Tuesday, July 25, 2006

El Papa habla apasionadamente de la paz

RHÊMES-SAINT GEORGES, lunes, 24 julio 2006 (ZENIT.org).- Al presidir en la tarde de este domingo una vigilia por la paz entre Israel y el Líbano, en la iglesia de Rhêmes-Saint-Georges, cerca de Les Combes, donde transcurre sus vacaciones, Benedicto XVI propuso la reconciliación como respuesta a la violencia. «¡Señor, líbranos de todos los males y danos la paz; no mañana o pasado mañana, danos la paz hoy!», imploró. Tras la breve liturgia de la Palabra, comenzada a las 17.30, el Santo Padre presentó la visión cristiana de la paz, en una homilía pronunciada sin papeles en la que comentó el pasaje de la Carta de San Pablo a los Efesios que presenta a Cristo como «nuestra paz». Ante unos cien fieles congregados en el templo y en presencia del obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi, el pontífice confesó el desaliento que puede experimentarse ante la violencia de los hombres contra sus propios hermanos. «Todavía hay guerra entre cristianos, musulmanes, judíos; otros fomentan la guerra y todo está lleno todavía de enemistad, de violencia. ¿Dónde está la eficacia de Tu sacrificio? ¿Dónde está en la historia esta paz de la que nos habla Tu apóstol?», se preguntó dirigiéndose a Jesús. La reconciliación del Señor es la respuesta aclaró, según ha recogido la crónica ofrecida por «Radio Vaticano»: «Su sacrificio no quedó sin eficacia». Como prueba, citó «la gran realidad e la comunión de la Iglesia universal», así como las «islas de paz en el cuerpo de Cristo», en particular, los santos de la caridad «que crearon oasis de paz de Dios en el mundo».

Los mártires constituyen también estas «islas» de caridad pues han dado «testimonio de la paz, del amor que pone un límite a la violencia». De hecho, según el obispo de Roma, la violencia del hombre tiene un límite: el amor de Cristo: «El Señor venció en la Cruz. No venció con un nuevo imperio, con una fuerza más poderosa para destruir a los demás; no venció de manera humana, como nos los imaginaríamos, con un imperio más fuerte». «Venció con un amor que va hasta la muerte --añadió--. Esta es la nueva manera de vencer de Dios: a la violencia no opuso una violencia más fuerte. A la violencia, opone precisamente lo contrario: el amor hasta el final, su Cruz». El Papa exhortó a los fieles a confiar en este amor divino para poder ser constructores de paz. Es necesario, subrayó, llevar nuestro amor a todos los que sufren, sabiendo que el Juez del Juicio Final se identifica con ellos. La verdad central del cristianismo, «Dios es amor», no debe quedar ofuscada, sino que debe ser revalorizada en el diálogo con las demás religiones. «Hoy en un mundo multiculural y multirreligioso muchos tienen la tentación de decir: es mejor para la paz en el mundo entre las religiones y las culturas no hablar demasiado del carácter específico del cristianismo, es decir, de Jesús, de la Iglesia, de los Sacramentos. Dejemos a un lado las cosas que pueden ser menos comunes…». «Pero no es verdad», respondió el Papa. «El amor, el mensaje del amor y de todo lo que podemos hacer por los que sufren en este mundo --concluyó-- tiene que ir acompañado también por el testimonio de este Dios, de la victoria de Dios precisamente en la no violencia de su Cruz».

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