La defensa de la vida del nonato humano puede hacerse desde razones científicas, filosóficas, jurídicas y éticas por personas de cualquier condición social, étnica y religiosa. El catolicismo se une a esta defensa de la naturaleza humana aportando concretas razones e importantes valores religiosos. Por ejemplo el punto 470 del Compendio del CIC dice, entre otras cosas, que el quinto mandamiento prohíbe “el aborto directo, querido como fin o como medio,así como la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión…”. Por tanto la pretensión del gobierno de impedir a los profesionales de la sanidad pública la objeción de conciencia ante el aborto es muy grave. De este modo se colocaría a tales profesionales católicos en excomunión, si conocen tal sanción canónica. Pero insisto: un católico defiende la vida y la ecología humana en primer lugar por ser hombre racional, del mismo modo que lo hacen personas de otras religiones o de ninguna.
José Ignacio Moreno Iturralde
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