Wednesday, February 25, 2015

La valentía, valor que languidece

Roberto era una chico de 16 años, estudiante de instalaciones eléctricas en Tafalla; le gustaba el baloncesto el judo y  la música. Vio como una amiga era acosada por algunos mozalbetes y se lanzó a defenderla. Los acosadores le dieron una paliza que le costó la vida. Todo esto ha sucedido hace pocas semanas, delante de “nuestras narices”, como suele decirse. Los padres de Roberto han donado sus órganos. Estoy seguro que no les costó mucho tiempo tomar esta decisión, porque probablemente tuvieron en cuenta que la generosidad consiste en hacer el bien a los demás. Como hizo su hijo. De tal palo, tal astilla. La resolución del hijo y la decisión de los padres sólo se entiende en un clima favorable a los grandes valores. A Roberto le tocó  vivir la valentía.  La cobardía aparece cuando uno se deja dominar por el miedo, que surge de la inquietud ante algo incierto, que se visualiza como una amenaza. Una persona es valiente si logra vencer sus temores o sus dudas: cuando decide hacer algo que ve como necesario, pero que conlleva un riesgo; entonces debe actuar con decisión y firmeza. Hay un dicho, común a varios idiomas, según el cual “el mundo es de Dios y lo alquila a los valientes”. La afirmación sirve para defender la vida, la verdad, el bien y la justicia en las relaciones humanas, profesionales y sociales. Así se consigue que la valentía no se pierda en esos ámbitos.


José Luis Mota Garay.

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