesterton que la unión del lecho matrimonial era lo mismo que una madre con su bebé en los brazos. Uno podría pensar que se trata de una afirmación un tanto chocante, quizás algo idealizada. Sin embargo, pienso que el escritor inglés puede tener razón.

Cuando pasa el tiempo, uno se acuerda con frecuencia de su familia de origen: los que hemos tenido la suerte de tener una infancia feliz, recordamos con gratitud aquella etapa de la vida, llena de seguridad y de ilusión. Todo esto no hubiera sido posible sin el amor de nuestros padres; un amor físico y espiritual.

La santa pureza que enseña la doctrina católica es algo nítidamente positivo. El cristianismo ve en la sexualidad humana una fuente de expresión de amor y de vida querida por Dios para muchos, sin ser una obligación para todos. Pero se trata de un amor comprometido, fiel, fructífero. Marido y mujer se unen en algo que les trasciende. En el misterio del inicio de un nuevo ser humano, hay una atracción que se convierte en vida, en generosidad, en entrega. Es entonces cuando la sexualidad resulta plenamente humana, precisamente porque se abre a la acción divina en el surgimiento de una nueva persona, que es materia y espíritu. Tal es la grandeza del amor conyugal; y, por este motivo, resulta falso reducir la sexualidad a un intercambio de satisfacción física y emocional. Falsear la sexualidad es tan equivocado como entender a la persona como un mero conjunto de sensaciones y de afectos; algo que resulta despersonalizador.

Comprendo que hablar de esta manera es ir contracorriente, en un mundo donde la sexualidad parece ser entendida por muchos como un consumo. Sin embargo, las personas no están para consumirse -no son objetos-, sino para unirse, a través de la amistad o de las diversas relaciones familiares; entre ellas, la conyugal.

Del mismo modo que, en ocasiones, tenemos demasiado amor propio o pensamos excesivamente en nosotros mismos, la sexualidad tiene una cierta tendencia a replegarse sobre sí misma. Se trata de una espontaneidad que hay que educar, como sucede con las otras manifestaciones de la personalidad antes citadas. La espontaneidad no siempre es correcta; y habrá que orientarla, especialmente cuando sus manifestaciones están relacionadas con el respeto a la propia naturaleza o a la de los demás; y especialmente con el surgimiento de la vida. Todo este decoro es categoría humana, no mojigatería. Somos seres sexuados personales y esto requiere una superación de nosotros mismos, para aprender a tener capacidad de constituir y cuidar un hogar. Con la ayuda de Dios merece la pena, en lo que esté de nuestra parte, ser personas familiares; es decir: profundamente humanas.


José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, February 09, 2025

Entendernos desde las relaciones humanas y divinas

¿Qué es lo que más radicalmente somos? Pienso que la respuesta es hijos o hijas. Por esto, la relación de filiación y, por tanto, las de paternidad y maternidad, no son algo gradual y cuantitativo, sino que se trata de relaciones profundas y cualitativas. Un niño se conoce a sí mismo, primeramente, mirando a su madre y a su padre.

Las relaciones conyugales se basan en un compromiso donde la mujer y el hombre se complementan y quieren con un amor entregado, que puede hacerse vida en los hijos. Las relaciones con hermanos y hermanas nos hacen también sabernos queridos y exigidos: nos ayudan a salir de nosotros mismos, y hacen que aprendamos a querer.

La amistad es un tipo de relación especialmente libre. Dos amigos o amigas lo son porque les da la real gana. La grandeza de la amistad tiene que ver con su fragilidad. Se trata de una relación fácilmente prescindible, pero resulta que la vida sin amigos o amigas es inhumana. La alegría y la pena tiende a compartirse con los amigos.

En las relaciones académicas y laborales procuramos buscar un sector de estudios, o profesional, que se adecúe a nuestros intereses. La experiencia muestra que esto no es siempre del todo posible. Por esto, me parece muy sano y provechoso el planteamiento de preguntarnos: ¿Qué esperan mis profesores y profesoras de mí? O bien: ¿Qué esperan en mi empresa de mí? Quizás lo sabemos. Tal vez sea bueno preguntarlo en alguna ocasión. Es interesante que adquiramos un mayor conocimiento de nosotros mismos, desde la óptica de los que pasan con nosotros gran parte de nuestra vida cotidiana.

Nos informamos de la meteorología a la hora de hacer un viaje o emprender una excursión. De la observación atenta del mundo han salido grandes inventos, como la penicilina; así como multitud de beneficios prácticos. Este realismo saludable es especialmente interesante aplicarlo en el paisaje de nuestra vida. Nos damos cuenta que una persona generosa es más alegre y más querida por quienes la conocen. Pero sabemos que la generosidad no es siempre premiada; sino que incluso es atacada y pisoteada: la vida ofrece numerosos ejemplos. Sin embargo, la persona generosa se hace mejor ella misma, al margen del reconocimiento que otros le ofrezcan -y no olvidemos que suele ser mucho-. La generosidad nace también de un sentido común aliado con la gratitud. La vida es un don inmerecido y es lógico y bueno corresponder, haciendo a los demás lo que quisieran que hicieran conmigo.

El cristianismo ofrece algo muy animante que ha de ser acogido desde la fe, pero también desde la razón. El misterio de la Trinidad de Dios es muy significativo: el Padre es todo Paternidad; el Hijo es todo Filiación; el Espíritu Santo es la relación de Amor entre el Padre y el Hijo. Un único Dios es tres relaciones subsistentes. Nosotros somos sustancias –sujetos- que nos relacionamos. El misterio de Dios está en sus relaciones personales. La explicación de nuestra vida está en nuestras relaciones con Dios y con los demás. La fe cristiana nos asegura que la generosidad, unida al sentido común y a la justicia, tiene un triunfo definitivo, y que el amor verdadero es más fuerte que la muerte. Por esto la vida de Cristo, Dios hecho hombre es el ejemplo máximo de una vida relacionada, feliz, sufrida y resucitada. María y José, personas humanas que tanto saben de lo divino, nos ofrecen con sus vidas un ejemplo lleno de una luz entrañable, asequible, práctica y comprensiva.

  

José Ignacio Moreno Iturralde