Friday, March 17, 2017

Explicación de los Diez Mandamientos

En los post anteriores aparece una breve explicación de los Diez Mandamientos. Está elaborada hace unos años y no cita encíclicas recientes. Sin embargo,  pienso que puede ser útil y por esto lo ofrezco

Para la comprensión de la Moral Católica destacan como instrumentos privilegiados el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio del Catecismo. Son de agradecer también algunos buenos manuales, más o menos extensos. Lo que pretende este breve trabajo es hacer un modesto ejercicio de inteligencia de la moral católica. Juan Pablo II insistía en la necesidad de pensar la fe.

Es importante que los católicos sepamos dar razón de nuestra fe. En algunos países –pienso ahora en España- es paradójico observar como junto a muchos millones de cristianos convive un ambiente de laicismo que pretende excluir la influencia de la doctrina cristiana de la esfera pública. El Concilio Vaticano II explicó con profundidad el derecho a la libertad religiosa. El cristianismo es perfectamente compatible con la democracia. Es conocida la famosa frase de Jesucristo “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Son falsas y antidemocráticas las posiciones que pretenden encerrar la fe cristiana en el ámbito del templo y de la propia conciencia. La doctrina católica tiene pleno derecho de ciudadanía porque supone el ejercicio privado y público del citado derecho a la libertad religiosa.

Es cierto que creer que Jesucristo es Dios hecho hombre requiere el don divino de la fe y que esto es algo que no se debe imponer. Al mismo tiempo, conocer más a fondo la doctrina de Jesús de Nazaret, incluso desde una posición no creyente, puede ayudar a entender más la raíz cristiana: la filiación divina, el saberse hijo querido de Dios.

Toda la doctrina cristiana y todos los mandamientos de la Ley de Dios tienen un único modelo, Jesucristo. Esta es la manera de entender el cristianismo. Suelen surgir puntos de fricción  con el Magisterio de la Iglesia cuando concreta el mensaje cristiano; pero esto sucede por no entender o no querer darse cuenta de que, pese a los defectos patentes de los cristianos –ya que somos hombres- Cristo y la Iglesia son una misma cosa puesto que la Iglesia está donde está la Eucaristía, el “Dios-con-nosotros”. La barca de Pedro no naufragará sino que llegará a puerto.


Decía Chesterton que tantas cosas se vuelven santas sólo con volverlas del revés. Creer en que Jesucristo es el Hijo de Dios es darse cuenta de que es Él quien ha creído antes en cada uno de nosotros. Quizás muchos que desprecian o se muestran indiferentes ante la doctrina cristiana se asombrarían si percibieran el amor con que Cristo les estima; pero esto es ya un don de Dios. Un don que otorgará, sin duda, a todo aquél que lo busque sinceramente.

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