Sunday, September 14, 2025

Las tres dimensiones del corazón

El llamado flechazo tiene su importancia en la vida, a veces mucha. Pero siempre, y a medida que pasan los años, conviene tener más cuidado para que el arco del flechazo no se convierta en un boomerang, que termina por estampársenos en la geta.

El mundo del sentir, gustar, la “química”, son cosas humanas; pero conviene saber que el sentimiento no conoce, porque la atracción hacia alguien no da razón de quién es verdaderamente esa persona. Es importante tener dos dedos de frente, para saber reorientar con prudencia los sentimientos.

En un segundo lugar, está el ámbito de la voluntad: las decisiones tomadas con la cabeza respecto a responsabilidades familiares y laborales. Cuando vivimos nuestros deberes cotidianos con un sentido positivo, aunque no nos apetezcan mucho, nos forjamos como personas maduras y ayudamos a otros a serlo. También es interesante destacar que un puro voluntarismo, donde los sentimientos no tuvieran ningún lugar, es algo inhumano, que tiene los días contados. No se puede vivir siempre solamente a golpe del deber. Como alguien dijo: no hay que hacer las cosas por gusto, pero si con gusto; al menos se puede intentar.

Pienso que hay un último terreno del corazón, especialmente duro. Se trata del relativo, por ejemplo, a cuestiones como: ayudar a enfermos crónicos, aguantar ofensas de familiares -hasta cierto punto-, perdonar y pedir perdón, afrontar enfermedades difíciles o situaciones dramáticas. La vida tiene vericuetos oscuros y noches huérfanas de luna, donde acecha la desesperación y el abatimiento. Sin embargo, es en estas situaciones, si se viven con esperanza, con la ayuda de personas de confianza y el auxilio de Dios, cuando el corazón humano puede iluminarse bajo la luz reconfortante de la misericordia. Se produce entonces una afirmación más profunda y sencilla de la existencia. Es en estos momentos duros, no buscados voluntariamente, cuando podemos ser capaces de entender y querer a los demás con luces superiores, que además hacen renacer en nuestro interior sentimientos de comprensión y de profunda confianza.


José Ignacio Moreno Iturralde